lunes, 28 de septiembre de 2009

Quedada nica septiembre 2009


Sois los mejores.

Que lo sepáis.

Nicaragua 2009 tiene nombres propios.

Me faltan tres en la foto.

Espero que estén en la próxima...

¡Os quiero!


jueves, 17 de septiembre de 2009

Universitaria

Me acabo de quitar como 25 años de encima, entre otras cosas.
A Hadasita le hace mucha gracia que vaya a ser, a la vez, profesora y alumna. No lo acaba de entender, pero se ríe: dice -con su lógica de niña que no pillo del todo- que así seguro que apruebo.
Es un comienzo de curso típico el de este año: puertas que se cierran, ventanas que se abren, y mucha ilusión. No recordaba ya lo que se sentía.
Y para celebrarlo, Dios me ha regalado con un tormentón de narices, de esos que me encantan, en plan ducha y sin paraguas. He llegado a casa empapada, fresca, contenta... Tesa se ha lanzado a lamerme como una loca... puede que haga algunas prácticas con ella, jaja. Y que se prepare el pasado, que lo voy a tumbar al primer asalto, por malo.
NUNC COEPI!

martes, 15 de septiembre de 2009

Hablando de lo que no es el amor...
Por si me lees, te dedico una canción.
Y que seas muy feliz.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Sobre el amor (I)

En los comentarios de la entrada anterior se solicita una definición del amor.
Voy a tratar de hacer un acercamiento por vía negativa. Me explico: decir lo que no es el amor acota la realidad de lo que sí es.

Me siento capaz de hacerlo, porque aunque todavía no tengo experiencia positiva, sí tengo una idea bastante clara de qué es lo que no busco...

Diré pues que el amor no es sexo, aunque el sexo pueda ser expresión del amor. La ausencia de sexo también puede ser expresión del amor.
El amor no es eros, enamoramiento (lo siento por Cupido); porque el enamoramiento es involuntario y pasajero. Los flechazos se esfuman como el humo.
El amor no se rompe. No hay discusiones, tormentas, golpes, heridas capaces de acabar con algo que es más fuerte que la muerte. Si se rompe no era amor, aunque se le pareciera.
El amor no anula la propia individualidad, aunque unifica. La felicidad de uno es la felicidad del otro. Yo soy más yo siendo para tí, siendo mejor para tí.
El amor no es ciego. Es una decisión de la voluntad, libre y por lo tanto responsable.
El amor es más exigente que el egoísmo, por eso duele. Machaca la soberbia de raíz.
El amor es más fuerte que la pasión, por eso purifica. Si la pasión enloquece, el amor libera.
El amor no correspondido es una farsa. Amor saca amor. El amor en soledad no puede desarrollarse, se ahoga, muere y mata. El mismo Amor en persona, que es Dios, reclama nuestra correspondencia en amor con todo el corazón, con toda el alma, con todo el ser: nada más... y nada menos.
El amor no es infiel ni pasajero; es definitivo: sólo tú, y siempre tú.
El amor no tiene miedo al compromiso; al contrario: lo desea, lo busca, con autenticidad, con plena libertad. Porque el amor es pertenencia recíproca: nos cuidamos, nos queremos, nos exigimos, nos apoyamos, nos corregimos, los dos juntos, como en un beso.
El amor no se esconde, porque es puro.
El amor no puede alejar de Dios, porque es su fuente.

Podéis añadir más vosotros. Yo, de momento, lo dejo ahí. Aunque el tema continuará, sin duda.
Querido príncipe gris: si al leer esta entrada sientes que el corazón te pide algo bastante parecido, piensa que a lo mejor estás más cerca de lo que creemos...

Nota para Anne: el matrimonio sí da la felicidad, si es respuesta generosa a una vocación de Dios. Aunque, por supuesto, la vocación de cada cual es única e irrepetible. Cada caminante siga su camino...

viernes, 11 de septiembre de 2009

Contigo (II)

A las personas nos pasan cosas. Es inevitable. La vida, que da vueltas (a veces casi imperceptibles, como la rotación de la Tierra), y cambia, y nos cambia.

Ayer yo podía andar y hoy no. El problema está en la rodilla, la causa a saber cuál ha sido. Pero una rodilla rota no es un problema. Sólo una cosa que pasa, en las dos acepciones principales del verbo pasar. Lo triste es cuando jugamos con roturas en lugares donde no hay escayola posible, ni antinflamatorio eficaz.

No hace mucho llevé a Tesa a su veterinario. De camino hay una tienda de compra-venta de objetos de segunda mano. Ahora, con la crisis económica, parece que se han puesto más de moda. No pude fijarme en qué tenían expuesto en el escaparate, porque me bloqueó el poster de la puerta: era una mujer mostrando su alianza matrimonial levantándola en el dedo corazón, con una sonrisa maliciosa de oreja a oreja. De vuelta a casa he comprobado en internet que sí, que en estas tiendas venden alianzas de segunda mano. Y me pregunto: ¿puede caducar el amor? ¿Se puede romper una alianza entre dos personas que han adquirido con ella un parentesco? ¿Caducan los sentimientos? ¿Se pueden poner en venta corazones de segunda mano? ¿Vale reciclar personas?

No sé dónde andarán esos chicos que en su día me declararon su amor. Tampoco los amigos "de la cuna a la tumba" de los que no tengo noticias desde hace más de media vida. Seguramente serán amores y amigos de otros, y espero que ahí tengan un camino para ser felices. Mientras, yo seguiré buscando eso que tantos cínicos dicen que no existe: el amor de mi vida. De toda mi vida. Entera. Si algún día me ponen una alianza ante el altar, quiero que me entierren con ella. Y que ninguna crisis me haga cambiar de opinión: el amor no muere, el amor -si es amor- es eterno. Y quien diga lo contrario miente. Y que sea maldito, tanto o más que el que pretende comprarlo, quien quiera revenderlo (Cant. 8, 7).
.
Querido príncipe gris: si me lees, que sepas que sé que estás ahí fuera, buscándome. En cualquier momento nos encontraremos. En una de esas vueltas que dan nuestras historias al ritmo imperceptible de la rotación de la Tierra. Y la vida, con toda su crudeza, cambiará radicalmente, y será felicidad si conseguimos caminarla de la mano hasta el final. Existen cosas que no se rompen si uno no quiere, créeme. Pregunta a Israel por su Dios, y sabrás lo que es de verdad una Alianza... Hay "contigos" auténticos, de primera, y corazones dispuestos a vivirlos.

"Es fuerte la muerte, capaz de quitarnos el don de la vida;
es más fuerte el amor, que puede darnos una vida mejor.
Es fuerte la muerte: su poder puede despojarnos de nuestro cuerpo;
es más fuerte el amor: tiene poder para arrancar a la muerte el botín y devolvérnoslo.
Es fuerte la muerte, ningún ser humano puede resistirle,
pero es más fuerte el amor, hasta el punto que triunfa de la muerte,
quiebra su aguijón, detiene su ambición y arruina su victoria".
(B.de Ford)

sábado, 5 de septiembre de 2009

Sociabilidad

Me consta que hay personas más sociables que otras. También me consta que hay quienes no creen que algunos animales tengan capacidades sociales que ellos mismos no son capaces de desarrollar o poner en ejercicio.
Parto de que la dignidad humana es infinitamente superior a la del resto de seres vivos; no voy a discutir algo evidente, no soy tan tonta. Pero reto a algún ser humano a perder el miedo de entrar en contacto con otros seres humanos, al menos la mitad de lo que mi Tesa es capaz de hacerlo.

Ese bichito peludo salta a cuatro patas, corre hacia las personas que reconoce como "queridas", mueve el rabo desmesuradamente, abraza, besa, se acopla entre las personas, porque es ahí donde se siente bien. Jamás se aparta de mis pies. Ni en casa ni en la calle. No conozco a nadie que demuestre con tanta claridad la alegría cuando llego del trabajo. No tiene miedo de acercarse a gente nueva y olfatearlos de arriba a abajo: siempre da la ocasión a todo el mundo de entrar en su círculo de seres "familiares". Nunca desconfía de entrada. No es nada rencorosa; si le grito porque estoy nerviosa por mis cosas, se retira prudentemente unos minutos para volver a acercarse a mí con esos ojitos limpísimos que desarman a cualquiera. Si me siento sola se deja abrazar. Si lloro me lame las lágrimas. Si me duermo me acompaña y no ni guau hasta que me vuelve a ver despierta. Si la riño y le caliento el culete, golpea con el rabito el suelo nerviosa, porque entiende que algo no ha ido bien: pero sabe acercarse de nuevo, poco a poco, cada vez unos centímetros más, hasta que le llueven otra vez las caricias y comprende que todo ha vuelto a su sitio, que la relación entre nosotras no la puede romper absolútamente nada.

Las habilidades sociales de algunos animales domésticos son conocidas por muchos. Especialmente por quienes tienen la suerte de tener uno en casa. No ocurre lo mismo con todos los seres vivos. Dios, que hizo las cosas muy bien hechas, no otorgó las mismas capacidades a los perros que a las cucarachas, por ejemplo. A mí nunca se me ocurriría esperar que una cucaracha me recibiera con un ataque de alegría a mi regreso del trabajo. O que se sentara a mi lado en el sofá esperando a que se me pasara la tristeza. O que me recordara cómo se juega. A un perro sí se lo puedo pedir. Y -atención- a una persona humana también.

Reto, pues, a todos los que tienen pánico de tocar, de hablar, de abrazar, de escuchar, de acompañar, de dejarse consolar, de pasear, de contarse, de conocer gente nueva... a los que necesitan una cura de orgullo, una lección de anti-rencor, una sesión de machaque al individualismo, a los que olvidaron que una vez fueron niños, y una vez -quizás- también felices y sencillos, a que vengan una tarde a merendar con Tesa y conmigo. O mejor: que se compren un perro, a ver qué aprenden.
Wizard Animation