jueves, 21 de julio de 2016

El pollito



Me ha hecho mucha gracia la imagen. ¡Me siento tan identificada! Tal vez sea ese corte de pelo de estilo indefinido o ese culete redondete, pero creo que yo, vista desde atrás, ahora mismo me parezco bastante al pollito. Por otro lado, lo veo tirar hacia adelante, quizás sin tener demasiada idea de a dónde va -no parece en la foto que haya nada diferente más allá-, pero con una decisión que le hace... no andar, ¡correr!; ¡incluso volar un poquito, aunque todavía no sepa!. Y esa también soy yo. No se le ve intención de dar marcha atrás. Lleva una zancada decidida. Y no hay ninguna sombra de otros pollitos cerca: parece que va solo... parece. Algo le ha empujado a lanzarse al camino: ¿quizás una palabra? ¿tal vez una canción? ¿una necesidad de búsqueda de alimento, de saciar una sed, de... hacer pis? ¿un anhelo de cambio, de novedad; o un agotamiento por puro estancamiento? A lo mejor simplemente se ha perdido, y anda buscando seguridad. Quizás ha reconocido unas plumitas familiares delante y corre hacia ellas, hacia el encuentro con el/los otros. ¿Quién sabe?: yo, todavía, no. Pero me gusta la imagen, porque vista desde atrás, ahora mismo me parezco bastante al pollito...

1 comentario:

Angel dijo...

Como el calor me ha afectado un poco las neuronas,
te pongo unos ripios de carácter esdrújulo. Dicen:

En tiempos de los apostóles
los hombres eran tan barbáros
que se subían a los arbóles
y mataban a los pajáros...

Y la conclusión: Por todo eso
hay hombres que oyen a un pollo
y su piar les dice: impío, impío...

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