Hace unos días fui al cine, a ver una película de la que no comento nada, porque no vale la pena. Pero en el camino me encontré con este ceda al paso tan original que os cuelgo. Me llamó tanto la atención que paré a fotografiarlo. Es curioso, porque yo no tengo carnet, así que no presto atención a las señales de tráfico: simplemente me dejo llevar. Pero ésta me hizo gracia.
Es la segunda señal que cuelgo aquí blog. La primera era un prohibido el paso a los amores altamente peligrosos. La segunda es todo lo contrario: un ceda el paso al buen humor; a las bromas simpáticas; al reirse de uno mismo quitando hierro a los problemas; a la vida que se nos cruza a veces y nos hace dar dos vueltas seguidas en la misma rotonda. Cedo el paso a los buenos amigos -los que estuvieron, los que se vinieron, los que seguirán ahí-; a los intentos, de los que tantísimo se aprende; a la sencillez, hermana pequeña de la paz. Y para celebrarlo, esta noche dormiré una hora más, porque así lo quiere mi Padre Dios. Y mañana amanecerá domingo...
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