Con los años llegó el tabaco. Todavía recuerdo mi primer pitillo. Y el miedo a ser descubierta. Y la excitación de lo prohibido, de lo "adulto".
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Y las discotecas. No es que resulte especialmente placentero dejarse un montón de euros en dedicar algunas horas a atentar contra los propios tímpanos. Es... la necesidad de sentirse alguien, de encajar en un grupo, de integrarse en la moda, de aparentar que se ha conseguido de alguna manera ser feliz (aunque sea a base de alcohol y risa estúpida).
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Cómo no: llegaron los chicos. Tenían que llegar. Y lo hicieron cargados de mil manzanas, cada cual más apetecible, cada cual más tentadora. Después de haber dicho sí al inocensivo chocolate, ¿cómo despreciar la manzana? Ésta no hacía a una sentirse más inteligente, como aquella del Edén, pero sí un poco menos sola. Al menos con el primer mordisco. Quizás también con el segundo. Hasta ahí.
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Disfrazadas mejor o peor, de nobles deseos o bajos instintos, las tentaciones siempre han acompañado la historia de los hombres. De todos los hombres. También la de Jesús. A veces son descaradas, como quien defrauda a Hacienda o copia en un examen; otras aparecen sutiles, escondiendo una proposición indecente entre líneas de un simple SMS. Pero siempre son rojas. Como las manzanas. Como la vergüenza que da confesar que se quiso aparentar lo que no se era, gustar lo que en realidad no se deseaba, amar lo que no era amable, abusar hasta hacerse daño, dar valor a lo que nada valía.
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La tentación está ahí. El árbol dejó caer su fruto a tus pies. Comer o no comer: esa es la cuestión. Y tener la libertad de poder elegir, nuestra grandeza.
4 comentarios:
Hola Esther :
Interesante la entrada... es cierto que la libertad de elegir es lo mejor que tenemos, como siempre he mantenido una gran responsabilidad también. Aunque en estos tiempos que corren, creo que la gran baza del mal... es que muchas de las personas piensan que no existe... si el mal como acción pero no como entidad.
La tentación siempre esta ahí y todos conocemos lo que es acción – reacción y las consecuencias... con lo cual... por muy atractivas y bonitas que nos planteen las cosas, siempre conocemos como derivaran nuestras acciones, esta de nuestra mano escoger, elegir y ver lo que hacemos.
Siempre el camino correcto es el más difícil, el menos placentero quizás en un primer momento hasta con tintes de injusticia por tener que ir contracorriente de lo que nuestros impulsos nos marcan, pero lidiar con la conciencia, la culpa y el lastre de las consecuencias de nuestras acciones en un futuro, es un camino mucho más pesado y difícil.
Mi abuela decia... “obras son amores y no buenas razones”, no nos fiemos de quien sus acciones se contradicen con sus palabras... eso se puede aplicar a todos los ámbitos de nuestra vida... quien ofrece una manzana preciosa, maravillosa, jugosa, con un sabor maravilloso y dice que te hará lo más de lo más... pero no la prueba antes y va arrastrándose por la vida, vendiendo sus penas e intentando convencer... empieza por no oler demasiado bien, depende de nosotros como tu dices el elegir.
Un abrazo
Estoy totalmente de acuerdo en todo lo que dices.
Cuantas veces ves algo que te gusta y te quedas con las ganas de comprartelo.
Saludos à los dos.
Esther te pongo otro blog que acabo de hacer.
http://lapuertadelmasalla.blogspot.com/
Las manzanas que caen a nuestros pies son más difíciles de rechazar que las que son buscadas a propósito. Lo mejor es dejar que se pudran ellas solas.
Anne
la entrada me hizo pensar en aquella otra tuya de hace un año titulada Ave-Eva donde se estremecian y helaban los corazones de todos en la bendita noche de Belén... y tambien en la conversación del santo dalmata Jeronimo con Jesusito:
- te he dado toda mi juventud y por ti deje fortuna, fama, todo... que mas quieres?
- Jeronimo, yo quiero tus pecados...
que bueno es Diosito que de nuestro veneno hace medicina para esta cuaresma... benditas manzanas que nos levantan por la mañana para ofrecer el combate de un amor que nos lleva el alma
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