lunes, 31 de marzo de 2014

La iglesia de los peros

Vivo en España.
Un país con una iglesia vieja,
llena de cristianos de nombre, sin ilusión, ni fuerzas, ni ganas.
Ni sienten ni padecen, y tampoco les importa.
Su pose son los brazos cruzados.
Sus pecados, los de omisión.
Las palabras bonitas, de tan vacías de obras se les hielan en los labios.
Una iglesia de peros, de excusas.
Una iglesia cobarde, que no se moja, que es infiel.
En mi iglesia los cristianos no oran.
Los agobios de la vida no les dejan tiempo para vivir.
Lo importante es desatendido en nombre de lo urgente.
El Evangelio coge polvo en las estanterías.
La misión le preocupa a cuatro gatos.
El derecho a la vida a cuatro gatos.
Las almas que mueren sin la gracia a tres.
En mi iglesia los criatianos no confiesan sus pecados.
Ni cielo ni infierno mueven a nada.
Y la caridad se reduce a ONGs.
En mi iglesia los cristianos encuentran tiempo para ver la tele,
para leer, para ir al gimnasio o salir a correr por la calle,
para defender los derechos de los animales,
para ir de compras, para quejarse
y para hablar, para hablar mucho de todo y de nada.
Pero no encuentran tiempo para adorar a Dios,
ni para llorar sus pecados, ni para denunciar la muerte del no nacido,
no encuentran tiempo para dejarse ver, para ser testimonio visible de su fe.
Es la iglesia de los peros.
La que los que no están donde deben pero son buena gente.
La de los que callan la Palabra pero ni roban ni matan.
La de los que temen la crítica y la burla pero tienen sus valores.
La de los que se justifican con todas las cien mil excusas posibles.
Una iglesia que me causa pena, vergüenza, dolor.
Una iglesia que, en su silencio,
se hace cómplice de esta sociedad injusta en que vivimos.
La iglesia de la mayoría, hecha vida por una minoría.
Una iglesia que siente a Dios lejos, porque está lejos de Dios.
Una iglesia tan vacía que tiene las iglesias cada vez más vacías.
Una iglesia que, de hecho, se ha rendido.
Una iglesia que no vive la comunión, que es mera agrupación eventual de soledades.
Una iglesia que, por no servir, no sirve para nada.
Una iglesia que no merece la mayúscula de la Iglesia de Cristo.
Una iglesia en la que yo cada día me siento más extraña.
Una iglesia que hoy quiero poner ante Dios, rogándole misericordia.


2 comentarios:

manuel alonso dijo...

Jueves 5 de junio 2014. No solo en España, también en otros países. Pongamos la barba en remojo y empecemos a cambiar ese tipo de iglesia por una más parecida a la que Cristo quiso fundar.

André Lotto dijo...

Jueves 5 de junio 2014. No solo en España, también en otros países. Pongamos la barba en remojo y empecemos a cambiar ese tipo de iglesia por una más parecida a la que Cristo quiso fundar.

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