Hoy, día de la Inmaculada, os regalo esta historia que copié no recuerdo de dónde... absolútamente basada en hechos reales. ¡Bendita María, Madre de la Esperanza!
Era en Belén, y era Nochebuena la noche. Apenas crugió la puerta cuando entró. Era una mujer seca, harapienta, con la espalda curvada. Venía sucia de barro, de polvo de los caminos. La iluminó la luna, y no tenía sombra. Tembló María al verla; la mula no, ni el buey, rumiando paja y heno igual que si tal cosa. Tenía los cabellos largos, color ceniza, color de mucho tiempo, color de viento antiguo. En sus ojos se abría la primera mirada, y cada paso era tan lento como un siglo.
Temió María al verla acercarse a la cuna. En sus manos de tierra, ¿qué llevaría?. Se dobló sobre el Niño, lloró infinitamente; y le ofreció la cosa que llevaba escondida. La Virgen, asombrada, la vió al fin levantarse. ¡Era una mujer bella, esbelta, y luminosa! El Niño la miraba. También la mula. El buey mirábala y rumiaba, igual que si tal cosa.
Era Belén, y era Nochebuena la noche. Apenas crugió la puerta cuando se iba. María, al conocerla, gritó y la llamó: "¡Madre!". Eva miró a la Virgen y respondió: "¡Bendita!"
¡Qué clamor! ¡Qué alborozo y qué brillo el de la estrella! Fuera aún era pura, dura la nieve, y fría. Dentro, al fin, Dios dormido sonreía, teniendo entre sus deditos la manzana mordida...
Era en Belén, y era Nochebuena la noche. Apenas crugió la puerta cuando entró. Era una mujer seca, harapienta, con la espalda curvada. Venía sucia de barro, de polvo de los caminos. La iluminó la luna, y no tenía sombra. Tembló María al verla; la mula no, ni el buey, rumiando paja y heno igual que si tal cosa. Tenía los cabellos largos, color ceniza, color de mucho tiempo, color de viento antiguo. En sus ojos se abría la primera mirada, y cada paso era tan lento como un siglo.
Temió María al verla acercarse a la cuna. En sus manos de tierra, ¿qué llevaría?. Se dobló sobre el Niño, lloró infinitamente; y le ofreció la cosa que llevaba escondida. La Virgen, asombrada, la vió al fin levantarse. ¡Era una mujer bella, esbelta, y luminosa! El Niño la miraba. También la mula. El buey mirábala y rumiaba, igual que si tal cosa.
Era Belén, y era Nochebuena la noche. Apenas crugió la puerta cuando se iba. María, al conocerla, gritó y la llamó: "¡Madre!". Eva miró a la Virgen y respondió: "¡Bendita!"
¡Qué clamor! ¡Qué alborozo y qué brillo el de la estrella! Fuera aún era pura, dura la nieve, y fría. Dentro, al fin, Dios dormido sonreía, teniendo entre sus deditos la manzana mordida...
2 comentarios:
se de donde viene la historieta y me recuerda ese icono de la anastasis donde Jesús desciende a liberar a nuestros primeros padres y donde Eva aparece con las manos tapadas bajo el manto en señal de vergüenza... también la historia me recuerda aquella conversación de Cristo con el dálmata San Jerónimo de Belén que habiéndo dejado todo por El -riquezas, honores, etc- lo único que le faltaba era que le entregara sus pecados o lo que cantamos en cuaresma(con música bonita de J.S. Bach)en "Oh testa lacerada"... y yo me cuestiono por qué nos cuesta tanto dejar lo malo, lo que nos envenena el corazón; por qué no vamos pioneros de la VIDA NUEVA Y VERDADERA conformándonos con ver sólo cartografias de la vida acostumbrada de molicie y los caminos viejos de "lo nuestro"
¿Sabes, Angelito? ¿Recuerdas lo de "El Padre del hijo pródigo" de Cabodevilla? Últimamente he vuelto a rumiar por dentro la escena (¡me impacto tantísimo!): el chaval sentado bajo un algarrobo... Adán en su primera noche fuera del Paraíso, y aquella oración suya en forma de alarido, antes que existiesen las palabras... Y me imagino al hijo pródigo, que apoya su cabeza en el tronco, y las lágrimas calientes ruedan por sus mejillas... y el Espíritu, que aletea sobre el caos, le muestra la luz que ilumina el camino de vuelta a Casa: "¡ABRE LOS OJOS! ¡MIRA LA ESTRELLA! ¡INVOCA A MARÍA!"...
Publicar un comentario