Soy de la UNED.
Y por tanto, esta semana tampoco se me puede hablar.
Ocurre con todos los alumnos de la UNED de toda España y parte del extranjero estos mismos días.
La semana pasada no había quien me hiciera levantar la cabeza del libro.
Ésta es todavía peor, porque estoy de exámenes.
Está claro que lo importante es aprender, y estos meses he aprendido cantidad.
Pero a veces no basta conformarse con participar: ¡hay que ganar!. Y yo quiero aprobar, además de saber.
Hadasita y Tesa, que son más buenas que el pan, se pasan los días con sus juguetes, en el sofá, manteniendo un ambiente de silencio más que respetable por mí. No acaban de entender mis nervios, mi encerramiento, mi seriedad. Traté de explicarles:
- Es que quiero ser psicóloga, ¿sabéis?, para tratar de ayudar a la gente a ser un poco más felíz.
Las dos callan, mirándome con esos ojitos que lo dicen todo:
- ¿Y para eso hacen falta tantos libros? ¿Por qué no los dejas y te vienes a jugar con nosotras?
Una se acerca y me da un besito tierno. La otra que nos mira ponernos cariñosas, se lanza a toda velocidad, y nos llena de lametazos.
- Necesito estudiar; porque algún día quiero poder hacer entender a otras personas que estas pequeñas cosas pueden ayudarles a ser más felices.
Y vuelven al sofá, en silencio, con sus juguetes, mientras yo me tomo una tila para enfrentarme al tocho de Psicobiología del que me examino hoy.
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