En los comentarios de la entrada anterior se solicita una definición del amor.
Voy a tratar de hacer un acercamiento por vía negativa. Me explico: decir lo que no es el amor acota la realidad de lo que sí es.
Me siento capaz de hacerlo, porque aunque todavía no tengo experiencia positiva, sí tengo una idea bastante clara de qué es lo que no busco...
Diré pues que el amor no es sexo, aunque el sexo pueda ser expresión del amor. La ausencia de sexo también puede ser expresión del amor.
El amor no es eros, enamoramiento (lo siento por Cupido); porque el enamoramiento es involuntario y pasajero. Los flechazos se esfuman como el humo.
El amor no se rompe. No hay discusiones, tormentas, golpes, heridas capaces de acabar con algo que es más fuerte que la muerte. Si se rompe no era amor, aunque se le pareciera.
El amor no anula la propia individualidad, aunque unifica. La felicidad de uno es la felicidad del otro. Yo soy más yo siendo para tí, siendo mejor para tí.
El amor no es ciego. Es una decisión de la voluntad, libre y por lo tanto responsable.
El amor es más exigente que el egoísmo, por eso duele. Machaca la soberbia de raíz.
El amor es más fuerte que la pasión, por eso purifica. Si la pasión enloquece, el amor libera.
El amor no correspondido es una farsa. Amor saca amor. El amor en soledad no puede desarrollarse, se ahoga, muere y mata. El mismo Amor en persona, que es Dios, reclama nuestra correspondencia en amor con todo el corazón, con toda el alma, con todo el ser: nada más... y nada menos.
El amor no es infiel ni pasajero; es definitivo: sólo tú, y siempre tú.
El amor no tiene miedo al compromiso; al contrario: lo desea, lo busca, con autenticidad, con plena libertad. Porque el amor es pertenencia recíproca: nos cuidamos, nos queremos, nos exigimos, nos apoyamos, nos corregimos, los dos juntos, como en un beso.
El amor no se esconde, porque es puro.
El amor no puede alejar de Dios, porque es su fuente.
Podéis añadir más vosotros. Yo, de momento, lo dejo ahí. Aunque el tema continuará, sin duda.
Querido príncipe gris: si al leer esta entrada sientes que el corazón te pide algo bastante parecido, piensa que a lo mejor estás más cerca de lo que creemos...
Nota para Anne: el matrimonio sí da la felicidad, si es respuesta generosa a una vocación de Dios. Aunque, por supuesto, la vocación de cada cual es única e irrepetible. Cada caminante siga su camino...