En estos días "raros" en los que las palabras, entre otras cosas, no me salen, entre escribir y no escribir he optado por la música. Porque...
Y haciendo memoria de lo que pasó hace menos de un mes en Barcelona, he echado un vistazo a lo que se ha subido a la red sobre el concierto de Vetusta Morla. Y me quedo perpleja viendo cómo Pucho, pese a los evidentes problemas de sonido (no se oía él mismo, se escuchaba más al público que su voz, tuvieron que cambiarle 3 veces de micrófono, no le iba la petaca, en algunas canciones no se le escuchaba absolutamente nada de nada...) decidió seguir dándolo todo, cantando, bailando, metiendo pasión que es lo que le sobra. Su enfado era más que palpable, pero no nos dejó tirados ni un momento... y por supuesto nosotros a él tampoco. Donde no llegaba su voz gritaba la nuestra.
Deriva... La RAE la define como "Abatimiento o desvío de la nave respecto del rumbo establecido, por efecto del viento, del mar o de la corriente". Y ellos le ponen letra y música y cantan "Habrá que inventarse una salida. Que el destino no nos tome las medidas. Hay esperanza en la deriva". Y como ejemplo, el vídeo que os pongo de aquella noche. Y al Buen Dios le pido que me enseñe a mi también, en mis derivas, a seguir en pié, cantando, bailando y ofreciendo al mundo lo mejor que Él ha puesto en mí.
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