domingo, 24 de julio de 2011

Carmen, no peques más

El griterío de la gente, la desaprobación, el juicio humano…
La hipocresía en forma de piedras, de insultos, de escupitajos.
Los “justos” contra los injustos se ceban con el Justo.
Camino de la Cruz, Carmen y Jesús…

Y cae Jesús por vez primera.
Adulterio. Del tipo que sea. Carmen dijo “sí” e hizo no.
Fue pillada, juzgada y sentenciada.
Y la condena la cumple el Señor, sin haber delito en Él.
Castigado sin juicio justo.
Carga Dios con el pecado ajeno…
el de Carmen, el tuyo, el mío.
“Carmen: no peques más…” (Jn 8, 11).

Y Carmen se levanta. Y con ella Jesús.
La gente sigue gritando, cada vez más fuerte.
Sus palabras son claramente groseras.
Sus burlas, casi diabólicas.
El peso de la cruz crece.

Y cae Jesús por vez segunda.
Egoísmo. Del tipo que sea. Carmen dijo “tú” pero hizo yo.
Y nadie quiere perdonarla.
Nadie, salvo el Señor.
A derecha e izquierda, gente cargando piedras.
Sus gritos, aullidos de lobo hambriento.
Y en medio del Vía Crucis, ella, su pecado y Dios.
“Carmen: no peques más…”

Y Carmen se levanta. Y con ella Jesús.
Ambos agotados. Ambos destrozados.
Desollados por el pecado: el propio y el ajeno.
Mira el Señor compasivo a la gente del camino.
Y la cruz le va hundiendo de tanto peso asumido.

Cae Jesús por vez tercera.
Idolatría. Del tipo que sea. Dijo “Dios” y fue herejía.
Quiso vivir a lo grande - ¡como Dios!- pero sin Dios.
Oropel en vez de oro. Copo de nieve, no perla.
Saco roto, cisterna agrietada.
Carmen, ardor febril: pecado, caída, miseria.
Cristo, Amor sin fin: los clavos, la sangre, madera.


Muere Cristo en el Calvario.
Calla la Tierra dolida.
Lloran ángeles y santos.
Ya ha acabado la agonía.

El griterío ha cesado.
El juicio es piedra caída.
La muchedumbre ha marchado.
La luna gime a escondidas.

Y Carmen viste de fiesta.
¡Volvió la oveja perdida!
Su cuenta ya está saldada,
y la tuya, y la mía.

A precio de Sangre ajena
llega el perdón y la Vida.
Jesús, los brazos abiertos.
Mentira y muerte vencidas.

Con la sangre del Costado
Carmen limpia sus heridas.
“Yo tampoco te condeno:
no peques más, niña mía”.

Y en el banquete de bodas
la Mesa ya está servida.
La cuenta la pagó el Novio:
la novia está redimida.

2 comentarios:

Pascual dijo...

El que te ha bajado la nota he sido yo.

Es buena pero tú puedes hacerla sublime y desde luego, no conformarte con menos de 'muy buena'.

Hadasita dijo...

Tiene gracia, porque sin duda -junto la historia de Choco- para mí es lo mejor que he escrito, jeje. ¿Cómo la mejorarías tú?

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