sábado, 14 de mayo de 2016

Nadar contracorriente


Cuando de niña vi por primera vez "El club de los poetas muertos" sentí que algo muy fuerte se removía en lo más profundo de mí. Compré el libro, el VHS, la banda sonora en vinilo... y empecé a leer a Walt Whitam, Robert Frost, Pedro Salinas, Luis Cernuda y Juan de la Cruz, Me levantaba por las noches, cuanto toda mi familia dormía: ponía una manta en el suelo, encendía una velita. Y me tumbaba allí a leer y a escribir; y sobre todo a pensar, a rumiar versos, a buscar en mi interior sentimientos comunes con lo que leía. Fue una época muy intensa y bonita, la verdad.

Con los años volví a ver la película y no me gustó nada. Me pareció que el mensaje de fondo que transmitía era del todo insuficiente. No me convencía el "Carpe diem" si lo que significaba era "aprovecha el momento, porque en breve estarás criando malvas". Es cierto que el tiempo que tenemos en esta vida es limitado y se acaba, y que hay que aprovecharlo de todo corazón; pero me niego a aceptar que lo que podamos hacer ahora sea todo, que ahí acabe la vida sin más, que lo único que pueda permanecer vivo después de dejar de respirar sea, a lo sumo, un buen poema. La falta de trascendencia me reventó la trama.

Sigue pasando el tiempo. Y ahora me descubro conviviendo a la vez con la primera y la segunda sensación que dejó en mi el film las dos veces anteriores. Encuentro cosas criticables, y a la vez otras muy aprovechables. Si hubiese seguido sin más mi primera intuición y hubiese luchado por mis sueños sin límites, como si no hubiese un mañana, tal vez ahora sería la escritora que siempre he deseado ser... o no, y habría acabado como Neil Perry pero sin pistola. Si, en cambio, me hubiese encerrado en la segunda idea sin querer dar importancia a lo efímero del hoy, quizás sería una feliz carmelita descalza, escribiendo sólo para Dios en lo escondido de una celda, poemas que sólo Él leería y que probablemente quemaría en mis últimos días para mantenerlos en la intimidad de mi oración. Pero, en la búsqueda de mi propio camino, he dado con otros intermedios...

El "Carpe diem", sin duda, se parece demasiado a mi "Ahora", mi "Ya" y mi "Ahí". He encontrado en el presente un filón que en nada es incompatible con mi futuro. Es más: creo que es un ejercicio de preparación para esa Vida que me espera, que será puro ahora sin límites. Si entonces mis días ya no serán días sino una sucesión de momentos presentes sin fin que vivir plenamente, ¿por qué no empezar a entender mi tiempo así ya?. ¿Por qué esperar que las editoriales salgan de su pánico a las pérdidas en tiempos de crisis para ponerme a escribir libros, se publiquen o no? ¿No se han inventado acaso todavía los blogs para estas cosas?. ¿Por qué olvidar mis sueños y no volver a lo que no acabé? ¿Por qué no hacer de cada palabra un homenaje a Dios, que me espera más allá de último aliento, en una Vida en la Palabra que fundamenta todas las que voy aprendiendo conforme me acerco a Él?. Aprovecha el momento, sí, pero no porque se acabe; vive el momento presente a tope, porque esa es la manera más bonita de vivir, puesto que es la que eligió Dios para el Cielo. 

Me salgo de la fila, del paso marcado por quienes viven del pánico a perderse en el camino y no tener ya tiempo de volverse a encontrar, y sigo avanzando, a mi propio ritmo. Ahora. El profesor Keating lo llamaba "nadar contracorriente". "mantener las propias convicciones frente a los demás". Quizás sólo me entiendan 3 ó 4 personas en este extraño planeta, y el resto me miren como si estuviese un poco loca; es más que probable. Pero ¿qué importa?: cada caminante siga su camino.

3 comentarios:

Angel dijo...

Weno: en breve... porque he de aprovechar mi reloj y porque hoy tengo faena.

Yo veo que entre el discurso de la verdad de Mañara -que es creyente y
que tiene que ver con el mensaje del comienzo del libro de la Sabiduría-
y la poesía:

Diciendo está el cigarro
lo que es la vida:
fuego unos instantes;
humo y ceniza...

que se parece a la Nausea de Sartre, que es lo que te viene sin Dios,
digo, está el "entretenimiento" que la gente buscará hoy
en las grandes superficies de ocio y de consumo,
y ese otro que nos ocupa
en ir afinando la guitarra, ir pillando el ritmo, ir adquiriendo
destrezas y preparación para el concierto y el propósito de nuestra vida.

Una vez me lo dijo un árabe: Estamos aquí, preparando la otra vida.
Que yo traduzco en lo que me dice el Buen Dios:
Hazte capacidad
y Yo me haré torrente.

Porque si eres tamaño dedal, te colmaran como dedal
pero si eres alma de cántaro, te llenarán de esa manera.
Y si rompes el cacharro y la baraja y dejas este juego...
eso mismo tendrás.

Ahora que están en la fiesta de la siembra por aqui:
de los barros vienen lodos;
y los "santos" apuntan con sus modos...

Angel dijo...

Otro hueco...
Siempre me llamó la atención la noche vieja por la carga de paroxismo que lleva: Toca sacarle el jugo, darse el lotazo, cogerse la curda y hacer toda suerte de sortilegios para que te vaya de lujo porque la representación de este mundo se termina...
También me acuerdo de algo que decía en cierta ocasión el muy querido Emérito: Decía que la gente va de subidones y bajones en su biografía (según el aire que sopla) y de vueltas y revueltas (en la historia loca del mundo)... y decía que hay una serenidad en la vida ascendente del creyente, que marcha al paso y cantando -esto lo añado yo- porque lo nuestro es un YA aunque TODAVÍA NO del todo, en plenitud.
Ahora se me ocurre la primavera que tanto nos alegra con sus flores y su luz... Lo bueno es la cosecha y la fiesta (ya sin el que no acabe, ya sin ese temor)
... y ahí lo dejo.

Hadasita dijo...

La cosecha y la fiesta llegarán. De momento vamos sembrando, que no es poco :)

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