Señor, Dios Bueno:
En tu mano están mis azares.
Tú eres mi amuleto de la suerte.
Tú, mi día de vino y rosas.
Mi moneda lanzada a la fuente.
La herradura en la puerta de mi casa.
Mi trébol de cuatro hojas.
Mis doce uvas en fin de año.
No toco madera:
me acojo a Ti.
No pido un deseo si pasa una estrella fugaz:
te rezo a Ti.
No cruzo los dedos:
me pongo en tus manos.
Sí, Dios Bueno:
porque en tus manos están mis azares.
Tú, mi número siete.
La ristra de ajos en mi cocina.
La piedra preciosa colgada en mi cuello.
La ranita, el búho, el elefante.
El gato blanco.
La pata de conejo.
Mi billete de la fortuna.
Mi talismán.
Mi horóscopo.
Mi luna llena.
La moneda escondida en un calcetín.
Mi colección de cristales de cuarzo.
Mi cinta roja.
Todo eso me sobra si me encuentro contigo.
La mentira se desvanece en presencia de la Verdad.
No hay curanderos a los que pagar en presencia del Salvador del mundo.
No hay nada que pueda protegerme de tu protección.
¿Quién me separará del amor de mi Dios?
Todo es para bien si así Tú lo quieres.
Sí, Dios Bueno.
En tu mano están mis azares.
En la ruleta de la vida apuesto por tu número.
Lo invierto todo el Ti.
Y que sea lo que Tú quieras.
Tú echarás mis cartas.
Leerás los posos de mi café.
Y todo estará bien.
Tú diseñaste cada línea de mis manos.
Tú me sondeas, me conoces y me amas.
Y todo está bien.
Sólo quiero rozar tu manto.
Sólo escuchar tu Palabra.
Sólo saber que me buscas, que me atiendes,
que entre tanta gente yo tengo tu atención.
Si Tú me miras quedaré limpia.
Si Tú me tocas volveré a nacer.
Si Tú lo quieres te esperaré siempre.
Confiaré siempre, pase lo que pase.
Porque en tu mano están mis “azares” (Salmo 30).
1 comentario:
http://youtu.be/4r7pdOtdC7s
Publicar un comentario