viernes, 24 de junio de 2016

Lo que nos decimos

Un pensamiento interesante:


A veces el peor de nuestros enemigos está en nuestra cabecita.
Esos monólogos interiores, en ocasiones tan crueles.
Interpretaciones, al menos la mitad de las veces irracionales.
A ver si acepto de una puñetera vez
que no soy la responsable del hambre en Camboya,
ni de la falta de conciencia con la que actúan algunos jefes,
ni de que, probablemente,
las segundas elecciones nos lleven a unas terceras.
Que el pasado, pasado está.
Que las decisiones tomadas las tomé por algo,
y mis motivos tienen valor y valores.
Que el futuro es Providencia.
Que lo que opinen los demás está de más.
Sí: a ver si aprendo de una vez por todas a decirme
otras cosas, ¿quién sabe?, quizás más objetivas:
como que mi trabajo es trabajo bien hecho;
que las curvas molan, y el blanco también;
que conduzco entre bien y muy bien; 
que los malos tragos pasan y hacen crecer;
que la paz tiene más que ver
con la suavidad del cuerpecito de Tesa
que con mi esfuerzo tenso por hallarla;
y que se pueden cambiar los monólogos interiores
por diálogos en oración con Aquél que nos habita.
No es una tarea fácil.
Dexter también tuvo que luchar mucho
contra su "oscuro pasajero".
Pero quizás sea un reto apasionante
que merezca la pena intentar... ¿no creéis?.

1 comentario:

Angel dijo...

Curioso como se curra el guionista la historia de DD.
Lo dice con colores: negro, blanco, rojo...
Negro es el primer disfraz de una media en la cabeza pero negro es el color de la ceguera de un mundo roto que ha de encontrar su camino hacia una nueva identidad...
Y entonces aparecen los malos espoleándole los ijares, todos, pero significados por el malo que ve el cuadro del conejo blanco en la tormenta de nieve... Ahí es cuando el prota ha de currárselo. Son idas y venidas, son los limites y la conciencia católica, son las preguntas de sus satélites compañeros sean éstos ordinarios o extraordinarios. Es la fragua hacia un estilo y hacia el personaje... Por fin llega el rojo, la sangre, la vida, todo el corazón en los puños, es aguantar el tirón y la estopa... rojo como la vida misma porque el lo ve todo así, como en llamas...
Y ahi estas tú y tus colores: negro porque hay que morir a lo viejo, a la bola atada al tobillo y al pozo que te ahoga; blanco como la pagina de propósitos a estrenar y del diseño, del plan para ya; el rojo... velocidad, intensidad, latido y vestido, como la hoguera que arde en este dia y que no quiere conocer el rescoldo...

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