Curioso: esta mañana me he levantado en Miami Beach, he desayunado y me he bañado. Luego he subido al avión y he comido. En Roma he vuelto a desayunar, un capuccino con corneto, y he llegado a Valencia a la hora de comer. El tiempo se ha vuelto loco. No hay nada tan relativo como el tiempo. Me he duchado con agua limpia, y no puedo evitar echar de menos las pozaladas con el cubo en El Salto, y envidio a la gente que aún queda allí, y cierro los ojos y veo otros miles de ojos, más negros y más limpios de los que he encontrado desde que llegué a Miami. He visto el Atlántico y el Mediterráneo desde el Avión, pero en el corazón me traigo el Pacífico. Me siento como el Principito, andando de un planeta a otro, buscando amigos que cierren en parte la herida que le dejó una pobre rosa. Amo Nicaragua. Amo su pobreza. Amo el verde de su tierra. Amo la sinceridad y la generosidad de su gente. Amo la vida. Amo a Dios que tanto me ha regalado. Y el camino sigue hacia alante.
Nota: la foto está tomada en el Pacífico, por supuesto, en la playa de Pochomil.
5 comentarios:
Hola Esther Bienvenida a Valencia.
Saludos Carlos
Bienvenida, sabia por Angel que llegabas hoy pero no pensaba que lo harias ten preciosa, estas despampanante en la foto, un beso. M.Carmen
Bienvenida.Un saludo.
Gracias a todos por vuestra calurosa bienvenida. Carlos, Jacobo, mil gracias, en serio. M.Carmen: ¡eso son los ojos con los que tú me miras!. Ali, cariño: más allá de tu ombligo hay vida... descúbrela, serás infinitamente más felíz.
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