1- Quiero que mis días comiencen con una buena dosis de cariño: besos, cosquillitas, lametazos y derivados, en cantidades sin límite, antes de salir de la cama.
2- No quiero dedicarle al trabajo ni un segundo más de lo que está estipulado en mi contrato. Ni siquiera en mis conversaciones. Ni siquiera en mis pensamientos.
3- No permitiré que nadie me grite, jamás y bajo ningún concepto. Si alguien levanta la voz lo apartaré de mi presencia, porque merezco ser tratada con educación.
4- Dedicaré todos los días un buen rato a pasear y jugar con mis peques. Es tan importante como comer. Así que el día que no lo haga, me quedo sin cena: ¡hala!.
5- Trabajaré todo el tiempo que pueda en cosas provechosas: hacer ganchillo, leer, escribir, hacer fotos, estudiar, rezar, aprender a cocinar, cantar, aplaudir la "rectitud" de los palotes de Hadasita, enseñar a Tesa a dar la patita...
Y con esto y un bizcocho, ya puedes llegar, tercera evaluación: aquí nos vemos las caras.
4 comentarios:
Apoyo la declaración, voto que sí.
El primer punto creo que ya se cumple. El segundo, te va a costar, me imagino, pero ya verás qué bien te sientes cuando le hayas cogido el tranquillo. Sobre el tercer punto, increíble que tengas la necesidad de establecerlo en el Estatuto, me refiero a la parte contraria, en fin...
Sobre el resto, sencillamente maravilloso. Yo añadiría uno más: escribir más en el blog.
Anne
a proposito de la tercera evaluacion y del colegio -y como dijo Migueli en cierta ocasion- en todo colectivo (y que se examine el que le pique) hay un alto porcentaje de gili...eso.
con todo el cariño: la cuaresma y la metanoia (que es cambio de mentalidad)es un gran invento... PUEDES DESCUBRIR QUE EN LA CABEZA DE ALGUNOS ALUMNOS HSY UN GARBANZO QUE DA VUELTAS A LO LOCO... amos, como el pito de los arbitros; quiza por eso hay tanto ruido y pocas nueces estos dias previos a las fallas
¡Claro que sí!
Todo aquél que tiene una declaración de principios y la cumple -o al menos lo intenta- se desmarca enormemente de la masa borreguil y fallera, en estos días de fiesta cencerrilera y petardos griteríos.
No es fácil ser coherente consigo mismo todo el rato, pero viene bien caer de vez en cuando para darse cuenta de que se está errando en el camino. Hace tiempo me dijeron que lo bueno del dolor (¿bueno, es que acaso el dolor tiene algo de bueno?) es que nos hace ver que sangramos, o que nos duele la cabeza, o que nos han roto el corazón. El dolor es un aviso, una señal ingrata pero necesaria. Así, esos fallos en nuestro andar nos sirven de guía para ser hombres y mujeres de principios, dignos. ¿Y para qué? Podríamos decir muchas cosas, pero lo resumiremos en "para, irradiando toneladas de luz, seamos faros para los demás y que los demás nos sirvan de faro".
Estercita, que me le vaya bien. ¡¡¡Ya sólo quedan 4 meses!!! Bss
Hola Esther: por si lo quieres ver en mi blog tienes un premio.
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