Mi Niña tiene los ojos abiertos. No quiere perderse nada.
En ellos queda grabado todo lo que mira, y de ahí pasa a su corazón.
Mi Niña viste de Cielo. Lleva el Cielo por fuera y por dentro.
Y en el Cielo me espera. Y hacia el Cielo me lleva.
Mi Niña es morena, latina, como yo, de mi raza, de mi misma carne.
Junto a mi Niña siempre brilla el sol. No existe la Noche.
La Luz la rodea. Ella misma es Faro.
Mi Niña se recoge y espera.
Espera a Dios, igual que yo.
Espera a Dios, junto a mí.
Espera en silencio, y casi sonriendo, porque sabe que la espera será ya breve.
Ni Niña Lupita vela mis sueños, cuida mis horas, guarda mis secretos, conoce mis intentos.
Mi Niña Lupita me repite hoy, como siempre, al oído, susurrando a mis miedos:
"¿No estoy aquí Yo que soy tu Madre?
¿No estás bajo mi sombra y resguardo?
¿No soy la fuente de tu alegría?
¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis manos?
¿Tienes necesidad de alguna otra cosa más?"
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