jueves, 12 de mayo de 2016

Tarde

Sustantivo y adverbio de tiempo. Los dos me sirven.
Esta tarde me ha dado por pensar que no es tarde.
No es tarde para afirmar que todavía soy joven.
Aunque sea mayor que antes.
No es tarde para los tacones, la minifalda y la barra de labios roja.
Aunque me haya costado años atreverme.
No es tarde para seguir estudiando,
¡y a lo mejor incluso al fin algo que me guste!.
No es tarde para aprender a decir "no".
Más que tarde es ya urgente.
Y sin tener por qué dar explicaciones:
no es tarde para el "porque no me da la gana".
A veces no es rebeldía adolescente, sino madurez y valentía.
No es tarde para amar. Nunca lo es.
Aunque el amor siga siendo un misterio para mí.
No. No es tarde para decir "te quiero".
Gracias a Dios tengo todavía una capacidad de amar brutal,
casi por estrenar, que he estado conteniendo
un poco estúpidamente;
y muchas personas a las que querer,
de distintas maneras, pero con toda el alma.
No es tarde para aprender a no preocuparme.
Y sí ocuparme de lo que y los que de verdad me interesan.
No es tarde para pasar olímpicamente de muchas cosas.
Empezando por lo que pueda pensar la gente de este pasotismo.
Tengo temas mucho más importantes en los que centrarme
que las urgencias impuestas desde fuera 
que no me llevan ni de lejos a donde quiero ir.
No es tarde -hoy lo he hecho- para subirme a la mesa
y gritar en medio del aula: "¡Oh capitán, mi capitán!"*.
No es tarde para aprender a pedir:
ayuda, mimos, reconocimiento, dinero, tiempo...
A veces sólo hace falta eso:
una tarde para darse cuenta de que no es tarde.

Escribió magistralmente Casaldáliga:
"Es tarde
pero es nuestra hora.
Es tarde
pero es todo el tiempo
que tenemos a mano
para hacer el futuro.
Es tarde
pero somos nosotros
esa hora tardía.
Es tarde
pero es madrigada
si insistimos un poco".


* El club de los poetas muertos.

2 comentarios:

Hadasita dijo...

No es tarde para ponerse de rodillas.
No es tarde para reconocer la propia pequeñez.
Incluso la maldad.
Y pedir perdón.
No es tarde para llorar.
No es tarde tara orar.
No es tarde para levantarse y seguir luchando
en las batallas hasta ahora perdidas.
Sólo es viernes, todavía es mayo.
No es tarde...

Tusy dijo...

Cuando leí por primera vez la entrada, no pude evitar acordarme de uno de los escritos más populares de San Agustín de Hipona, que conocerás de sobra:

"Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva,
¡tarde te amé! y tú estabas dentro de mí y yo afuera,
y así por de fuera te buscaba; y, deforme como era,
me lanzaba sobre estas cosas que tú creaste.
Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo.
Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que,
si no estuviesen en ti, no existirían.
Me llamaste y clamaste, y quebraste mi sordera;
brillante y resplandeciente, y curaste mi ceguera;
exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo;
gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti;
me tocaste, y deseo con ansia paz que procede de ti".

Yo conocí estas palabras a través de una canción que supongo que también conocerás mejor que yo incluso, y aunque me fascinan -¡porque tantas veces me sigo viendo buscando fuera, aún teniendo claro que únicamente es Él quien puede saciar mi hambre y mi sed!- siempre he pensado que no fue tarde, que hubiera sido tarde si ya no hubiese podido encontrarse con Dios, pero sin embargo, aunque ya sea en el atardecer de su vida, ese "tarde" se convierte en un "justo a tiempo".
Hay un tiempo para cada cosa, y una cosa para cada tiempo; por eso considero, que todo lo que mentas en tu entrada, es prioridad o está en tu vida en el momento perfecto. Y por supuesto, aún estás a tiempo de todo ello, ¡claro que sí!

Hoy antes de ponerme a comentar la entrada, me ha venido a la mente también un poema de Benjamín del Prado, que ese no tengo claro que lo conozcas; lo cierto es que va en consonancia totalmente con la entrada. Con él me despido, deseándote un feliz día de Pentecostés:

NUNCA ES TARDE

"Nunca es tarde para empezar de cero,
para quemar los barcos,
para que alguien te diga:
-Yo sólo puedo estar contigo o contra mí.

Nunca es tarde para cortar la cuerda,
para volver a echar las campanas al vuelo,
para beber de ese agua que no ibas a beber.

Nunca es tarde para romper con todo,
para dejar de ser un hombre que no pueda
permitirse un pasado.

Y además
es tan fácil:
llega María, acaba el invierno, sale el sol,
la nieve llora lágrimas de gigante vencido
y de pronto la puerta no es un error del muro
y la calma no es cal viva en el alma
y mis llaves no cierran y abren una prisión.

Es así, tan sencillo de explicar: -Ya no es tarde,
y si antes escribía para poder vivir,
ahora
quiero vivir
para contarlo".

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