viernes, 11 de marzo de 2016

Y de repente... Tusy

Son los caminos de Dios. ¿Quién los entiende?. Por algo dice la Palabra que sus designios son inescrutables. Ocurre que una escribe, más menos que más inspirada, cualquier cosa. Y no piensa que eso pueda llegar a alguien, o tener alguna repercusión. Y resulta que sí, que todo acto conlleva una responsabilidad. Yo lo he comprendido hoy con Tusy. He visto sus comentarios a varias de mis entradas. Siempre agradezco el feedback que se puede dar en un blog. Ojalá más personas comentasen cosas, porque me enriquecerían, y me harían más consciente de dónde me estoy equivocando o en qué cosas voy atinando.

Lo de Tusy ha sido curioso. Porque finalmente nos hemos podido conocer en persona. Y resulta que tenemos muchas más cosas en común de las que hubiese imaginado. Aunque somos bien distintas también. Ella es una mujer fuerte, valiente, luchadora, en un camino de búsqueda muy prometedor. Ama a los niños, le brillan los ojos de forma especial cuando habla de sus peques, y me pregunto si no será en realidad mi Hadasita lo que le ha gustado de estas páginas y no yo. ¡Me siento tan pobre!. Prometo a partir de ahora pensarme un poquito más lo que escribo, aunque mi vida es la que es y da de sí lo que da. Éste no es un blog de ficción. Me gusta la autenticidad. Por eso me gusta Tusy. Me encanta su anhelo de confianza, su juventud que es promesa de futuro, sus ganas de mejorar. A mí me gusta compartir, por eso escribo. Pero el valor de lo que escribo está más en quien me lee que en mí. Aunque de repente Dios me sorprenda, como decía Santa Teresa, dorando mis culpas y haciendo valer alguna virtud que Él mismo ha puesto en mí para que me luzca. Tomar conciencia de esto me hace más humilde. 

Gracias, Tusy, por tu amistad brindada en bandeja de oro, y por leerme con tu mirada limpia, en busca de lo bueno que todavía llevo dentro. Por ti y otra gente como tú intentaré ser mejor. Un abrazo enorme.

8 comentarios:

Angel dijo...

Tusy... los amigos de mis amigos son mis amigos. Eso para empezar. Y para seguir: el tren de monterde y el Señor con la oreja verde ¿?
¿Cómo que no te lo sabes? Ay! menos malo que Hadasita te lo puede contar... vaale te doy una pista: Rodari...Gianni, de pila se llama

Hadasita dijo...

Un día, en el expreso Soria-Monteverde,
vi subir a un hombre con una oreja verde.

Ya joven no era, sino maduro parecía,
salvo la oreja, que verde seguía.

Me cambié de sitio para estar a su lado
y observar el fenómeno bien mirado.

Le dije: Señor, usted tiene ya cierta edad;
dígame, esa oreja verde, ¿le es de alguna utilidad?

Me contestó amablemente: Yo ya soy persona vieja,
pues de joven solo tengo esta oreja.

Es una oreja de niño que me sirve para oír
cosas que los adultos nunca se paran a sentir:

oigo lo que los árboles dicen, lo que los pájaros cantan,
las piedras, los ríos y las nubes que pasan.

Así habló el señor de la oreja verde
aquel día, en el expreso Soria-Monteverde.


Gianni Rodari

Angel dijo...

Como la bloguera me acaba de comunicar que aprobó el teórico de conducir y, aprovechando que Tusy tiene niños... dejo aquí un cuentecillo para una noche de éstas. Se titula: Juan el distraído.

- Mamá, voy a dar un paseo.
- Bueno, Juan, pero ve con cuidado cuando cruces la calle.
- Está bien, mamá. Adiós mamá.
- Eres tan distraído...
- Sí, mamá. Adiós, mamá.
Juanito se marcha muy contento y durante el primer tramo de calle pone mucha atención.
De vez en cuando se para y se toca.
- ¿Estoy entero? Sí - y se ríe solo.
Está tan contento de su propia atención, que se pone a brincar como un pajarito, pero
luego se queda mirando encantado los escaparates, los coches y las nubes, y, lógicamente, comienzan los infortunios.
Un señor le regaña amablemente :
- ¡Pero qué despistado eres! ¿Lo ves? Ya has perdido una mano.
- ¡ Anda, es cierto! ¡Pero que distraído soy!
Se pone a buscarse la mano, pero en cambio se encuentra un bote vacío y piensa : "¿Estará vacío de verdad? Veamos. ¿Y que había dentro antes de que estuviese vacío? No habrá estado vacío siempre, desde el primer día..."
Juan se olvida de buscar su mano y luego se olvida también del bote, porque ha visto un perro cojo, y he aquí al intentar alcanzar al perro cojo antes de que doble la esquina, va y pierde un brazo entero. Pero ni siquiera se da cuenta de ello y sigue corriendo.
Una buena mujer lo llama:
- ¡Juan, Juan!, ¡tu brazo!
Pero ¡quiá!, ni la oye.
- ¡Qué le vamos a hacer! - suspira la buena mujer -. Se lo llevaré a su mamá.
Y se dirige hacia la casa de la mamá de Juan.
- Señora, aquí le traigo el brazo de su hijito.
- ¡Oh, que distraído es! Ya no sé qué hacer ni qué decirle.
- Ya se sabe, todos los niños son iguales.
Al cabo de un rato llega otra buena mujer.
- Señora, me he encontrado un pie. ¿No será acaso de su hijo Juan?
- Sí, es el suyo, lo reconozco por el agujero del zapato. ¡Oh que hijo tan distraído tengo!
Ya no sé qué hacer ni qué decirle.
- Ya se sabe, todos los niños son iguales.
Al cabo de otro rato llega una viejecita, luego el mozo del panadero, luego un tranviario, e incluso una maestra retirada, y todos traen algún pedacito de Juan: una pierna, una oreja, la nariz.
- ¿Es posible que haya un muchacho mas distraído que el mío?
- Ah, señora, todos los niños son iguales.
Finalmente llega Juan, brincando sobre una pierna, ya sin orejas ni brazos, pero alegre como siempre, alegre como un pajarito, y su mamá menea la cabeza, se lo coloca todo en
su sitio y le da un beso.
- ¿Me falta algo, mamá? ¿He estado atento, mamá?
- Sí, Juan, has estado muy atento.

... sólo un comentario: Mr.Despiste soy yo. Pero esta mañana tras la comunión pedí a mi Buen Dios por una intención y lo hice con mucho de eso... para su gloria lo pongo de manifiesto.

Angel dijo...

Otro cuento para la bloguera porque me acaba de decir que al aprobar el teórico a la primera le dan premio especial... Ahi va: de números...


- Socorro, socorro - grita huyendo un pobre Diez.
- ¿Qué hay? ¿Qué te pasa?
- ¿Pero es que no lo veis? Me persigue una Resta. Si me alcanza, estoy perdido.
- Anda, perdido…
Dicho y hecho: la Resta ha atrapado al Diez y le salta encima repartiendo estocadas con su
afiladísima espada. El pobre Diez pierde un dedo, y luego otro. Afortunadamente para él
pasa un coche extranjero así de largo; la Resta se vuelve un momento para ver si conviene
acortarlo y el buen Diez puede tomar las de Villadiego, desapareciendo por un portal. Pero
ahora ya no es un Diez: sólo es un Ocho y además le sangra la nariz.
- Pobrecito, ¿qué te han hecho? Te has peleado con tus compañeros, ¿verdad?
“Mi madre, ¡sálvese quien pueda!”, se dice el Ocho.
La vocecilla es dulce y compasiva, pero se trata de la División en persona. El
desafortunado Ocho balbucea “buenas tardes” con voz débil e intenta volver a la calle,
pero la División es más ágil y de un solo tijeretazo, ¡zas!, le corta en dos trozos: Cuatro y
Cuatro. Uno se lo mete en el bolsillo, pero el otro aprovecha la ocasión para escapar,
regresa corriendo a la calle y sube a un tranvía.
Hace un momento era un Diez -llora- y ahora, miradme. ¡Un Cuatro!
Los estudiantes se alejan precipitadamente; no quieren saber nada con él. El tranviario
murmura:
- Ciertas personas deberían tener por lo menos el buen sentido de ir a pie.
- ¡Pero no es culpa mía!- grita entre sollozos el ex Diez.
- Sí, claro, la culpa es del gato. Todos dicen lo mismo.
El Cuatro baja en la primera parada, colorado como un sillón colorado. ¡Ay! Ha hecho otra
de las suyas: ha pisado a alguien.
- ¡Disculpe, disculpe señora!
Pero la señora no se ha enfadado; es más, sonríe. Vaya, vaya, ¡si es ni más ni menos que la
Multiplicación! Tiene un corazón así de grande y no soporta ver infelices a los demás: se
sienta y multiplica al cuatro por tres, y he aquí un magnífico Doce, listo para contar una
docena de huevos completa.
– ¡Viva! -grita el Doce-, ¡estoy aprobado! Aprobado más dos.


Ea, a dormir, si es que te deja la adrenalina!
De todos modos inténtalo que el triunfo ya lo celebraremos...

Hadasita dijo...

GRACIAS!!!! El último cuento me ha encantado. ¡Vivan los 12!. Mis amigos sois un 20...

Tusy dijo...

Y de repente, Hadasita. Llevas años poniendo palabras a pensamientos, sentimientos, opiniones y creencias que yo no había sido capaz de ordenar o decir en voz alta, ¡y yo sin saberlo! Tus entradas están siendo para mí motivo de oración, inspiración para el cambio, esperanza en la deriva. No te sientas pobre porque hay una riqueza inigualable en ellas. Tu autenticidad y tu fe mana en abundancia a través de tus palabras, y llena, llena mucho.
Ha sido emocionante cómo la Providencia me ha llevado hasta ti, y como tú has aceptado ese guiño de Dios (¡gracias, inmensamente gracias por tu Sí, por querer ser lápiz en sus manos para ayudarle a escribir mi historia!) y me has acogido como amiga. Dentro de lo surrealistas que en determinados momentos hayan podido parecer tantísimas coincidencias, se notaba la escalofriantemente tierna presencia de Dios detrás de todo esto. Nunca deja de sorprenderme este Señor Nuestro, ni de erizarme la piel con las cosas que hace y su manera de hacerlas.
No me considero fuerte, ni valiente, ni luchadora, sino que sé a ciencia cierta que Dios se hizo débil y paciente por mi amor para hacerme fuerte y valerosa, como decía Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz sobre la gracia que recibió en la Navidad de 1886. Es Él quien me reviste de sus armas, por tanto, no soy yo la valiente, fuerte y luchadora, sino es Él que habita en mí.
Agradezco enormemente que hayas dicho que Sí a este encuentro personal que Dios ha provisto, por ponerte a mi disposición, por brindarme tu mano de manera tan sincera, por abrirme tu corazón. Cuenta también tú conmigo para lo que necesites, no sé bien qué puedo aportarte, pero si está en mi mano, lo tendrás. Un abrazo y la paz de Jesucristo.

Tusy dijo...

¡Ángel! Todo un honor que me ofrezcas tú también, tu amistad. ¡Gracias! Aquí me tienes a mí también... ¿Nos conoceremos pronto también?
Me encantan los cuentos que me habéis contado, ¡cuánto jugo se les puede sacar! Se los contaré a mis peques estas noches, antes de dormir y después de nuestras oraciones. 
Me has traído recuerdos de la infancia, de las tardes en la biblioteca leyendo... Leí muchas historias de Gianni Rodari, recuerdo sus "Cuentos por teléfono", y algunos sueltos en algún libro de texto de Lengua de mis primeros años de escuela. Ya no lo recordaba, y me hace tantísimo bien...
Ya que hoy va de cuentos, os voy a contar uno archiconocido, que tiene más años que el hilo negro, pero que es uno de mis preferidos, también de mis peques, que cada dos por tres me dicen:-"¡Mami, hoy el de Margarita!"

A MARGARITA DEBAYLE

Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento.
Margarita, te voy a contar
un cuento:

Esto era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita, como tú.

Una tarde, la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.

La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla,
una pluma y una flor.

Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.

Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.

Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
más lo malo es que ella iba
sin permiso de papá.

Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.

Y el rey dijo: —«¿Qué te has hecho?
Te he buscado y no te hallé.
Y, ¿qué tienes en el pecho
que encendido se te ve?».

La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
—«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».

Y el rey clama: —«¿No te he dicho
que el azul no hay que cortar?.
¡Qué locura!, ¡Qué capricho!...
El Señor se va a enojar».

Y ella dice: —«No hubo intento;
yo me fui no sé por qué.
Por las olas, por el viento,
fui a la estrella y la corté».

Y el papá dice enojado:
—«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo y lo robado
vas ahora a devolver».

La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.

Y así dice: —«En mis campiñas
esa rosa le ofrecí;
son las flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».

Viste el rey pompas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.

La princesita ya está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.

(Rubén Darío)

          * * *

Hadasita, no sé por qué, Margarita me recuerda a ti... Te lo dedico aunque no sea mío, y te prometo que algún día te escribiré uno.
Abrazos de paz a los dos.

Hadasita dijo...

Tusy: compré "Rubén Darío para niños" en Nicaragua, y siempre me encantó "Margarita". Otra casualidad más, jeje :)

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