sábado, 2 de abril de 2016

Cuestión antropológica II

Sigo dando vueltas a qué es lo que de específico tiene el hombre. Y he dado con algo que me distingue sustancialmente de mi querida Tesa. La capacidad de elegir. No me imagino a mi perrita decidiendo que la longaniza de pascua que ha quedado a su alcance no le conviene, porque es un exceso alimenticio para ella. Sin más la coge y se la come en un suspiro. Tampoco puede decidir ser más juguetona de lo que es, o no dormir aunque tenga sueño porque hay otras cosas más importantes que hacer. Su instinto la mantiene a mi lado, y me sigue hasta al cuarto de baño sin pensar que, a lo mejor, no es un lugar adecuado para acompañar a alguien. A mí me da ternura, pero reconozco que su inclinación natural es muy superior a su voluntad, que se reduce a apetencias del momento prácticamente inconscientes.

Sin embargo el hombre sí puede elegir. Puede elegir qué le conviene y qué no. Si seguir o no por un camino, aunque éste le lleve a dejar otros. Puede valorar moralmente las consecuencias de sus actos, y optar por llevarlos a cabo o no. Puede cambiar situaciones, enfrentar miedos, esforzarse en contra de sus inclinaciones. Y aun cuando no puede elegir qué hacer, sí puede decidir con qué actitud se va a tomar las cosas por las que va a tener que pasar. Si se deja hundir, o si se va a mantener firme; si va a apartarse a llorar o a salir a pasear y despejarse; si pedirá ayuda o se encerrará en sí mismo; si rezará o renegará de Dios...

A mí me ocurre que, pese a que estoy empeñada en practicar la prudencia con todas mis fuerzas, muchas veces los sentimientos me traicionan y meto la pata en cosas. No soy perfecta ni de lejos. Aun así, me alegra poder meter la pata, porque eso significa que también puedo sacarla. Y puedo decidir no flagelarme y, simplemente, aprender de la experiencia. Y en cada una de esas elecciones me hago menos animal y más persona. Descubrir esto, aunque sea a los 40 años y con mediaciones como las enseñanzas de Viktor Frankl, es toda una gracia de Dios. ¡Nunca es tarde si la dicha es buena!

3 comentarios:

Angel dijo...

En este parloteo sobre el ser específico de lo humano... sobre la quintaesencia y mismidad que somos, argumento con el auxilio poético del amigo Paco Quevedo y Villegas, pluma de oro que nos retrata primero los accidentes más comunes de la vida en esta carne nuestra... Caricatura si se quiere y visión ramplona del zoon bipedo y politikon implume. Disfrútala como va:

La vida empieza en lágrimas y caca,
Luego viene la mu, con mama ycoco, 
Síguense las viruelas, baba y moco, 
Y luego llega el trompo y la matraca.

En creciendo, la amiga y la sonsaca,
Con ella embiste el apetito loco, 
En subiendo a mancebo, todo es poco, 
Y después la intención peca en bellaca.

Llega a ser hombre, y todo lo trabuca, 
Soltero sigue toda Perendeca, 
Casado se convierte en mala cuca.

Viejo encanece, arrúgase y se seca, 
Llega la muerte, todo lo bazuca, 
Y lo que deja paga, y lo que peca.


Segundo round y nuevo autor, Ximo para los amigos, Joaquín María Bartrina para su merced... Nos ayuda a entender que si de cintura para abajo somos comunes, en dirección a la cabeza algo menos animales somos o podemos compararnos con cierto aire aristocrático... Por eso el latinajo: De omni re scibili... que habla del humano uso de la sesera...

¡Todo lo sé! Del mundo los arcanos
ya no son para mí, 
lo que llama misterios sobrehumanos
el vulgo baladí... 

Sólo la ciencia a mi ansiedad responde, 
y por la ciencia sé 
que no existe ese dios que siempre esconde 
el último por qué. 

Sé que soy un mamífero bimano
(que no es poco saber) 
y sé lo que es el átomo, ese arcano
del ser y del no ser. 

Sé que el rubor que enciende las facciones
es sangre arterial; 
que las lágrimas son las secreciones
del saco lacrimal; 

que la virtud que al bien al hombre inclina
y el vicio, sólo son
partículas de albúmina y fibrina
en corta proporción; 

que el genio no es de Dios sagrado emblema, 
no, señores, no tal; 
el genio es producto del sistema 
nervioso cerebral, 

y sus creaciones de sin par belleza 
sólo están en razón 
del fósforo que encierra la cabeza, 
¡no de la inspiración! 

Amor, misterio, bien definido, 
sentimiento, placer…
¡palabrotas vacías de sentido 
y sin razón de ser!... 

Gozar es tener siempre electrizada 
la médula espinal, 
y en sí el placer es nada o casi nada, 
un óxido, una sal. 

¡Y aun dirán de la ciencia que es prosaica! 
¿Hay nada, vive Dios
bello como la fórmula algebraica
C = πr²? 

¡Todo lo sé! Del mundo los arcanos
ya no son para mí, 
lo que llama misterios sobrehumanos
el vulgo baladí...

Mas ¡ay! que cuando exclamo, satisfecho: 
"¡Todo, todo lo sé!" 
Siento aquí, en mi interior, dentro mi pecho
un algo… un no sé qué...!

Tú atinaste otro punto en la escala, el de la autodeterminación y uso del albedrío que nos hacer emprender rumbos y aventuras y adentrarnis por ahi es los latidos del corazón y del ánima... No digo que esté mal, no. Pero para mi que aún olvidamos áreas y contornos. Por ejemplo lo familiar y lo social, entendido no sólo como fenómeno gregario de manada sino con todo lo que conlleva ser bicho relacional, generador de vínculos e historias, de memorias y leyendas, de fiestas y victorias... Sí, el hombre entendido en el contexto del ágora del pueblo en el día laborable del mercado y también de la feria con flauta y tamboril; y en el tiempo de cosechas, de trabajo febril y los festivos con baile o paseo, con torneo deportivo o en máquinas veloces un viaje divertido...

Angel dijo...

Y aún faltaría complementar el homo ludens con ese que es filósofo y piensa y barrunta y pregunta mirando en la noche esas esferas: Ahí mi paisano Gabriel y Galán, lo clava certero con la lengua castúa/extremeña... Me vale para expresar el "conceto".... Por cierto, desentrañando el animus se perfilan nuevos dibujos que nos aupan y remontan -como salmones río arriba- a otro punto de origen, a otra especificidad en grado trascendente...

¡Qué nochi tan rica! 
¡Qué luna tan guapa! 
Cuantis llega esti tiempo, compadri, 
no me jago a dormil en mi casa. 
Me agino en el patio, 
me asfixio en la sala, 
los violeros me jacin ronchonis, 
me ajogan las mantas 
y p'alivio me pongo möorro
cuando da en guarreal la muchacha 
y su madri en cantali al oído 
sin chispa de gana. 
¡Y luego un bochorno 
que dan cuasi ansias! 
-¡No sigas p'lanti, 
que lo mesmo, lo mesmo me pasa! 
-¡Te digo que hay nochis 
que no pueo pegal la pestaña! 
Justamenti me queo traspuesto 
cuando va a clarear la mañana, 
¡y asín me levanto 
con los ojos que escuecin que rabian, 
los güesos molíos, 
la cabeza que asín se me anda 
y una derrengueta 
que no pueo englestalmi en la cama! 
Pero n'amás que vieni el güen tiempo 
me esmonto de casa. 
La mujel se esconfía que ajuyo 
d'ella y la muchacha 
pa roncal ondi naide me espierti 
y ondi hayga frescanza; 
pero yo, pa si cuela, le igo: 
«¡Quedrás que en la cuadra
se empocheza la pobri la burra 
u quedrás que se acabi de flaca! 
Bien de mal se me jaci de nochi 
jechal caminatas 
y aguantal con el cuerpo el recencio 
de por las mañanas; 
pero a vel: si embochamos la burra 
en el tiempo mejol pa que paza; 
me dirá que sigún es el cuido 
le jechi la carga... 
¡Y así se la enreo 
cuando dici que ajuyo de casa! 
¡Qué noche tan rica! 
¡Qué luna tan guapa! 
No hay na que me sepa 
como estalmi tumbao a la larga 
mirando p'al cielo 
y escuchando cantar la caraba, 
los capachos, los bujos, los grillos 
y también las ranas, 
cuando cantan asín algo lejos, 
que ampié de las charcas 
me ponin möorro 
con aquel sonsoneti que arman. 
¡Mia que está una nochi... 
jasta allí de clara!... 
¿Quién habrá jecho aquello de arriba? 
¡Mia que es cosa guapa! 
¡Mentira paéci 
que no se mos caiga, 
porque mira que están las estrellas 
en el airi n'amás! 
¡Y cuidiao que son unas pocas! 
¡Y cuidiao que están todas altas, 
que si se cayeran 
bien nos estripaban! 
Y la luna también. ¡Mia que es cosa! 
¡Qué bien jecha que tiene la cara! 
¡Esa si que paeci imposibli 
que no se mos caiga, 
porque está como casi esprendía 
si te queas parao a mirala! 
¡Mia que es cosa esa! 
¿Quién dirás que la ha jecho! 
-¡Pus vaya 
con unas preguntas 
que jacis tan cándidas! 
¿Pus quién jizu el mundo? 
¡Pus Dios! No sé n'amás, 
porque estoy cuasi ya trascordao 
de cómo lo jizu, que bien lo galraba 
cuando anduvi de chico a la escuela 
aprendiendo esas cosas tan guapas. 
Pero tienis al mi Gelipino 
que ahora mesmo de golpi te galra 
qué jizu Dios hoy, 
qué jizu mañana, 
qué jizu el desotro..., 
y asín te lo acaba. 
Yo no pueo palralo seguío, 
porque ya la memoria me falla, 
y además se me enrea la lengua 
con tantas palabras. 
cintinúa...

Angel dijo...


-¡Lo mesmo, compadri 
lo mesmo me pasa! 
Se me jaci un ñúo 
que no pueo siquiá meneala 
cuantis güeli que vienin en ringla 
dos palabras u tres de las malas. 
Pero mira, también yo me acuerdo 
de que altoncis asín lo enseñaban, 
y siempre se ha oído 
de que Dios jizu el mundo...
-Y mos basta 
sabel quién lo jizu; 
eso sé yo n'amás. 
-¡Es que no falta genti de estudio 
que se poni a lleval la contraria! 
Mos estaba jerrando las bestias 
hogaño en la plaza 
don Silvestre, el albéital, pa dilnus 
a la Virgen del Valle, a pujala. 
¡Juy, Dios, si lo oyis! 
¡Juy, cómo galraba! 
Daba gusto oílo, 
pero daba tamién repunanza, 
porque jizu tamién de la Virgen 
asín como guasa. 
Yo no pueo explicalti el sentío 
de tantas palabras 
pero vinon a dal a que el mundo 
no lo ha jecho el de arriba y que n'amás 
que él solu se ha jecho, 
pero asín, sin que nadie lo jaga. 
¡Mia que es cosa esa 
también algo parda! 
Entavia le dijo 
tío Prudencio con alguna guasa: 
«¡Jaga usted las bolas 
más chiquinas, que asín no mos pasan!» 
¡Juy, cómo se pusu! 
Mos llamó genti bruta de rabia, 
y mos dijo: «¡El que puea, que aprenda, 
que yo tengo pa mí que me basta!» 
-¡Pus más le valía, 
ya que tanto jabla, 
aprendel a curalmos las bestias, 
polque a mí me queó sin pollanca, 
y a Ginio sin burro 
y a ti sin guarrapa!... 
-¡No la mientes, porque un gabarruño 
se me jacin las tripas de rabia! 
Di que no jue acuerdo, 
cuando tanto galraba en la plaza, 
pero ya verás tú si le igo 
cuantis yo me lo jechi a la cara: 
¡No se jabla tan mal del de arriba 
pa jechalsi usté mesmo alabancias, 
que la genti tamién comprendemos 
lo que ca uno jaga, 
lo que ca uno envente, 
lo que ca uno valga. 
Y si no, ya ve usté, yo le pongo 
esta comparanza: 
¡El de arriba mos da los ganaos 
y usté mos los mata!»

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