Puedo volver, dar marcha atrás,
y tirar por la borda todo el camino recorrido.
Puedo callar, no decir nada,
guardarme dentro los gritos hasta que quieran estallar.
Puedo forzar la realidad, decirme a mí misma
que las cosas no son lo que parecen, aunque lo sean.
Puedo doler, hacer que otros por mí se sientan mal,
y depende de a quién le duela, dolerme a mí también por doler.
Puedo arrasar, coger todas las cosas a las que doy valor
y formatearlas, antes que lo haga otro sin derechos
y me arrase a mí también con/en ellas.
Puedo sentir que no doy mas, que el esfuerzo me ha agotado,
que he llegado al tope de lo que soy capaz de hacer.
Y así es, si me olvido de por Quién y con Quién hago las cosas.
Puedo escurrir, tender y poner a secar mi pañuelo
y dejar que se pierdan mis lágrimas, negándoles su valor.
Puedo pasar, sí: dar otro paso
o pasar de largo sin más, por evitar sufrir más.
Puedo fingir que me da igual, que no importa,
que estoy acostumbrada, que es más de lo mismo.
Aunque cada dolor, como cada pecado,
-aunque sea en lo mismo-, es único en sí mismo.
Puedo incidir, insistir, reintentar, esperar,
apretar, meter quinta, decirme que "esta vez sí".
¿Por qué no?
Puedo escapar, salir del laberinto,
renegar de mis círculos concéntricos
y exigirle al Cielo una puerta de salida ya.
Puedo partirme y negociar la otra mitad,
y olvidar en el pasado a la que se dejaba llevar
y comenzar a ser la que pone condiciones.
Porque no todo vale. Para mí no. Ya no.
Puedo romper. De hecho... ¡quiero romper!;
para empezar, todos y cada uno de los espejos de mi casa.
Puedo olvidar, y no como un problema de memoria
sino como una decisión de la voluntad.
Puede comerme la ansiedad,
mañana, tarde, y noches eternas.
Y añoro el día en que no sea así.
Puedo salir: me parece que ya es de día.
Puede que fuera de estas cuatro paredes haya vida...
Puedo girar, por ejemplo 45º,
y cambiar de dirección, a ver qué me encuentro.
¿Por qué no?.
Puedo ser fácil de engañar; yo, que odio la mentira.
Incluso puedo dejarme engañar adrede por no discutir,
por cobarde.
por cobarde.
Puedo joder, y si te jode jódete.
Y no, esta vez no pido perdón.
Puedo encantar, y si te encanto yo encantada.
Si te encanto, quizás tú seas el especial.
¡A Dios le encanto!
Puedo llamarte sin hablar, y puedo hablarte sin llamar
a solas, sin molestar.
Total, ya lo decía el Principito:
"Las palabras son fuente de malentendidos".
Puedo vencer, salir de ésta y subir otro escalón.
Puedo palmar, caer desplomada de puro agotamiento,
y que Dios juzgue mi rendición con justicia y misericordia.
Puedo saber que sin vosotros puede más,
puede que llegue a más, que yo sola me aclare más;
puede que sin tantas zancadillas corra más,
y puede que también la soledad me duela más...
Puede ser que mañana esconda mi voz,
por hacerlo a mi manera;
¡estoy tan cansada de dar explicaciones!
Soy rara, friki, fuerte y débil, lista y tonta,
río y lloro, canto y callo:
pero no es eso lo que me hace sentir diferente. Es que...
¡hay tanto idiota ahí fuera!.
Puede ser que haga de la rabia mi flor,
y con ella mi bandera.
¡Sálvese quien pueda!
Yo, desde luego, pienso intentarlo.
Puedo torcer, malinterpretar, equivocarme,
girar el volante en dirección contraria a la que quiero ir,
desenfocar el tiro, hamartía, pecar...
Puedo lanzar bien lejos de mí ese error,
con la invencible ballesta de la Cruz...
¡y a ver quién puede más!.
Puedo perderme en la obviedad que todos ven,
y creer que soy sólo eso:
un desastre físico, un desastre laboral, un desastre económico...
Puedo servir también, por encima de esas obviedades aparentes,
y resultar importante para el Plan de Alguien,
aunque ni yo misma imagine por dónde puede ir el asunto.
¿Por qué no?.
Puedo cansar con todo este rollo.
Lo siento si os aburro.
Me lo han mandado de penitencia,
así que aquí queda, y queda como queda.
Aunque aún os queda lo mejor:
¡escuchar la canción!.
Yo me apunto.
Grandes, enormes, el mejor directo de este país,
con todos ustedes: Vetusta Morla.
Grandes, enormes, el mejor directo de este país,
con todos ustedes: Vetusta Morla.
Le doy al play, agrando pantalla y...
¡sálvese quien pueda!.
¡sálvese quien pueda!.
Vetusta Morla, "Sálvese quien pueda".
1 comentario:
A eso que has hecho se le llama parafrasear, para qué? pues por ejemplo para cumplir una penitencia, para saborear paladeando, para caligrafiar lo de uno con lo pautado...
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