No me queda otra que lanzar al viento mil trillones de piropos a mi Tesa,
porque además de ser la más linda, tierna, peluda, besucona, lista y amorosa del mundo,
porque además de ser la más linda, tierna, peluda, besucona, lista y amorosa del mundo,
de tener el pelo más finito, la trufita más redondita, la lengua más larga, la mirada más profunda,
es el único ser vivo que se preocupa por mí siempre, a cada instante, pase lo que pase, esté como esté.
La única. Sin excepciones. Sin interrupciones.
Y que no me venga nadie con cuentos tipo "los animales no entienden, se mueven por puro instinto". Trola de la gorda. Mi Tesa entiende, ¡vaya que si entiende!, bastante más que la mayoría de seres humanos, que de humanos tienen el título y se ahorran el derecho a ejercer, no vayan a cansarse.
Si a alguien se le ocurre decir que cuando mi bichito se acerca a hacerme mimos porque me ve llorar, en realidad me hace la pelota porque yo soy la que le da la comida, le llamaré capullo a la cara;
así, con todas las letras.
Visto cómo la peña se esfuma en cuanto una empieza a sufrir por el motivo que sea;
visto que la amistad dura menos que la espuma, que las palabras se las lleva el viento,
que obras son amores, y que sé de más de uno que a estas alturas ya no me llama por pura vergüenza,
no me queda otra que lanzar, contra viento y marea, mil trillones de piropos contra este ser vivo,
cuya capacidad empática deja sin habla a algún que otro psicólogo,
y cuya ternura sobrepasa lo esperable en un animal.
Lo que Dios ha unido...
PD: a todos los desaparecidos en combate, o sea, al 95% de mis conocidos: sigo viva... a Tesa -y a alguna otra honrosa excepción- le importa.