sábado, 30 de abril de 2016

Quito el "pause"

El pasado 2 de marzo me declaré "en pausa". 
Pues bien: me retiro oficialmente de ese estado.
Como no hay mal que por bien no venga, 
he descubierto que -por muy bien que meta la marcha-
no adelanto nada con el freno de mano echado. 
Mi profesor de la autoescuela me dijo: "Examen suspendido".
Y yo pensé: "Lección aprendida". 
Y no tenía en mi cabeza el coche precisamente.

Quito el freno de mano y me meto en la calzada, a ver qué pasa.
Igual va y descubro que me gusta conducir.
A lo mejor me rodeo de un montón de coches que no conozco,
y no colisiono con ninguno de ellos.
Salgo de la sala de espera y me meto en la sala de curas.
Al final, las heridas de mis rodillas de la caída del otro día
ya son costras a puntito de caer.
Debajo hay piel nueva, aunque todavía no la vea.

¿Que voy a volver a llorar?: ¡seguro!. Y me temo que muy pronto.
¿Que meteré la pata?: ¡con toda certeza!.
Hasta los superhéroes lo hacen.
Probablemente hasta suspenda el examen de conducir real.
Pero no pienso dejar de intentarlo por ello.

No cambio de sentido, sólo me reincorporo a la circulación.
Tampoco soy tan tonta como para ir sin cinturón de seguridad;
y de momento llevo a mi lado a alguien en quien confío,
que tocará pedales si me ve en peligro.

En mi sala de curas tengo tres doctores honoris causa: M, J, A.
Son los mejores, así hace Dios las cosas. ¿Qué más puedo pedir?.
¿Acaso me queda ya algo que perder?
Pese a la cuerda afirmación del Principito,
yo creo que adelante, todo recto, a veces se puede llegar al destino.

viernes, 29 de abril de 2016

Por fin...

... encuentro unos minutos para escribir esta semana. El ritmo de mi vida se ha acelerado preocupantemente los últimos días. Las cosas se acumulan sin descanso una detrás de otra, hasta agotarme tanto que no tengo ni fuerzas para enchufar el ordenador. Disculpad, pues, mi ausencia de estos días. Voy a procurar empezar a decir que no de nuevo, o el cansancio podrá conmigo.

Para empezar, ayer me dí un homenaje, que dice Tusi. Y fui a saludar a tres de mis chicos de Vetusta Morla en persona. Esa gente que se cuela con sus acordes en mi casa y en mi vida de una forma tan cotidiana son personas concretas, a las que -si tengo ocasión- me gusta dar las gracias cara a cara. A estas alturas no hace falta que explique lo terapéutica que es la música para mí. Aunque esta vez apenas hablamos de canciones. Curiosamente el tema fue un libro, que desde ya recomiendo, y no en descarga pirata sino en papel impreso. Se llama "Memoria instantánea", y la filosofía que lo motiva tiene muchísimo que ver con varias de mis últimas entradas: ahora, ahí, ya...  Ellos, como yo, sienten que la única realidad que tenemos de verdad es el momento presente, y que por tanto es casi una obligación vivirlo con normalidad, sin ansiedad, pero disfrutándolo lo máximo posible. Lo malo del momento presente es que, en breve, se convierte en pasado: y si no habita en la memoria desaparece. Por eso quisieron guardar recuerdos, fotografías, escritos, impresiones, sentimientos, lecciones aprendidas en momentos instantáneos vividos durante su última gira, y agruparlos en un libro; de manera que todos esos instantes permanecieran de alguna manera presentes todavía, y no se perdiesen con el tiempo en el pasado. Una bonita forma de justificar este scrapbook que es "Memoria instantánea", del que os acabaré comentando algún fragmento, casi con total seguridad.

Algo parecido es este blog. Una memoria instantánea de cosas que me ocurren o que se me pasan por la cabeza. Cuando encuentras a alguien que ve las cosas como tú, te sientes bastante menos sola. Por eso sin más ya merecía la pena ir a darles las gracias personalmente. Os cuento que los chicos de Vetusta me parecieron simpáticos, amables, educados, sencillos, cercanísimos, y de una normalidad tan agradable que para nada roza ni de lejos la vulgaridad. Si me hubiese cruzado con ellos por la calle sin conocerlos, no me habrían llamado nada la atención. Y sin embargo ahí tenemos a unos currantes como la copa de un pino, que viven su trabajo con profesionalidad y con pasión a partes iguales, que se preocupan por hacer algo bonito que guste de verdad a otros, pero que parece que no acaban de creerse que, probablemente, son en la actualidad el mejor grupo de rock indie de este país.

Me llevo una lección de humildad. Unas ganas locas de aprender a hacer las cosas con la excelencia y a la vez con el disfrute con la que ellos las hacen. Y la primera foto de mi propia memoria instantánea, de ese momento presente de ayer, que ya es pasado, pero que aquí queda reflejado para que no se me olvide mañana.

domingo, 24 de abril de 2016

¿Creo en el amor?

En alguna ocasión, las personas que me rodean me han escuchado decir que no creo en el amor. Y se han sorprendido. Entiendo que la afirmación, así, sin más explicación, puede no sólo sorprender sino incluso escandalizar. Por eso voy a matizarla un poquito.

No creo en el amor que nos vende Hollywood. Estoy absolutamente convencida de que el cine ha hecho muchísimo daño a las personas, creando en ellas un imaginario colectivo de lo que debería ser el amor que realmente no existe. Es bastante más probable que me encuentre a Batman saltando por los tejados de las fincas que me rodean, que a Edward subiendo las escaleras de servicio de Vivian con un ramo de flores, para rescatarla de su vida en la calle y llevarla a vivir un amor idílico donde pasarán el día bebiendo champagne y comiendo fresas. Dudo seriamente que un Colin Firth se llegase a fijar jamás, en la vida real, en alguien como Bridget Jones. Queridos Hugh Grant y Julia Roberts: ¡cuánto daño ha hecho vuestro trabajo a la humanidad!. La vida no funciona así. ¡La de lágrimas que se han derramado descubriendo que el príncipe azul, en realidad, es gris!. Este tipo de películas deberían llevar un aviso al comienzo que dijera algo como "cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia", o "las autoridades sanitarias advierten que el consumo de este tipo de films puede producir a la larga efectos secundarios que dañen su salud afectiva e incluso psicológica". Sería al menos honesto.

En cambio sí puedo decir que he visto y vivido cosas. Cuando una persona regala a otra una edición limitada agotada de un disco imposible, con una dedicatoria que dice "era importante que lo conservaras tú para que todavía tenga más valor", ¿cómo se llama a eso?. Cuando alguien llora amargamente y tiene al lado a otro que la escucha con un silencio reverente, casi sagrado, ¿qué nombre le ponemos?. Cuando al final del pasillo de un hospital encuentras unos ojos familiares y un abrazo fuerte que te sostiene en pie, ¿cómo se puede definir lo que hay ahí?. Cuando puedes mostrarle a alguien tu lado más oscuro, tus pecados más vergonzosos, sin miedo porque sabes que nada va a cambiar que siga a tu lado, ¿no es eso amor?. Cuando, después de una baja, vuelves al trabajo y una de tus niñas te espera en la puerta para agarrarse a tu cuello con una sonrisa infinita, y te dice "te he echado mucho de menos", ¿no merece eso ser llevado a la gran pantalla?.

Creo en el amor, ¡por supuesto!. Pero en el amor real, del que he tenido experiencia tangible. Que se parece tanto al Amor de Dios como tan poco al amor romántico. Es más: creo que el amor es el motor de la vida, que no se puede vivir sin él como no se puede vivir sin aire. Creo en la amistad. Creo en la fidelidad. Creo en la honestidad. Creo en la gratuidad. No creo ser ni la mitad de buena de como me ve la gente que me quiere, pero sí creo que el amor que les lleva a verme así potencia mi valor, en los dos sentidos de la expresión. Creo que el amor cuesta, que el amor duele, y si no preguntadle a Aquel que me amó y se entregó por mí... a quien suplico, por su Gracia, que me ayude a romper mi frasco -como hizo aquella pecadora a sus pies (Mc 14, 1-9)- y dejar salir el nardo del amor que guardo contenido; sabiendo que, como ella, seré criticada pero que sólo así será redimida y tendrá sentido mi vida.


PD: Gracias, J: con la foto de "nuestro" disco dejo una prueba gráfica de que todo lo que cuento es cierto. El amor que simboliza es real, y recíproco. Dios te pague tanta emoción como me haces sentir.
PD2: Gracias, M: por acompañarme en este proceso de darme cuenta de las cosas, por repensar conmigo, por ayudarme a autocorregirme, por darme pista para correr y tiempo para hacerlo; pero sobre todo por estar ahí.
PD3: no me olvido de ninguno de todos los demás. ¡Os quiero!.

viernes, 22 de abril de 2016

Al final...

Porque...


Porque la vida está llena de canciones,
esta mañana levanto mi voz a Dios
con una tan antigua que es nueva.
Con un Silvio Rodriguez viejo que me rejuvenece.
Que trae a la memoria los primeros acordes
de mi primera guitarra.
Porque el camino ya empieza a ser largo, 
pero quedamos los que puedan sonreír...
Porque al final de este viaje estás Tú,
y eso hace que cada paso merezca la pena.
Porque estos años son el pasado del Cielo.
Porque eso es lo que quiero que a mi pequeña Hadasita
no se le olvide jamás.

En medio de la muerte hay Luz, mi niña:
que nada te asuste. Crecerás, te lo aseguro.
Seguirás llorando, y cayéndote, y levantándote, y cantando.
No tengas miedo, pequeña Hadasita.
Al final del viaje comienza EL CAMINO...

miércoles, 20 de abril de 2016

Superhéroes

Me gustan mucho. Muchos. Me fascina el aire sexy y chulesco de Ironman, luchando con los medios de su propia empresa contra los daños de su propia empresa. Me llama mucho la atención el malabarismo que hace con su fobia Batman, cómo consigue que sus enemigos teman a un murciélago tanto o más que él. Me encanta el idealismo juvenil de Spiderman. Me deja con la boca abierta Daredevil con esas super peleas a ciegas sin fallar un golpe, y sin dejar de recibirlo tampoco. Me gusta que los buenos acaben con los malos; incluso que los malos acaben con los malos, y por eso añado a Dexter a mi lista de superhéroes: si hay que ser un asesino en serie, mejor serlo de asesinos en serie. ¿Y quién no lleva un Hulk dentro que controlar?: a veces me pongo de un verde gigante... Me vuelven loca los superhéroes intelectuales, especialmente Sherlock Holmes: no hay nada más fascinante que un hombre inteligente. Me pasaría horas sentada a sus pies con la boca abierta, contemplando la rapidez de su ingenio y sus deducciones.

Sí. Me gustan mucho. Muchos. Pero me doy cuenta que todos tienen su punto débil, su talón de Aquiles. Todos tienen algún trauma no superado, una herida profunda, una enfermedad más o menos evidente. ¿Hará falta inventar un superhéroe que salve a los superhéroes?. ¡Pues sí!, y ya existe. Ellos lo han reconocido, bajo sus ropas humildes y su apariencia de hombre normal. Los niños también lo conocen bien. El día que la kriptonita derrote a Superman, o que se acabe la batería del corazón de repuesto de Ironman, o que la seño se caiga por la calle, o que el psicólogo coja una depresión, o que el cantante se quede afónico antes de un concierto, o que la mamá muera de un cáncer, o que el amigo fiel no sepa reconocer un SOS... ese día, no estaremos solos. Habrá esperanza en nuestro Gotham personal. Porque nuestro Superhéroe ya no muere más, y su poder es Omnipotencia, y su Amor por nosotros no tiene fin. Esta película de nuestra vida va a acabar con aplausos a lo bestia y todo el público de pie. Y, por una vez y sin que sirva de precedente, me encanta conocer el final de antemano, porque llena la acción de este miércoles cualquiera de esperanza cierta YA.

martes, 19 de abril de 2016

Vale, por esta vez


No se si soy positiva, ingenua, inconsciente, inmadura, 
o todo lo contrario.
Pero hoy me he caído, Me he hecho daño. 
Y me he curado los raspones, por supuesto.

Últimamente me caigo mucho.
Me consuela pensar que a los niños también les pasa.

Me trago lo que pienso, y me dejo llevar por lo que me serena;
y vale, por esta vez 
-y aunque no me salga mucho sonreír-
¡ahí voy de nuevo!
Herida y medio coja.
Que sea lo que Dios quiera.

sábado, 16 de abril de 2016

Yo lo llamo Amor

Sigo con mi lectura de "X", cada vez más defraudada. Presiento que el autor lo ha escrito en pleno subidón hormonal propio del enamoramiento, y le ha salido bastante monotemático comparado con otros libros anteriores. Pero pese a todo continúo sacándole juguillo. 

Aquí otra perlita que me ha gustado bastante, porque yo doy una importancia enorme a la lealtad: odio la infidelidad y la mentira que casi siempre la acompaña. He perdido a mucha gente con muchos valores en el camino, por fallar en ésto, porque para mí es fundamental. La definición de Risto al respecto es la siguiente: "Leal es alguien que jamás te pregunta por qué lo hiciste. No le interesan las razones, pues tus motivos tendrás. Si estás en un apuro se mete hasta el cuello contigo. Si te juzgan por lo que sea, testifica sin siquiera conocer el delito. Si llevas un cadáver en tu maletero, él se presenta con una pala. Si algún día te estrellas, él se lía a... (omito blasfemias) contra el que puso el muro ahí, a quién se le ocurre. Y si te encuentras una piedra enorme en tu camino, él se agacha, la levanta y te pregunta a quién hay que apedrear. Eso es lo que yo llamo amistad".

Querido Risto: yo no lo llamo amistad. No espero tanto de ningún amigo. Yo lo llamo Amor, así, en mayúscula. Porque sólo conozco a una Persona capaz de comportarse así conmigo. Y te quedas corto, porque Él llegó mucho más allá, mucho más arriba, a lo alto de una cruz. Por mí, sí. Por ti también, pero por mí y sólo por mí innegablemente, aunque tú no existieras. Me ha encantado en concreto la forma de expresar lo que está pasando ahora mismo entre Dios y yo: "Si llevas un cadáver en tu maletero, él se presenta con una pala". Enterrando cadáveres andamos. Éste huele, porque lleva ahí mucho tiempo, y la pala tiene nombre propio. Pero sólo el Amor es capaz de ayudarme a darle la correcta y merecida sepultura. Así, sin asustarse, con la cara bien alta y enjugándome las lágrimas de paso.

Sí. Yo lo llamo Amor. Así, en mayúscula. Yo lo llamo Dios. Y me voy a dormir tranquila, segura de que la lealtad existe, que es real; sabiendo que tengo a mi lado a Aquél que siempre es fiel.

miércoles, 13 de abril de 2016

Rara

Sí. Vale. Lo admito. Soy rara. ¿Y?. ¿Algún problema?
Me gusta hacer ganchillo, como las abuelitas.
Sí, es en serio. ¿Por?.
Prefiero a Enrique Bunbury que a Pablo Alborán,
The walkind dead a Anatomía de Grey, ¿pasa algo?
¿Que soy chicote?: puede, ¿importa a alguien?.
Tiendo la ropa en medio del comedor,
uso la tele para oír música,
me levanto a las 6 de la mañana y hago oración.
¿Que soy rara?: quizás. Que alguien me defina "raro".
Escribo más de lo que hablo,
leo más de lo que escribo,
pienso más de lo que leo...
¿poco habitual?: probablemente.
¿Malo?: no necesariamente.
Acepto "raro" como animal de compañía.
No me maquillo, no voy de compras, y no me interesa el amor.
¿Rompo estereotipos femeninos?: seguramente.
No me gusta la nata, no bebo alcohol, y no beso por compromiso.
No tengo play, ni wii, pero me gustan los solitarios.
Uso el diccionario a diario, pero nunca leo el periódico.
¿Rara?: si tú lo dices...
Voy a Misa: los domingos, y las fiestas, también las de no guardar.
Creo en Dios. Digo palabrotas. Y jamás uso pijama.
¿Incompatible?: creo haber demostrado que no.
Canto en voz alta: en la ducha, en el trabajo, por la calle.
Y sí, me miran. ¿Y?.
Lloro, y no me da vergüenza admitirlo.
También ronco, ¡qué le vamos a hacer!.
Soy adicta al estudio, a veces hasta lo hago por placer.
¿Rara?: vale. 
Unos dirán que rara. Otros que especial.
Supongo que la calificación no depende tanto de mí
como de los ojos que me juzgan.
Es miércoles y sigo contenta, aunque ya estoy agotada.
¿Que eso es raro?: pues acepto con agrado el título...

martes, 12 de abril de 2016

Ya

Después de "ahora" y "ahí", he descubierto una nueva palabra que despierta mi interés: "ya". Es lo que da la lectura: que casi sin querer amplías vocabulario. Hay palabras que parecen sinónimas pero tienen connotaciones distintas. Esto ocurre, por ejemplo, con ahora y ya. Ahora es un concepto más amplio: ahora puede hacer referencia a este momento actual, pero también a esta etapa de la vida; o a algo que va ocurriendo, desarrollándose entre hoy, mañana, la semana que viene... El ya es mucho más concreto. Ya es ahora en estado puro. Es, sin esperar ni un minuto más. Es la realidad actual, sin futuro, sin pasado. Como soberbiamente cantaba Freddy Mercury: "Lo quiero todo y lo quiero ya". Solo que a mí no me hace falta pedirlo: yo ya tengo mi ya. Es el regalo que Dios me da en cada momento. ¡Y que sea Risto Mejide el que tenga que venir a recordármelo, anda que no tiene narices!. Encuentro su libro "X" bastante flojito comparado con su brillante "El pensamiento negativo"; así que no recomiendo su compra, aunque sí su descarga. Tan parecido en estilo a mi blog que me hace gracia (aunque de contenido muy diverso), entre entrada y entrada encuentro párrafos que me merecen y mucho la pena. Y aquí el que ha despertado mi ya: "Tu regalo está cada vez que abres los ojos. Y cuando te despiertas, también. Tu regalo es eso que das por hecho que mañana vuelva a pasar sin habértelo ganado. Y eso no le resta valor. Es al revés, se lo da. Así que por un día, por una vez al año, hagamos ver que nos damos cuenta de nuestro mayor regalo, del único que realmente tenemos y es nuestro y nadie aún nos ha podido quitar. Admitamos que nuestro regalo es ahora. Celebremos que nuestro regalo es ya". 

Ya respiro. Ya estoy viva. Ya doy gracias a Dios por ello; y por ser mi ahí en cada ya. Ya no quiero dejar de prestar atención a ningún ya. Ya es bastante intenso para mí ahora. Así que ya me voy a la ducha. Y os deseo que tengáis un día bonito desde ya.

lunes, 11 de abril de 2016

Un lunes cualquiera

Hoy es un lunes cualquiera. Un 11 de abril, por ejemplo. Por casualidad, por conveniencia, por acuerdo. Podría ser también un 12 de mayo: cualquier día cualquiera me sirve. Quizás el hecho de ser lunes sea mejor, porque los lunes son más días cualquiera que los sábados, que por regla general suelen ser menos días cualquiera que cualquier otro día, también porque así lo ha convenido alguien. No importa. Lo que me va importando cada día más es la cantidad de posibilidades que esconde cualquier día. Por ejemplo, este lunes 11 de abril. Todavía no son las 10,30 de la mañana y ya he aprendido cómo se limpia una pipa, he repasado la literatura básica de Rosalía de Castro, he visto el mar desde la ventanilla del autobús, y he puesto a descargar una trilogía de Batman que tengo pendiente. No está mal para empezar. Sí, cierto: tengo nosecuántas horas de trabajo, otras de estudio, alguna de autoescuela, y cotidianidades cualquiera que debo hacer sí o sí. O no, ya veremos. En principio he decidido que sí, pero consciente de que en cualquier momento puedo levantarme de cualquier lugar y marcharme a hacer cualquier otra cosa. O marcharme a hacer otra cosa sin moverme de donde estoy, sólo con mi imaginación. O vivir lo que estoy haciendo de una manera diferente, con un ánimo tan distinto que lo cambie todo. La misma habitación, pero pintada de naranja en vez de negro. ¿Por qué no?.

Un lunes cualquiera. Un 11 de abril. No cualquiera va a hacer lo que yo, y ni de lejos lo va a hacer como yo. Es lo que tengo. Llámalo X. Me da igual. Una hadasitada, algo con mi estilo propio. A estas alturas de la semana, que las cosas salgan bien o no ya casi que me da lo mismo. Sólo quiero disfrutar en el camino, saborear los intentos. dar sentido a cada paso. Porque es lo único real que tengo. Porque es lo que esta mañana me ha regalado Dios. Y porque su Presencia y compañía, que son lo más común y cotidiano de mi vida, son a la vez lo más sorprendente y fascinante. ¿Quién se va a atrever a menospreciar una guardia de patio de un lunes cualquiera como hoy, si el propio Dios se apunta a hacerla conmigo?: mientras soñaremos despiertos con la siguiente cosa más o menos común que se nos ocurra para sacarle jugo a este lunes cualquiera.

domingo, 10 de abril de 2016

Estrenando web

Aunque todavía estoy en construcción, ya podéis acceder a la web de Hadasita.
La dirección es:
http://hadasita75.wix.com/hadasita
Espero opiniones, sugerencias, críticas constructivas...

jueves, 7 de abril de 2016

Mio


Andaba preguntándome si tiene mucho sentido seguir escribiendo aquí. Y me encuentro, no sólo con esta imagen, sino también con esto otro: "Esta terapia pública que supone escribir desnudándote para exhibir sin pudor y con valentía lo que te pasa por dentro". Así define Risto Mejide lo que hace en su libro "X". Creo que ha sido la palabra valentía la que me ha puesto de nuevo al pie del teclado.

Esto es lo que me pasa por dentro: que estoy cansada. Muy cansada. Esforzándome en todo sola al 200% el día entero. Y no lo acepto ya de más. El escaso tiempo libre que me queda quiero abrazarme a mi perra, escuchar mi música sin soniditos de whatsap de fondo, leer, rezar, y cuando pueda reírme, reírme mucho, sin hablar ni pensar ni recordar cosas, sin gente cerca que me haga hablar, pensar o recordar cosas. Y disfrutar este momento a mi manera sin tener por qué compartirlo con nadie. 

Aquí queda expresado este anhelo de tranquilidad, de soledad y de descanso. Reclamo mi tiempo como mio, mis silencios como respetables, y mi derecho a cuidar de mí misma por encima de la constante atención a los demás. Si alguien tiene más tiempo libre que yo, me alegro; pero el mio es demasiado escaso como para no darle el valor que se merece. Es cierto que escribir es para mí también algo terapéutico. Por eso hoy, pese a mis pocas ganas, la palabra "valentía" me ha animado a expresar esto. Mañana pondré algo o no, depende de muchas cosas que no me da la gana escribir. Dicho lo cual, me voy con mi Tesa al parque a seguir leyendo esa "X" en la que estoy encontrando cosas interesantes que sí me apetecen leer. Que os vaya bonito.

martes, 5 de abril de 2016

Hágase

Hágase el silencio en mis voces interiores.
Hágase la luz en mis tinieblas.
Hágase el valor sobre mis miedos.
Hágase el encuentro auténtico y sincero.
Hágase limpieza en el cajón del recuerdo.
Hágase el nuevo día, con lluvia o con sol.
Hágase el matrimonio entre emoción y razón.
Hágase la paz donde haya turbación.
Hágase la esperanza sobre la espera.
Hágase la confianza del que es niño.
Hágase la pureza más fuerte que la experiencia.
Hágase el amor con el Amor como ejemplo.
Hágase el hoy, mañana de un mal ayer.
Hágase el perdón sobre el rencor.
Hágase la persona sobre el instinto.
Hágase la libertad guardando la dignidad.
Hágase la amistad, la familiaridad, la incondicionalidad.
Hágase el silencio que custodia la música.
Hágase la verdad sobre la opinión.
Hágase la Palabra sobre parloteos y gritos.
Hágase Dios, resucitado, vivo, presente.
Hágase en mí. Como en María.
Hágase hoy. Hágase aquí. Hágase ahora.
Hágase.

domingo, 3 de abril de 2016

Dios es Misericordia

Cuando era niña aprendí aquella canción que decía: "Dios es Amor, la Biblia lo dice. Dios es Amor, San Pablo lo repite...". Bonita, y útil. Gracias a ella recuerdo perfectamente que la definición de Dios como Amor está en el capítulo 4, versículo 8, primera de Juan. 

Pasan los años, y las experiencias hacen que a la palabra "amor" le añadamos connotaciones diversas, y que al final nos cueste reconocer a Dios en esa definición; porque en el fondo sabemos que Él es mucho más que lo que hasta ahora hemos experimentado en los amores humanos, tan efímeros e insustanciales a veces.

Y llega un momento en la vida de la Iglesia que el Espíritu sopla y remueve las cosas. Y sin cambiar en absoluto la verdad de la esencia de Dios como Amor, le añade un adjetivo calificativo muy revelador: "Misericordioso". Ya no es cualquier tipo de amor: Dios es Amor Misericordioso. Nuestro Dios es el Dios de la Misericordia. No es una novedad, sino un recuerdo. Si leyésemos más los Evangelios recordaríamos que Lucas tiene su capítulo 15 dedicado a las parábolas de la Misericordia. Pero los católicos, bien cabezotas e inconscientes, tenemos la Biblia de adorno cogiendo polvo en nuestras estanterías. Algo sí deberíamos aprender de nuestros hermanos protestantes...

Como Dios es Amor y conoce nuestra masa, inspiró a Faustina Kowalska todo un tratado sobre su Misericordia. Y parece que sí, que el Diario de Faustina sí lo hemos leído más últimamente. Sobre todo desde que San Juan Pablo II declaró el segundo domingo de Pascua como fiesta de la Divina Misericordia. Sin dejar de recomendar fervorosamente la lectura de este diario, vuelvo al principio, a la Palabra y a la infancia. Y por expresa petición de Hadasita, para felicitaros la fiesta de hoy, os cuelgo esta parábola en lugar de algunos preciosos textos conmovedores que tienen Teresa de Jesús, Fray Luis de Granada, o la propia Faustina sobre la Misericordia de Dios, que podréis encontrar fácilmente en internet. Queridos niños que me leéis, también los niños adultos: el Amor Misericordioso de Dios es así:

sábado, 2 de abril de 2016

Cuestión antropológica II

Sigo dando vueltas a qué es lo que de específico tiene el hombre. Y he dado con algo que me distingue sustancialmente de mi querida Tesa. La capacidad de elegir. No me imagino a mi perrita decidiendo que la longaniza de pascua que ha quedado a su alcance no le conviene, porque es un exceso alimenticio para ella. Sin más la coge y se la come en un suspiro. Tampoco puede decidir ser más juguetona de lo que es, o no dormir aunque tenga sueño porque hay otras cosas más importantes que hacer. Su instinto la mantiene a mi lado, y me sigue hasta al cuarto de baño sin pensar que, a lo mejor, no es un lugar adecuado para acompañar a alguien. A mí me da ternura, pero reconozco que su inclinación natural es muy superior a su voluntad, que se reduce a apetencias del momento prácticamente inconscientes.

Sin embargo el hombre sí puede elegir. Puede elegir qué le conviene y qué no. Si seguir o no por un camino, aunque éste le lleve a dejar otros. Puede valorar moralmente las consecuencias de sus actos, y optar por llevarlos a cabo o no. Puede cambiar situaciones, enfrentar miedos, esforzarse en contra de sus inclinaciones. Y aun cuando no puede elegir qué hacer, sí puede decidir con qué actitud se va a tomar las cosas por las que va a tener que pasar. Si se deja hundir, o si se va a mantener firme; si va a apartarse a llorar o a salir a pasear y despejarse; si pedirá ayuda o se encerrará en sí mismo; si rezará o renegará de Dios...

A mí me ocurre que, pese a que estoy empeñada en practicar la prudencia con todas mis fuerzas, muchas veces los sentimientos me traicionan y meto la pata en cosas. No soy perfecta ni de lejos. Aun así, me alegra poder meter la pata, porque eso significa que también puedo sacarla. Y puedo decidir no flagelarme y, simplemente, aprender de la experiencia. Y en cada una de esas elecciones me hago menos animal y más persona. Descubrir esto, aunque sea a los 40 años y con mediaciones como las enseñanzas de Viktor Frankl, es toda una gracia de Dios. ¡Nunca es tarde si la dicha es buena!

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