Esta es la vida del hombre.
La vida nueva.
Cuando te hayas sentido morir, recuérdalo.
Puede que tengas. Puede que no tengas. De todas maneras, da.
Puede que te sientas solo, o que te aburra tanta gente.
No importa. La vida del hombre es ésta:
“Parte tu pan con el hambriento,
hospeda a los pobres sin techo,
viste al desnudo, y no te cierres a tu propia carne”.
Ésta es la gloria de Dios: la vida del hombre.
La vida de la buena, la auténtica, la enriquecedora,
la que da satisfacción, la que exige esfuerzo,
la que no entiende de clases, ni de protocolos,
ni de jerarquías, ni de exclusiones.
La gloria de Dios es la vida del hombre.
Y cuando el hombre viva,
cuando decida vivir como Dios,
vivir como lo hizo Dios en Cristo,
"entonces romperá tu luz como la aurora,
en seguida te brotará la carne sana” (Is 58, 7-8).
¿Y qué otra cosa es la resurrección?
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