Hay alegría en mi casa.
Me despierto por la mañana
con Hadasita a un ladito y Tesa al otro.
Las dos bostezan; sus ojos se abren limpios.
Hemos descansado.
Damos gracias al Buen Dios por el nuevo día.
En el desayuno tenemos galletas.
Limpiamos la casa, hacemos la cama, nos arreglamos.
Y la música suena de fondo.
Paseamos, y el airecito nos refresca la cara.
A tesa se le vuela el flequillo.
Y de vuelta a casa a trabajar.
Hacemos conitas (cositas bonitas).
Y clases, y deberes.
Y el olor de la comida ya llega desde la cocina.
Tesa mordisquea una zanahoria. Hadasita también.
Y yo pelo mandarinas para las tres.
Los problemas siguen ahí.
No se han marchado.
Pero la esperanza tampoco.
Ni la paz que nos da el hacer las cosas lo mejor que sabemos.
Nada nos va a ocurrir, nada,
de lo que Dios no vaya a sacar un bien para nosotras.
Por eso hay alegría en nuestras vidas.
Y la alegría es don del Espíritu...
martes, 26 de febrero de 2013
domingo, 24 de febrero de 2013
Creciendo
Estamos creciendo.
Y mucho.
Creciendo en paciencia.
Creciendo en humildad.
Creciendo en caridad.
Creciendo en esperanza.
Creciendo en confianza.
Creciendo desde el silencio.
Creciendo desde la oración.
Creciendo desde las lágrimas.
Crecen las injusticias.
Crece la difamación.
Crece la incomprensión.
Crece la insensibilidad.
Se hinchan los orgullos.
Grita alto el desamor.
Y con todo, crezco yo
sin que nadie se de cuenta,
sin llamar la atención de nadie,
con mi sonrisa habitual,
más centrada en lo que sí es importante.
Y Dios lo ve todo.
Todo.
Nada se le escapa.
Ni lo mío ni lo de los demás.
Y ahí me siento tranquila.
Y ahí yo descanso.
Ahí encuentro la paz.
Y mucho.
Creciendo en paciencia.
Creciendo en humildad.
Creciendo en caridad.
Creciendo en esperanza.
Creciendo en confianza.
Creciendo desde el silencio.
Creciendo desde la oración.
Creciendo desde las lágrimas.
Crecen las injusticias.
Crece la difamación.
Crece la incomprensión.
Crece la insensibilidad.
Se hinchan los orgullos.
Grita alto el desamor.
Y con todo, crezco yo
sin que nadie se de cuenta,
sin llamar la atención de nadie,
con mi sonrisa habitual,
más centrada en lo que sí es importante.
Y Dios lo ve todo.
Todo.
Nada se le escapa.
Ni lo mío ni lo de los demás.
Y ahí me siento tranquila.
Y ahí yo descanso.
Ahí encuentro la paz.
Etiquetas:
Autenticidad,
Conversión,
Cuaresma,
Esperanza,
pecado
sábado, 23 de febrero de 2013
De espinas
¿Para qué los timbres de sangre y nobleza?
Nunca los blasones fueron lenitivo
para la tristeza de nuestras pasiones.
No me des coronas, Señor, de grandeza.
¿Altivez? ¿Honores? Torres ilusorias
que el tiempo derrumba.
Es coronamiento de todas las glorias
un rincón de tumba.
¡No me des siquiera coronas mortuorias!
No pido el laurel que nimba al talento,
ni las voluptuosas guirnaldas de lujo y alborozamiento.
¡Ni mirtos ni rosas!
¡No me des coronas que se lleva el viento!
Yo quiero la joya de penas divinas
que rasga las sienes.
Es para las almas que Tú predestinas.
Sólo Tú la tienes.
¡Si me das coronas, dámelas de espinas!.
(Liturgia de las Horas)
Nunca los blasones fueron lenitivo
para la tristeza de nuestras pasiones.
No me des coronas, Señor, de grandeza.
¿Altivez? ¿Honores? Torres ilusorias
que el tiempo derrumba.
Es coronamiento de todas las glorias
un rincón de tumba.
¡No me des siquiera coronas mortuorias!
No pido el laurel que nimba al talento,
ni las voluptuosas guirnaldas de lujo y alborozamiento.
¡Ni mirtos ni rosas!
¡No me des coronas que se lleva el viento!
Yo quiero la joya de penas divinas
que rasga las sienes.
Es para las almas que Tú predestinas.
Sólo Tú la tienes.
¡Si me das coronas, dámelas de espinas!.
(Liturgia de las Horas)
viernes, 22 de febrero de 2013
Mi cruz
Creo que las cosas van bien, Hadasita.
Mira los signos.
¿Acaso conoces algún santo que lo haya pasado bien?
Conoces mil historias. Yo te las he leído muchas noches.
Sabes de sus enfermedades; poquita salud, ¿verdad?.
Poquito dinero también: justitos, justitos, muy justitos.
Y la incomprensión, y la difamación: de todos se ha hablado mal. Con mentiras, por supuesto.
Y ellos sonreían. Y callaban. Como hacemos nosotras.
Los signos están ahí.
No se sigue al Crucificado sin cruz.
Así que no te preocupes, mi niña. Que nada te asuste.
Las cosas... van bien.
Mira los signos.
¿Acaso conoces algún santo que lo haya pasado bien?
Conoces mil historias. Yo te las he leído muchas noches.
Sabes de sus enfermedades; poquita salud, ¿verdad?.
Poquito dinero también: justitos, justitos, muy justitos.
Y la incomprensión, y la difamación: de todos se ha hablado mal. Con mentiras, por supuesto.
Y ellos sonreían. Y callaban. Como hacemos nosotras.
Los signos están ahí.
No se sigue al Crucificado sin cruz.
Así que no te preocupes, mi niña. Que nada te asuste.
Las cosas... van bien.
miércoles, 20 de febrero de 2013
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