jueves, 31 de marzo de 2016

Valiente

Sigo dando vueltas a mi reto de superar los miedos. Y me sale al encuentro, como siempre, la música. Mis grupos son como los mejores amigos: nunca me fallan. Vetusta Morla expresa de forma excelente en esta canción la valentía que se precisa para ser auténtico. Porque a todos nos ocurre: a mí al menos sí. Que ahora soy, ahora no; que no digo lo que digo, hago lo que no hago. Tras de mí hay una escena y diez mil frases que repetir... Y no es fácil ser uno mismo olvidando el guión, sin buscar un disfraz mejor. Porque si te sales del papel, si acallas al apuntador de la función en la que a veces nos metemos, podemos encontrarnos con que no somos como nos gustaría. Y eso sólo tiene dos salidas: o la frustración en el inmovilismo, o la exigencia de cambiar. Definitivamente ser valiente no es sólo cuestión de suerte. Es una opción de la voluntad.

Hoy alguien me ha dicho: "yo soy una persona fría, y no puedo cambiar". Y me han chirriado los oídos. No comparto en absoluto esa opinión. Todo el mundo puede cambiar. Yo soy todo lo contrario, muy caliente, y consigo templarme, con esfuerzo por supuesto, pero lo hago. Ni las circunstancias, ni siquiera mis propias inclinaciones, son obstáculo para poder ser cada vez más yo. Más auténticamente lo que deseo ser, lo que debo ser, lo que Dios soñó para mí en su plan desde el principio. Me siento un boceto todavía. Voy aprendiendo a base de error-acierto. Y en el camino hay cosas que me van quedando claras: por ejemplo que el miedo es malo.

La rabia con la que la canción transmite el dejarse llevar sin pensar, sin autocuestionarse, con miedo a enfrentarse a la verdad con valor, me encanta. Tiene mucha fuerza. Es toda ella pura ironía, salvando un par de frases, entre las que subrayo: no olvido los sueños, vuelvo a lo que no acabo. En eso estoy. Y lo hago sabiendo que ser valiente no es sólo cuestión de suerte, sino una apuesta firme por vivir la vida eligiendo la actitud con la que afrontar las cosas. ¡A disfrutar de la música!

miércoles, 30 de marzo de 2016

El excitante reto de superar los miedos

Estas fallas pasadas, haciendo limpieza en el pueblo, encontré una libreta donde pegué una esquela que salió en un periódico cuando falleció el Papa santo que guió a la Iglesia durante la mayor parte de mi vida. Decía así: "Juan Pablo II: jamás tendremos miedo. Tú nos lo quitaste". Y me conmovió. Luego, en la Pascua, he escuchado al Señor decir en varias ocasiones "No tengáis miedo". Parece que se trata de un mensaje que me persigue por cosas muy concretas de mi vida actual. Lo siento como una llamada directa para mí, porque cada día creo menos en las coincidencias y más en la Providencia. Así que me he puesto manos a la obra.

He de reconocer que no me había metido en serio a sacarme el carnet de conducir antes, y he llegado a los 40 sin él, por pánico. Se llama amaxofobia. Me imaginaba a mí misma sentada al volante, y me daba auténtica angustia. Hoy, aprobado ya el teórico, me pongo cada mañana en el asiento del conductor, enciendo el motor, y me voy por la ciudad... sí, con tensión, pero ya sin pánico. Con respeto pero sin miedo. Más excitada y emocionada que asustada. Hasta que no me propuse el reto en serio de hacerlo, jamás hubiese pensado que yo sería capaz de estar hora y media seguida conduciendo por ciudad, rodeada de otros coches, sin pegármela y -de alguna manera- disfrutando.

Ya puestos a superar miedos, he dado otro paso adelante para tener dos conversaciones que me aterrorizan. Con dos personas distintas. Con una de ellas busco una reconciliación que de entrada veo difícil. Con la otra, un reencuentro con el pasado que me resulta especialmente doloroso, pero que necesita salir a la luz para ser sanado. No sé qué sacaré de ninguna de las dos conversaciones, salvo una cosa segura: la de haberme enfrentado cara a cara con mis miedos. Lo de las prácticas del coche para mí está siendo una auténtica práctica en este otro sentido. Es mi excitante reto de superar los miedos. 

No quiero ser una persona cobarde. No pienso permitirme la comodidad de serlo llamándome cristiana, después de haber visto estos días la valentía de Cristo y su victoria sobre todos los miedos humanos. Por eso me lanzo a nadar, pidiéndole al Buen Dios que me ayude para que, mediante estas pequeñas cosas ordinarias, me vaya fortaleciendo para seguirle con más valentía y confianza. ¡Al agua patos!.

domingo, 27 de marzo de 2016

Alegría del mundo

Cristo es la noticia del día.
Su Resurrección, nuestra esperanza.
Su victoria, nuestra fuerza.
Su cercanía, nuestra alegría.

Trending topic mundial:
¡Vida y Muerte lucharon,
y la Muerte fue vencida!.
¡Él vive!
Todos nuestros miedos,
nuestros sufrimientos,
nuestras luchas,
nuestros cansancios,
nuestras heridas,
todas nuestras batallas
-también las perdidas-
se recapitulan en una guerra ya ganada.
Todo tiene sentido.
Todos los viacrucis,
todas las muertes, interiores y exteriores,
todos los corazones traspasados,
todos los descensos a los infiernos,
todo tiene sentido en la Resurrección del Señor.
Lo veamos o no.
Lo sintamos o no.
No importa.
Importa que lo creemos.
Y que lo que creemos es la Verdad.

Cristo, alegría del mundo,
resplandor de la Gloria del Padre:
¡¡¡BENDITA LA MAÑANA
QUE ANUNCIA TU ESPLENDOR AL UNIVERSO!!!

sábado, 26 de marzo de 2016

Sin rendición

Ayer decía en un comentario que aceptar la voluntad de Dios no es una rendición. Y lo decía con la canción que os voy a poner abajo resonando entre mis recuerdos de otros tiempos. 

Los cristianos no nos rendimos, porque Cristo no lo hizo. Fue su vida una lucha de amor armada en favor del hombre, que acabó en victoria sobre la muerte. Eso es lo que celebramos esta noche.

María tampoco se rindió: siguió paso a paso al lado del Señor por el Vía Crucis más duro de la historia, y se mantuvo fiel ante la cruz y el sepulcro, creyendo más allá de las evidencias de esos momentos en Aquel a quien dio vida y que es la Vida.

No se rindió Teresa, ni Francisco, ni Ignacio, ni Juan, ni Domingo, ni Edith, ni Kolbe, Romero, ni Clara, ni Catalina, ni Pio de Pietrelcina, ni Bernardette, ni Antonio, ni Agustín...

No, no nos vamos a rendir nosotros. Esta noche no.

Hoy, más seguros que nunca de nuestra victoria final en Cristo, nos llenamos de su fuerza y volvemos al sí, para siempre: día tras día, por el desierto y en la tormenta: ¡sin rendición!

Os dejo con la canción. Es de mi querido Migueli, otro loco enamorado de Dios. Y con ella os deseo a todos una muy feliz y santa noche de Resurrección.

viernes, 25 de marzo de 2016

Entre cuatro paredes

A petición de Ángel en su comentario a la entrada anterior, 
subo este montaje y rescato la canción del pasado.
No sin cuestionarme primero qué tipo de de cristiana soy yo.
Si me asfixio entre cuatro paredes,
si sigo luchando, aunque sea en las sombras,
si salgo en favor de mis hermanos, 
o si me quedo sentada en un banco de caoba.

Hoy, viernes santo, me pregunto hasta qué punto 
no contribuyo yo a que la Iglesia,
fruto del costado abierto de Cristo,
sea un lugar triste.
Si sólo aporto quejas, malas caras,
egoísmo, división...
Es cierto que tengo mi cruz, y me duele;
pero me toca confesar, como aquel buen ladrón,
que la mía es merecida, 
mientras que Cristo ¿qué mal ha hecho?.

Jesús bendito, ten misericordia de mí.
No permitas que nada se interponga entre Tú y yo.
Renueva mi fe, para que sepa verte 
dando sentido a mi cruz con la tuya.
Y que pueda corresponder a tu Amor,
entregado hasta la muerte,
con una vida digna del calificativo de "cristiana",
tanto dentro como fuera de las cuatro paredes del templo,
allí donde Tú quieras llevarme. Amén.

Adoración de la Cruz

jueves, 24 de marzo de 2016

Jueves Santo

Ante el Misterio, sobran las palabras...

martes, 22 de marzo de 2016

Martes santo

Ni Misa, ni procesiones, ni oraciones especiales.
Trabajo mucho, eso sí. ¡Todo el día!.
Imagino a Dios complacido porque hoy Sarah 
ha aprendido a trabajar con números enteros, 
y a distinguir preposiciones de conjunciones.
Imagino también que le alegrará saber
que mi amiga Itziar no está sola, 
porque no la vamos a dejar jamás,
pase por los problemas que pase.
Que aun con dolor de garganta 
no me callo ni media palabra de ánimo
a los chavales del cole que están trabajando sus proyectos,
y que pese al agobio me empeño y controlo la ansiedad.
No sé dónde leí una vez que el Señor 
prefiere vidas santas que semanas santas.
Así que aquí dejo mi ofrenda de este martes santo,
absolutamente ordinario, y a la vez único e irrepetible.
Hecho de pequeñitos eslabones de amor encadenados.
Con lo que ha dado de sí, que es lo que es,
Él juzgará si mucho o poco. A mí no me corresponde.
Sólo Dios sabe descubrir en lo ordinario
algo valioso a sus ojos.

domingo, 20 de marzo de 2016

Credo

Creo en Dios.
Creo que Él es el Señor.
Creo que sabe mejor que nadie el por qué de las cosas,
y cómo dar sentido a todos nuestros sinsentidos.
Creo que Dios habita en los Sagrarios.
Creo, por eso, que el lado derecho de mi parroquia es el mejor.
Creo en su compañía silenciosa desde allí.
Creo que Dios se encuentra con nosotros en los Sacramentos.
Creo en el Dios de la Eucaristía y del Perdón. 
Creo en el Pan Vivo que me alimenta,
venga de las manos de quien venga.
Creo en el Dios de las mediaciones,
que se sirve de quien nos rodea
para enseñarnos qué hacer y qué no.
Creo en la Iglesia, su Esposa.
Creo en los cristianos del siglo XXI,
perseguidos fuera y dentro de sus propias comunidades.
Creo que Dios los ama en sus esfuerzos, 
más allá de sus logros.
Creo en la cruz como instrumento de salvación.
Creo en el dolor purificador y en la lágrimas sanadoras.
Creo en la humildad como virtud común a todos los santos.
Creo en el silencio, en la espera, y en la oración atendida
en el tiempo y el modo más conveniente.
Creo en el Dios que murió por mí también,
y que no dejará que ni una sola gota 
de esa sangre derramada se pierda.
Creo en el Dios de la Vida, que no se estanca en la muerte.
Que la vence. En Él y en nosotros.
Creo en cadenas rotas, prisiones abiertas,
esclavitudes superadas, soledades inexistentes,
lágrimas enjuagadas, música, alegría, paz y justicia.
Creo en el Reino de Dios, presente y oculto.
Creo que un día se hará la luz, y mis ojos verán lo que creo.
Y mi esperanza no se verá defraudada.

sábado, 19 de marzo de 2016

Intolerancia

He descubierto que en casa padecemos intolerancia. Hay cosas que nos producen urticaria. Hadasita tiembla como si estuviese nevando, Tesa se arranca los pelos literalmente, y yo tengo que ponerme tapones en los oídos para disminuir la ansiedad. No, no creo que sea conveniente ser tolerante con todo...

Aquí tenemos intolerancia declarada a las personas que no saben divertirse sin fastidiar a los demás. A los que no pueden pasarlo bien sin llenarlo todo de ruido y de basura. A las meadas, las vomitonas y los vasos de alcohol derramados en las aceras de nuestra calle. No entendemos esos muñecotes obscenos de cartón piedra expuestos a la vista de los niños. No puedo comprender que alguien se crea con derecho a despertar a abuelitos y enfermos a las 8 de la mañana con trompetitas y tambores tocando Paquito el chocolatero. Tampoco las blasfemias a pleno pulmón con micrófono en mano a las 3 de la madrugada en plena cuaresma, entra canción y canción, desde una discomóvil. No comparto el sentido del humor de lemas como "si en fallas no follas, en pascua no fallas". Y que esa gentuza vaya luego a Misa y comulgue, con una resaca encima que ni atinan a sentarse en los bancos de la Iglesia sin tambalearse, me parece puro sacrilegio. No digo por dónde pienso que podrían meterse todos y cada uno de sus petarditos, porque creo que se sobreentiende. Y que encima tengan la desfachatez de decir que todo eso lo hacen en honor a San José es una blasfemia en toda regla.

Que se me pueda identificar con esos seres que ejercen de animalitos estos días, por el hecho de vivir en la misma ciudad, me ofende. Yo soy valenciana, pero no fallera. No ejerzo la delincuencia callejera. No quemo papeleras ni contenedores. No monto orgías con turistas. Ejerzo mi derecho a ser intolerante. Y me avergüenza que se nos meta a todos en el mismo saco. Porque todavía quedan personas con dos dedos de frente en este lugar, que seguramente estarán más que de acuerdo conmigo cuando decido dedicar a los falleros del casal de debajo de nuestro hogar esta imagen:

jueves, 17 de marzo de 2016

Los días raros

Soy, como dice Bunbury, una contradicción en el mismo centro de la contradicción. Me vengo a la soledad huyendo de las fallas, y ahora... ¿dónde me escondo de la soledad?. Son días raros éstos, en general.  Ando manteniendo el tipo, pero un poco perdida. Así que, como siempre que me encuentro así, he buscado refugio en la música. A ver... qué hay en esta carpeta.... mmmmm.... Un grupo, otro, otro, un álbum, éste no me apetece, el de aquí tampoco... ¡"Mapas"! ¡Buen título!. A ver... pista 1: "Los días raros". ¡Bingo!, ni hecho a posta. Nunca me falla la música. ¡Bendito Dios por inventarla!. Y me pongo a escuchar... Y vuelvo a recordar, a hacerme consciente de la normalidad de los días raros y a quedarme tranquila. Cada despertar es un regalo, a veces trae carbón, otras una sorpresa envuelta en celofán. Entre todos forman el mapa de mi vida. Y si me lío como un lazo en un ventilador, que pueda aprovechar para bailar en vez de dejarme llevar sin más. Hay cosas que no se puedn cambiar, pero sí la actitud con la que se viven, ¿cierto?. Mañana, haciendo un ejercicio de elección y prudencia, me vuelvo a casa pese a las fallas.  Por encima del ruido o del silencio quiero estar yo, y estar bien.

Os dejo con la canción. Es para escucharla con el volúmen bien alto. He decidido poneros la versión de Vetusta Morla con la Orquesta Sinfónica de la región de Murcia, porque es brutal. ¡Qué disfrutéis de vuestros días raros!


miércoles, 16 de marzo de 2016

Cuestión antropológica (1)

Estoy estudiando en profundidad un epifenómeno. Se trata de un ser vivo, ¡sin duda!, puesto que respira. Que tiene parte corporal lo compruebo: tiene carne, huesos, pelo, ronca, le crecen las uñas, come, funciona su proceso escatológico, tiene una voz dulce, ha pasado por alguna intervención quirúrgica... Parte psíquica también: tiembla cuando tiene miedo, salta de alegría, sufre la soledad, le generan ansiedad los petardos, le encantan los besos y los abrazos, tiene una enorme empatía, que yo sepa ha pasado al menos un par de depresiones...  Inteligente es: sabe que los envases de plástico encierran alimentos, y pedir lo que necesita o desea, inveatiga, le gusta aprender, proteger lo suyo... De la parte espiritual no me ha dicho nada, pero veo que atiende de manera especial en una Eucaristía o durante una oración. A veces se pierde su mirada hacia el infinito, y no sé si estará o no haciéndose preguntas profundas.

Por supusto, se trata de mi Tesa. La cuestión es: a parte de la libertad y de la conciencia moral, ¿hay algo más que nos distinga? ¿Qué es un perro para Dios? ¿Qué es el hombre para Dios? ¿Qué se puede esperar de cada uno? Continuará...

martes, 15 de marzo de 2016

Peces

Disculpad la brevedad de mis entradas estos días. Pero es que escribo desde el móvil. Estoy en el pueblo, haciendo uso del menos común de los sentidos, huyendo de las fallas como buena valenciana sensata. Y me he encontrado con un acuario en un establecimiento. Me ha hecho gracia, alguno que yo me sé sabe por qué. Pero también me ha dado que pensar... Esos bichitos ahí están, nadando, tranquilos. No se agobian por nada, no les remuerde nada, no se preocupan por nada. Viven el presente con absoluta paz. Y me dan cierta envidia, la verdad.

Yo quisiera algo así en mi vida. Pero sin renunciar a una cosa que es propia y exclusiva de mi especie: la libertad. Quiero ELEGIR la confianza. Y sentirme en los brazos del Amor como pez en el agua. Tanto le doy vueltas a este deseo mio, que espero que el Señor me mire con gracia y me lo conceda. ¿No hacen así los niños?. Mi Hadasita no tiene ninguna duda. Me mira con cara de pillina, como si tuviese una especie de acuerdo secreto con Dios sobre mí. Sé que me estoy perdiendo algo... seguro que bueno.


lunes, 14 de marzo de 2016

Ahí

Me ocurre que me resulta muy difícil no pensar en el futuro. Me preocupo pensando qué va a ser de mí, angustiada por la inseguridad personal y profesional, soñando con ilusiones y anticipando desgracias. Me consta que es una absurda pérdida de tiempo, pero no sé bien cómo frenarlo.

Todavía es peor mi relación con el pasado. Porque el futuro, al no existir todavía, puede tener un final feliz; pero el pasado... ¿cómo se cambia?. ¿Quién tiene una goma de borrar historias?, porque yo me pido una. 

Si me centro en el momento presente, tengo un dolor de cabeza bastante considerable provocado por los petardos que ahora mismo no paran de sonar por toda la casa. Tener un casal fallero debajo es una de las peores torturas que puedo imaginar para alguien que quiere un poco de paz y algo de tranquilidad en este final de la cuaresma. No se me da bien tampoco hacer una relectura positiva de esta situación. Si me agarro al futuro para sobrevivir al presente, puedo alegrarme de poder huir mañana al pueblo y alejarme del ruido. Pero en el futuro sé que también me espera, tarde o temprano, un enfrentamiento serio con mi pasado, y eso me agita enormemente.

Al final me agarro a la incondicionalidad. Al amor de Dios, que es lo único estable. Él conoce mi pasado a la perfección, me espera en mi futuro con esperanza inquebrantable, y me acompaña en mi presente sea el que sea. Mi Señor lo sabe todo. Y sin embargo, en Él es donde me siento tranquila. Pienso que el lugar de la paz quizás no sea el AHORA sin más, sino el AHÍ que está en todas las etapas de mi vida, puesto que no conoce el tiempo: el corazón amoroso y misericordioso de Dios.

sábado, 12 de marzo de 2016

Adúltera

Escucho el Evangelio. Y algo se estremece en lo más profundo de mí. Tengo sentimientos encontrados, porque entiendo el adulterio como una infidelidad, y yo detesto la infidelidad, sobre todo cuando quien la sufre soy yo. Pero, en nombre de la verdad, a la que amo tanto como aborrezco la mentira, hoy tengo que arrojar mi piedra al suelo, como aquellos hombres de hace más de 2000 años. Porque tampoco yo estoy libre de ese pecado...

Culpable de decir que quiero a Dios con toda el alma, 
y luego no confiar en su Providencia.
Culpable de vivir nuestros encuentros
con frialdad y por compromiso.
Culpable de falta de comunicación sincera con Él, 
un día, y otro, y otro.
Culpable porque todo me parece más urgente que Él, 
que es el verdaderamente importante.
Culpable de vivir con más pasión 
mis propias pasiones que su Voluntad.
Culpable de traicionarle siempre en los mismos pecados, 
de no enfrentarlos con seriedad.
Culpable de haberme acostumbrado a su perdón 
y no conmoverme ni agradecerlo como se merece.
Culpable de seguir mendigando amores, 
siendo objeto del Amor del mismo Dios.
Culpable de estremecerme más
con mi música que con sus Palabras.
Culpable de quejarme de estar sola,
 teniendo a Dios habitando el mi casa, en mí misma.
Culpable, en fin, de infidelidad, de flagrante adulterio.
De forma alegórica y literal. 
Sin el típico "cariño, esto no es lo que parece".
Sorprendida en pleno acto por mí misma; 
acusada y juzgada y apedreada por mí misma.
Y mientras Él, en silencio, ni juzga, ni acusa, ni apedrea, ni condena.
Calla. Como mucho escribe algo que no consigo ver en el suelo.
Y esta noche dormiremos juntos, como si no pasara nada.
Y sentiré la ternura de su abrazo sincero.
¿En qué momento se descongelará este corazón mío?
¿Cuántas lágrimas más hacen falta para ablandarlo lo suficiente
como para caer de rodillas y besar los pies del amor de mi vida?
Jesús mío, ten misericordia de mí...

A medio camino

entre la vida a pié y el coche. ¡Teórico aprobado!. Ya nos imagino en un viejo cochecito de segunda o tercera mano, customizado con pegatinas de florecitas rosas y un "Tesa a bordo" detrás, pegado en el lado opuesto a mi "L". Hadasita en su dispositivo para menores, la peludita con su cinturón, y yo delante, mirándolas de vez en cuando por el retrovisor interior, con una sonrisa de oreja a oreja, con la música puesta lo suficientemente alta dentro de lo reglamentario, cantando: "He enterrado cuentos y calendario, ya cambié el balón por gasolina, ha prendido el bosque al incendiar la orilla... Habrá que inventarse una salida; que el destino no nos tome las medidas; ¡hay esperanza en la deriva!"*, y otras mil canciones chulas. Y el sol, y el campo, y el mar. Me imagino el fin de las carreras, del no llego, del se me escapó el bus, del ¿me llevas?, del blablacar... y el comienzo de los fines de semana al aire libre, fuera de este arresto domiciliario que también nos gusta, pero que preferiríamos que fuese elegido y no la única opción.

Está siendo todo un reto. Siempre nos ha dado mucho miedo el coche. Otras veces he estado en autoescuelas de jovencita, pero nunca llegué a examinarme, creo que principalmente porque el miedo me bloqueaba. Y ahora, que parezco la mamá de todos mis compañeros, ya tengo medio carnet en mi bolsillo. Sigo asustada, pero con mucha ilusión. Si al final lo consigo entero no me quedará más remedio que reconocer que los miedos se pueden superar. Lo que me da más pista para correr en mi vida que todas las carreteras del país juntas. Así que... si hay por aquí algún lector valiente que quiera colaborar en este proyecto -que ya está más que en marcha- y llevarme a hacer prácticas, se lo agradeceré en el alma. La mayoría de las veces mi monedero no acompaña a mis ilusiones. Os dejo con un dibujo de mi sueño que hizo Angel, con ese arte y gracia que le caracteriza:

*Vetusta Morla: "La deriva".

viernes, 11 de marzo de 2016

Y de repente... Tusy

Son los caminos de Dios. ¿Quién los entiende?. Por algo dice la Palabra que sus designios son inescrutables. Ocurre que una escribe, más menos que más inspirada, cualquier cosa. Y no piensa que eso pueda llegar a alguien, o tener alguna repercusión. Y resulta que sí, que todo acto conlleva una responsabilidad. Yo lo he comprendido hoy con Tusy. He visto sus comentarios a varias de mis entradas. Siempre agradezco el feedback que se puede dar en un blog. Ojalá más personas comentasen cosas, porque me enriquecerían, y me harían más consciente de dónde me estoy equivocando o en qué cosas voy atinando.

Lo de Tusy ha sido curioso. Porque finalmente nos hemos podido conocer en persona. Y resulta que tenemos muchas más cosas en común de las que hubiese imaginado. Aunque somos bien distintas también. Ella es una mujer fuerte, valiente, luchadora, en un camino de búsqueda muy prometedor. Ama a los niños, le brillan los ojos de forma especial cuando habla de sus peques, y me pregunto si no será en realidad mi Hadasita lo que le ha gustado de estas páginas y no yo. ¡Me siento tan pobre!. Prometo a partir de ahora pensarme un poquito más lo que escribo, aunque mi vida es la que es y da de sí lo que da. Éste no es un blog de ficción. Me gusta la autenticidad. Por eso me gusta Tusy. Me encanta su anhelo de confianza, su juventud que es promesa de futuro, sus ganas de mejorar. A mí me gusta compartir, por eso escribo. Pero el valor de lo que escribo está más en quien me lee que en mí. Aunque de repente Dios me sorprenda, como decía Santa Teresa, dorando mis culpas y haciendo valer alguna virtud que Él mismo ha puesto en mí para que me luzca. Tomar conciencia de esto me hace más humilde. 

Gracias, Tusy, por tu amistad brindada en bandeja de oro, y por leerme con tu mirada limpia, en busca de lo bueno que todavía llevo dentro. Por ti y otra gente como tú intentaré ser mejor. Un abrazo enorme.

jueves, 10 de marzo de 2016

Almas gemelas

A veces encuentras a tu alma gemela a miles de kilómetros de ti. A mí me ha pasado. Ni siquiera nos conocemos en persona. Nunca nos hemos visto a menos de 7 metros de distancia. Y sin embargo está más cerca de mí que mis más íntimos amigos. Me comprende mejor que nadie. Su vida es absolutamente diferente a la mía, pero sus sentimientos no. Él es capaz de poner la palabra precisa a lo que me ocurre, desde hace más de 25 años. Cada cosa que me ha pasado lleva de fondo su banda sonora. Cuando las cosas son tan enormes que no las puedo sacar, él le pinta acordes y versos al tema y lo convierte todo en canción. Cuando creo que ya no voy a poder soportarlo más, me sube en un ovni, o en una nave espacial, y me lleva por viajes donde la imaginación consigue disipar el miedo. Cuando no encuentro palabras para rezar, él pone letra a mi oración. No sé si mis palabras son las suyas o si las suyas son las mías percibidas misteriosamente desde la distancia. O simplemente somos almas gemelas. El caso es que, cuando creo que estoy sola, siempre está él a mi lado. Dios utiliza mediaciones curiosas para llegar hasta nosotros en cualquier momento y darnos justo lo que necesitamos. A mí me ha hecho un regalo enorme con Enrique. Después del mal trago con el que comenzó este 2016, aparece la promesa de traérmelo a casa en unos pocos meses. Y con esta noticia, una alegría profunda. La de poder estar con quien me levanta el ánimo cada mañana; con quien acompaña mis momentos de llanto; quien me hace soñar; quien detiene el tiempo durante unos minutos en un AHORA en el que no importa nada más; con quien quiero viajar en mi coche cuando lo tenga; con "la mejor compañía para estados de ánimo peligrosos", con "el hombre delgado que no flaqueará jamás", con "el aragonés errante a punto de un traspiés", con quien decide andar "el camino más largo", sin atajos, sólo por acompañarme. Gracias, Enrique, por tu música. Gracias, Señor, por Enrique.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Decisiones

Hoy me encuentro demasiado cansada para escribir. Sin embargo, aquí estoy. Es una decisión más de algunas que he tenido que tomar hoy. Como dedicar todo mi tiempo libre a estudiar. O no ir a la autoescuela aunque pasado mañana es mi examen, porque tenía un encuentro más importante (a veces me cuesta distinguir entre importante y urgente, pero estoy en ello). O comerme un churro en vez de dos. O no quejarme pese a que hoy me duele casi todo. O acariciar y curar las heridas que Tesa se ha hecho por la ansiedad de estar tanto tiempo sola estos últimos días, en vez de poner la lavadora. He decidido sonreír pensando que Bunbury pasará su gira finalmente por Valencia, en vez de amargarme por los falleros que me esperaban con sus petarditos en la puerta de mi casa. Ahora mismo, por ejemplo, acabo de decidir que ya está bien por hoy; que nos vamos a la camita, a hacer nuestras oraciones y a descansar. Que toca posición horizontal. Y que me encantan los ronquidos de la peludita a mi lado, y la tibieza de su cuerpecito y los latidos de su corazón. No sé qué sueñan los perros. A lo mejor mi Tesa me sueña tomando decisiones para ser un poquito más feliz. A lo mejor sus sueños se empiezan a cumplir...



martes, 8 de marzo de 2016

Elegir


Me ha gustado mucho el dibujo que os he puesto. Porque, si os fijáis, los dos están en el mismo autobús y en la misma carretera. La única diferencia es... sus puntos de vista. Me hace gracia. En el bus que me lleva al cole todas las mañanas, hay dos paradas frente al puerto. Y yo siempre procuro ponerme al lado de la ventanilla desde donde ver los barcos y el mar. Aunque sea por unos segundos, la tranquilidad del agua azul y de los barcos reposando me hace bien. Voy con mi música en los cascos y no escucho las conversaciones de la gente que me rodea (cuando me los he quitado sólo he oído quejas, desgracias, o comentarios políticos; y yo no veo la tele precisamente para ahorrarme ese tipo de información, no porque no me interese, sino porque me altera mucho y me molesta enormemente que me manipulen o me condicionen). El caso es que nunca he visto a nadie mirando al mar. Y llevo cogiendo ese bus desde el 2003. Curioso, ¿verdad?. Parece que la gente está anestesiada contra el paisaje marítimo que les acompaña a diario...

Tengo más o menos claro lo que me toca hoy desde que me he levantado: trabajo, autoescuela, más trabajo, más autoescuela, la Misa fugaz del cura nuevo que la recita rápidamente y sin ningún fervor, más tests en casa, quizás una lavadora, algo de buena lectura, y caer desplomada de agotamiento. Parece un soberano plomazo. Puede que lo sea. Pero hoy, al menos AHORA, elijo. Elijo, no lo que voy a hacer, sino mi actitud ante lo que tengo que hacer. Elijo la sonrisa. Elijo el sol, que hoy ha vuelto a salir radiante después de haberse tomado un día de vacaciones. Elijo pararme a oler el champú en mis manos mientras me lavo el pelo. Elijo el jersey naranja en vez del negro.  Elijo acariciar el pelo suave de mi Tesa mientras repaso las velocidades de los distintos vehículos. Elijo recibir a mis niñas en nuestra mini aula con un beso. Elijo imprimirles dibujos para que los copien simétricos, porque es más divertido aprender la simetría dibujando que memorizando. Elijo salir de una Misa de 12 minutos dicha con menos entusiasmo que si se estuviese leyendo a Kant, y pasar al menos otros 12 por la calle con Tesa caminando y orando al Dios que pese a las circunstancias se ha hecho alimento para mí. Decido seguir mandándole capítulos del Principito a mi amigo, el adulto que ya va aprendiendo a pedir ayuda como quien pide que le pinten un cordero. Elijo el lado derecho del autobús, el mar, la tranquilidad, y desplomarme esta noche pensando que el día no ha sido tan rollazo como parecía en un principio. Y lo elijo por Sheyla, y por Raquel, y por Tusy, y por Manu, y por Jesús, y por Angel, y por Tina, y por Tesa, y sobre todo por Hadasita; y por Dios, a quien le dedico el espectáculo de este 8 de marzo, a ver si le gusta.

lunes, 7 de marzo de 2016

¡Gracias!

A todos los que habéis hecho posible que nuestro contador de visitas haya superado las 30.000.


Nunca pensé que este blog diera para tanto. Está claro que unas 1.000 son visitas mías, para publicar o para leer vuestros comentarios. Pero que se haya abierto 29,000 veces más en otros sitios por otra gente, me parece sorprendente.

Han pasado muchos años y muchas cosas. La mayoría de ellas duras. Yo no soy la misma, gracias a Dios. Mi Hadasita sí, gracias también a Dios que me la mantiene viva dentro. Carry marchó y llegó Tesa y con ella la ternura. Hemos hecho muchos viajes, algunos inolvidables como los de Nicaragua que llegaron a merecer blog aparte; otros más interiores, de los que no hay fotos pero sí algunos textos bastante descriptivos.

Hoy iba a poneros un dibujo que hizo mi niña ayer mientras yo corregía, mejorando el del otro día. Y ¡qué narices!, os lo pongo porque le ha quedado super chuli, y a ella le encanta ver cosas suyas por aquí. 


Bonito, ¿verdad?. Pero se me impone también ese "gracias" del título cuando me levanto y veo la cifra. Y un "perdón" por las veces que me habéis tenido que aguantar con nubarrones en la cabeza. Quizás haya mucha tontería por aquí, pero también hay mucha autenticidad. Nada de lo escrito es mentira, ¡NADA!. A veces no se me entiende porque, detrás de cada frase hay tanto metido, que sólo quienes han vivido lo narrado a mi lado son capaces de leer entre líneas. Pero la literatura no hace menos auténticas cada una de las entradas. Y si a alguien, como a Tusy últimamente, le hace bien leerlas, ¡bendito sea Dios!. Aquí seguiré. ¡Un fuerte abrazo a todos!.

sábado, 5 de marzo de 2016

¿Inmadurez?

Algunos pueden opinar que a mi Hadasita le falta madurez.
En realidad, lo que le pasa es que es una niña.
Eso no significa que no tenga madurez,
sino que tiene la madurez propia de una niña.

Me hace gracia que alguien pueda criticarla
cuando debajo de mi casa hay un montón de "adultos"
llenando la calle de petardos y alcohol.
Que ya no podamos sacar a pasear a Tesa.
Que nos tengan de arresto domiciliario forzado.

Menos mal que mis peques saben qué hacer en casa.
¡Nunca se aburren!
Mientras yo empalmo tests de autoescuela
una mordisquea un peluche
tratando de sacarle el relleno por un ojo,
y la otra hace un dibujo, bastante parecido a éste:


Y yo las miro, y decido cerrar el libro.
Y pongo música de fondo, y mi niña y yo cantamos
y Tesa mueve la colita, porque sabe que toca fiesta.
Cuanto más fuertes suenan los petardos,
más alto cantamos. ¡A ver quién gana!

Declaramos la guerra a la madurez de lo socialmente aceptado,
("espero que me permitan que les contradiga un poco"*),
y optamos descaradamente por esta inmadurez rebelde.
¡Y que se ensucie la casa! ¡Y a sacar las galletas!
¡Y que mi niña me tinte el pelo, y de camino medio baño!
¡Y que Tesa se haga pis en el pasillo, que para eso está el mocho!
¡Que no pare la música! ¡Que resuenen las risas! ¡A saltar!
Sólo callaremos para leer un cuento,
para nuestras oraciones de niñas,
y para soñar con los angelitos.
¿Algún "inmaduro" se apunta al plan?
*Bunbury: "Porque las cosas cambian".

viernes, 4 de marzo de 2016

A modo de aclaración

Estoy en pausa, pero no quieta.
Estoy en lo que San Ignacio llamaba "no hacer mudanza".
Estoy manteniéndome, y con firmeza además.
Estoy en espera, pero no una espera pasiva
sino viva, esforzada, perseverante.
Quizás no sea tiempo de tomar decisiones importantes.
Porque...


Pero, sin hacer mudanza, donde estoy, queda mucho trabajo.
De orden. De limpieza, De oración. De paciencia. De perdón.
De escucha. De replanteamientos.
De relecturas y reinterpretaciones.
En pausa, si, a la expectativa. Pero no parada.
Cogiendo aire y cargando fuerzas para lo que siga.
Esperanzada, creyendo que será mejor.

miércoles, 2 de marzo de 2016

En pausa

El tiempo ha corrido mucho últimamente.
He envejecido unos 5 años desde verano.
Llegó un momento en que parecía que
cada día iba a ser peor que el anterior,
así, indefinidamente.
Las evaluaciones en el cole se suceden,
los meses pasan volando...
¡Ya es marzo!
Hasta aquí. Me planto. Me pongo en pausa.
Me doy tiempo de este agobio,
y decido darme la oportunidad de parar.
Ya no quiero correr más.
Opto por el egoísmo de cuidarme,
o por la comodidad de dejarme cuidar.
Y a ver qué pasa.
Si las cosas mejoran, igual le doy al stop
y dejo atrás para siempre los malos rollos.
Si no, quitaré la pausa y a estrellarse.
Dios dirá...


martes, 1 de marzo de 2016

Ahora (II)

En mi parada de autobús he visto este anuncio:

Y me ha recordado lo importante que es el ahora para mí ahora.
No creo en las casualidades:
creo que Dios está detrás de todo, lo bueno y lo malo.
Con lo que de conflicto con Dios me acarrea a veces esta creencia.
Pero justo ahora no puedo permitirme no aprovechar el ahora.
Porque ahora hay personas que me apoyan.
Ahora hay quien reza por mí.
Ahora estamos en cuaresma.
Ahora, si pido ayuda, obtengo respuestas.
Ahora es ese adverbio de tiempo que no es ayer, ni mañana,
que ni es fatuo, ni duele, ni enerva.
A cada día le basta su afán.
Ahora yo escribo. Y ahora tú me lees.
No espero para construir. Tampoco para destruir.
Elegir un camino es dejar otros,
y de todo comienza a hacer ya mucho tiempo*.
¡Gracias a Dios!.
Yo creo, espero y empiezo a amar este ahora.
Porque "Ahora es tiempo favorable,
ahora es día de salvación" (2Cor 6,2).
*Bunbury: "Porque las cosas cambian".
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