sábado, 8 de julio de 2017

Fin de curso

Ha llegado el fin de curso.
Ha sido un año duro, difícil, agotador,
con una mudanza de por medio
y muchas cosas personales que no vienen a cuento.
Pero como cada fin de año,
igual que como cada noche en el examen de conciencia,
quisiera decirle al Señor tres palabritas:
gracias, perdón, y ayúdame más.

Gracias por mi trabajo.
Porque tengo trabajo. Porque es un buen trabajo.
Porque me hace ser mejor persona y mejor cristiana.
Porque si meto la pata puedo perdir perdón y sacarla
y aprender, como poco humildad.
Gracias por las manos tendidas,
por las palabras de apoyo en los momentos más duros,
por la fe en mi valía personal 
por encima de mis muchos defectos.
Gracias por la amistad.
Gracias por la ocasión de poder ayudar a otros,
por el privilegio de ser instrumento tuyo
entre los más pequeños.
Gracias especiales este año por R, 
por su cariño, y sobre todo por su ejemplo.

Perdón por los tropiezos, por los enfados, 
por el cansancio, por la ingratitud.
Por las veces que he perdido la paciencia.
Por las que he hecho daño aun sin querer.
Por los días que no he tenido fuerzas para más.
Por mis pecados: los públicos
y los que sólo Tú conoces.

Ayúdame más, Señor.
A tratar a los demás con el amor con el que Tú me tratas a mí.
A ser más generosa, sin condiciones.
A seguir sonriendo pese a las dificultades.
A no desesperarme si las cosas no salen como quisiera.
A recomenzar de tu mano después de cada tropiezo.
A aceptar que no llego a donde quisiera,
y que si llego a donde llego es gracias a Ti.

En tus manos, Señor, dejo mi fin de curso.
Si he aprobado o suspendido, Tú dirás.

viernes, 14 de abril de 2017

El lavatorio de... ¿los pies?

Jueves santo.
Muchas cosas que contemplar.
Quizás una que siempre me ha llamado la atención es ese lavatorio. Jesús arremangado, de rodillas frente al discípulo, con sus sucios pies entre sus benditas manos...
A veces, viendo al sacerdote en los Oficios hacer este gesto, me he preguntado si en algún momento podría sentir asco. Y si esto es posible en una celebración en la que, quienes van a lavarse, van ya bien limpitos y preparados, ¿fue posible también en aquella Última Cena en la que los Doce traían los pies como se los había dejado el duro camino?.
Mi respuesta es que no.
Y la justifico en lo siguiente:
nuestra soberbia, nuestro orgullo, nuestros odios, nuestras disputas, nuestros egoísmos, nuestros desprecios, nuestras mentiras, nuestras traiciones, nuestras desesperanzas, nuestras impurezas, nuestros abusos, nuestros silencios, nuestra falta de fe, nuestra comodidad, nuestra cobardía, nuestro desamor...
todas esas cosas ahí están, y Jesús las ve.
Nosotros, como aquellos leprosos, aquellos ciegos, aquellas prostitutas, aquellos publicanos, aquellos paganos, aquellos paralíticos, aquellos endemoniados, aquellas adúlteras, aquellos hombres y mujeres del Evangelio tan pecadores como tú y como yo, nos presentamos ante el Señor con... ¿los pies? ¡las almas! sucias, sucísimas.
Y Ėl no nos huye, no le repugnamos.
No, a Ėl no.
Y nos lava, los pies con agua,
las almas con Sangre.

"Haced esto en memoria mia".
Y el sacerdote hoy se ciñe la toalla,
se arremanga el alba y lava los pies.
Sí. El mismo sacerdote que se sienta día tras día en el confesionario donde nos espera otro lavatorio,
de amor y de perdón.
Gracias al Señor por este enorme regalo, y a los sacerdotes de mi vida por actualizarlo en mí.

miércoles, 12 de abril de 2017

La Verdad y sus consecuencias

Hay cosas que no conviene decir en voz alta.
Mejor que nadie lo escuche.
Es peligroso. Trae consecuencias.
A veces parece que te gusta provocar.
¿No te das cuenta que te estás pasando un poco?
No se puede ir de frente y soltar perlas como éstas:

- Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo.
- Soy yo, el que habla contigo.

- ¿Crees tú en el Hijo del hombre?
- ¿Y quién es, Señor, para que crea en él?
- Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.

- Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre.

- Desde ahora veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene sobre las nubes del cielo.

¿No lo ves? ¿No te das cuenta?
Te la estás jugando.
¡Calla y agacha la cabeza, como hacemos todos!
No seas insensato, imprudente, impopular...
¿No oyes los gritos en las calles?
¿No te asusta el rugido en la noche?

- ¡Ha blasfemado!
- ¡Es reo de muerte!
- ¡Crucifícale!

¡Pero dinos algo!
¿No ves que estamos muertos de miedo?
¿Cómo hacemos ahora para salvarte... para salvarnos?
Nosotros te queríamos.
Pero tu Verdad es peligrosa.
¿Hoy no vas a animarnos, a consolarnos?
Queremos escuchar de Ti
una Palabra que tranquilice nuestro espíritu
en la Hora, en el culmen de la Historia.
Y Tú nos miras con amor.
Y nos dices tres verdades como puños,
que nos dejan sin aliento,
con un incómodo sudor frío,
con un nudo en la garganta.

- Ni siquiera una hora habéis podido velar conmigo...
- Con un beso me entregas...
- Antes que el gallo cante me negarás tres veces...

viernes, 7 de abril de 2017

Menú de viernes de cuaresma


En eso estoy.

miércoles, 5 de abril de 2017

Tonta

Mi Señor: mira lo tonta que soy,
que a pesar de lo que me quieres
sigo asustada.

martes, 4 de abril de 2017

Recomenzar

Estaba equivocada.
No sé por qué tenía en la cabeza
la idea de que recomenzar era
retomar un camino perdido,
volver  a lo dejado y seguir caminando.
Pero no. Gracias a Dios no.
Ni tengo ni quiero tener
fuerzas para volver atrás.
Gracias a Dios, para recomenzar
no hay que retomar lo viejo.
Queda permitido tirar para siempre lo caducado.
Gracias a Dios se puede abandonar ese camino
y escoger otro diferente.
Y eso sí es recomenzar.
No es darle al play a un cronómetro
donde lo habíamos parado:
es poner el cronómetro a cero,
volver a contar: uno, dos, tres...
No vuelvo de una pausa:
vuelvo de un stop.
Y comienzo de nuevo.
Atrás queda el paisaje conocido,
con sus calles, sus gentes, sus costumbres.
Atrás también el dolor de dejarlo todo atrás.
Atrás los motivos por los que me planté.
Atrás las cosas como las hacía antes,
y por delante los nervios de la novedad.
Hoy coloco mis pies cansados 
sobre los pies llagados de Cristo
y le pido de todo corazón
que me bendiga, me consuele, me ayude. 
Que me proteja, que me cuide, que me sostenga.
Y que no se canse jamás de verme...

domingo, 2 de abril de 2017

Cuaresma

Esta cuaresma está siendo buena. Se van abriendo puertas nuevas. La bondad de Dios se impone, incluso sin esperarla. Y la confianza se renueva. Y el corazón se prepara para una Pascua personal, autėntica.

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