El grupo crece. Es la llamada de la selva: no hay quien se resista. No creo que sea tanto el verde de sus tierras, o la cantidad industrial de trabajo que hay que hacer allá (probablemente el país más pobre de América... probablemente); creo que el imán está más en los ojos negros de sus gentes, en sus miradas limpias, en sus abrazos sinceros, en sus silencios que dicen tanto.
Este verano viajaremos a Nicaragua treinta, con treinta maletas que dejar y treinta corazones que llenar. Porque las medicinas y la ropa la tenemos aquí; pero el amor, por lo visto, lo cultivan allá, entre cuadras de frijoles, al sol del ecuador.
Aprovecho esta entrada para dar la bienvenida a los nuevos (salís muy guapos en la foto: hacer clik encima para ampliar); y -cómo no- para mandar un fuerte abrazo a Lidia, Emilio, Carol, Vito, Mari, Luis, Elisa, Vero, Álvaro, Rafa, Rosario, Alfonso... y a Jessenia, Payo, doña Chepita, don Chú y Claudia, Fátima, Madre Teresita, Manuelito, y a mi pequeña Daniela, y a toda la familia de allá. Un beso enorme. ¡Qué ganas de reencontrarnos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario