Cuando era niña aprendí aquella canción que decía: "Dios es Amor, la Biblia lo dice. Dios es Amor, San Pablo lo repite...". Bonita, y útil. Gracias a ella recuerdo perfectamente que la definición de Dios como Amor está en el capítulo 4, versículo 8, primera de Juan.
Pasan los años, y las experiencias hacen que a la palabra "amor" le añadamos connotaciones diversas, y que al final nos cueste reconocer a Dios en esa definición; porque en el fondo sabemos que Él es mucho más que lo que hasta ahora hemos experimentado en los amores humanos, tan efímeros e insustanciales a veces.
Y llega un momento en la vida de la Iglesia que el Espíritu sopla y remueve las cosas. Y sin cambiar en absoluto la verdad de la esencia de Dios como Amor, le añade un adjetivo calificativo muy revelador: "Misericordioso". Ya no es cualquier tipo de amor: Dios es Amor Misericordioso. Nuestro Dios es el Dios de la Misericordia. No es una novedad, sino un recuerdo. Si leyésemos más los Evangelios recordaríamos que Lucas tiene su capítulo 15 dedicado a las parábolas de la Misericordia. Pero los católicos, bien cabezotas e inconscientes, tenemos la Biblia de adorno cogiendo polvo en nuestras estanterías. Algo sí deberíamos aprender de nuestros hermanos protestantes...
Como Dios es Amor y conoce nuestra masa, inspiró a Faustina Kowalska todo un tratado sobre su Misericordia. Y parece que sí, que el Diario de Faustina sí lo hemos leído más últimamente. Sobre todo desde que San Juan Pablo II declaró el segundo domingo de Pascua como fiesta de la Divina Misericordia. Sin dejar de recomendar fervorosamente la lectura de este diario, vuelvo al principio, a la Palabra y a la infancia. Y por expresa petición de Hadasita, para felicitaros la fiesta de hoy, os cuelgo esta parábola en lugar de algunos preciosos textos conmovedores que tienen Teresa de Jesús, Fray Luis de Granada, o la propia Faustina sobre la Misericordia de Dios, que podréis encontrar fácilmente en internet. Queridos niños que me leéis, también los niños adultos: el Amor Misericordioso de Dios es así:
1 comentario:
Me toca explicar a la peña de mi parroquia el tema de las indulgencias y voy con los ejemplos....
Un delincuente es detenido, juzgado y sentenciado. Y le llevan a cumplir condena. Porque, commo es sabido, es aquello de "el que la hace la paga". Vale que ese tipo luego puede hacer méritos. Pero lo hecho hecho está...
En la Iglesia y en la vida, todo tiene consecuencias... Si un tipo se dedica a beber a lo bruto, la cirrosis le sale al paso;y si uno se mete por callejones oscuros en un barrio peligroso es que arriesga una puñalada... En la Iglesia y en la vida el que se lo busca se lo encuentra.
Pero también el AMOR mueve y hace sus jugadas... Porque Dios que quiere lo mejor para nos, nos dio con el Hijo el Jubileo de la Gran Misericordia. y -hoy lo veíos en el evangelio del día- dio la potestad del perdón a su Iglesia.
Y así sucede que hay golpes de suerte -de gracia decimos nosotros- y sucede una anmistía, una exención de la pena... Ahi los reos son rehabilitados, integrados... Pues en la Iglesia es algo parecido. Porque se hace facilitadora del encuentro y la reconciliación con Dios.
Y el método que sigue va en una dobe dirección: Sacramento e indulgencia.
El primero es del todo preciso porque se pide perdón a quien se ofende; ya perdonada la culpa hay que sanar lo que quedó herido y resentido... Dicho de otro modo: Si se apaga el incendio en una casa -ejem,ejem- eso no quiere decir que ya se pueda vivir en ella como si nada hubiese ocurrido. Porque huele a chamusquina seguro y desperfectos si que hay, o no?
Ahora vamos con el daño: Es lo que queremos abreviar. Por eso la penitencia es virtud, además de sacramento; por eso también se habla de ascética y de superación y de buscar intimidad y comunión amén de perfección y santidad... Pero si hay ayuda del cielo, sin duda que será más liviana esa empresa: La Gracia es poderosa para despegarnos del barro y del pecado. Hay mucha potencia en nuestra lucha contra el mal y se precisa absolutamente pues no hay cabida ni puede entrar nada sucio y malhallado en el cielo del Buen Dios. Dicho en plata: Se puede aprender a coscorrones, como le tocó a aquel pródigo chaval de la parábola... Pero hay un camino mejor que nos propone la Madre Iglesia y consiste en la obediencia y la humildad: Confesando y comulgando, rezando por el Papa (estando en Comunión con la Iglesia Católica) y haciendo ciertos jercicios (peregrinaciones y oraciones), detestando el pecado y aminorando la pena, es como acortaremos la distancia con Dios, lucraremos el bien y tendremos la gracia prometida...
Acabo con una imagen: Que el caminito que hay entre tu casa y la de tu Amigo sea transitado con frecuencia porque es norma en toda religión/relación que el olvido hace que crezcan matorrales y se borre esa buena senda.
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