domingo, 29 de mayo de 2011

Apología de lo efímero

Andando por el centro de Valencia, he encontrado una cosa en un escaparate que me ha llamado tanto la atención que hasta me he parado a mirar. Y eso es raro, pero muy raro en mí. Por supuesto no eran ni joyas, ni saldalias, ni bikinis: por esas cosas no me paro, y menos a echar una foto. Lo que he encontrado es una paradoja: "rosas naturales eternas". Algo falla. No me encaja. Espero que no sea posible...

La hermosura de la rosa cuenta con su carácter efímero (y si no, que le pregunten al Principito). Si fueran eternas, nadie se pararía a olerlas, a mirarlas, a regarlas, a regalarlas. Las rosas, como todo lo natural, pasan. ¡Gracias a Dios!. No quisiera ni imaginarme que tuviésemos que cargar con rosas vivas de amores muertos toda la vida; que los corazones no pudieran romperse; que los momentos de felicidad fueran eternos; que todo estuviera protegido por la certeza y la estabilidad. La vida sería el rollazo más insufrible, el castigo más tedioso. Pero no: todo pasa. Pasan los flechazos y pasan los desamores (las rosas que hoy llenan los jarrones, mañana van a la papelera); pasan los instantes de luz, de alegría, de éxtasis, y los de dolor, de sangre, de desdicha; y dan paso al camino, a la vida que sigue, como es lo natural, con rosas muertas y rosas nuevas. Y no hay lacas ni embalsamamiento de ningún tipo que nos mantenga este insante intacto para ser vivido más tarde. A una primavera le seguirá otra, pero no la misma. ¿No os parece maravilloso?

1 comentario:

Angel dijo...

de repente me vino: attt... y luego el aire se lo chelló (chissssss)
subitamente, sin mediar palabra: y cayó el chaparrón de verano
de improviso surgio de las sombras el gato... y aquella niña temerosa que volvía de la fiesta dio un respingo
como quien no quiere la cosa: estaban todos coreando el olé y ble pilló el toro
dormia a pierna suelta, placidamente y... sonó el reloj haciendole sacudir entre las sabanas...

pequeños instantes a lo eterno nos hilan... conscientes o no, asi son muchos los momentos que nos vivimos. la pretensión de programarnos queda presunbtuosa. y mucho mas la de encuadrar en bastidores cuadrados la chispa de lo espontaneo...
no somos ni tan logicos, ni tan sutiles, ni tan precavidos... solo tal vez, por un momento, un poco vamidosos...
¿eternizar una flor? de aporias estamos servidos, gracias.

¿me entendí lo que escribi? Bueno ¿y qué?

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