En clase de mates estamos dando la circunferencia y sus partes. Y me resulta imposible no acordarme de la explicación que, sobre la Trinidad, recibí en la Facultad de Teología, allá cuando los dinosaurios todavía paseaban por nuestras calles, las pizarras eran verdes y no existía la Wikipedia. Es de las pocas cosas que no se me han olvidado.
Decía el profe que Dios es como el punto, que lo es todo, que está en todas las figuras. Es Padre y origen de todo lo creado. Cuando el punto se une con cualquier otro punto el resultado es la línea. Dentro de una circunferencia, la línea que une el punto del centro con cualquier punto de la circunferencia se llama el radio. Hay infinidad de radios, como hay infinidad de puntos en la circunferencia que pueden unirse a su centro. Ahí tenemos a Cristo, el radio, que es Dios puesto que está formado de puntos, y que a su vez une a Dios con el hombre, con cada hombre concreto o punto de la circunferencia. Puente (o Pontífice) que conecta en sí la Humanidad con la Divinidad. Pero Dios no se conforma con llegar a una persona, o a varias; en su ser Comunión, busca la unión con todos nosotros, hombres de todos los rincones del planeta y de todos los segundos de la historia. Después de la Encarnación, sigue buscando al hombre en cada punto, en cada línea: es el Espíritu Santo (que procede del Padre y del Hijo, del punto y la línea), que recorre cada punto de cada línea de la circunferencia, llenándola entera hasta formar el círculo. En cada punto del círculo estamos representados todos nosotros en unión con Dios. A mis niñas del cole, en mates, se lo dibujo así:
Es una forma de explicarlo. Hay muchas, tantas como intentos del hombre de acercarse con imágenes o palabras al Misterio. No importa si se entiende bien o no, puesto que Dios es mucho más que una circunferencia o un círculo. De todos modos yo, pequeño puntito de la enorme circunferencia del mundo, no salgo de mi asombro con el radio: que esté unida al centro me parece una prueba de Amor irrevocable. Pero que, además, junto a mi radio vea otros miles de millones de radios, y todos juntos vivamos en una comunión que nos hace uno en el círculo, mucho más allá de nuestras diferencias espacio-temporales o simplemente personales, lo encuentro la pasada de las pasadas.
Hoy me uno a la Iglesia Universal en su homenaje a este "círculo". Y grito en silencio desde lo más profundo de mi corazón: "¡Ven, Espíritu Santo!".
Ven, Espíritu que moviste a Zaqueo a subir al sicomoro,
y ayúdame a desprenderme de todo lo que me aparta de Dios.
Ven, Espíritu que tocaste el corazón de la adúltera,
y haz que mis lágrimas limpien la impureza de mi pobre corazón.
Ven, Espíritu que inspiraste a Pablo,
y enséñame a rectificar posturas
y acercarme sin temores a tu Verdad.
Ven, Espíritu que sacaste a Bartimeo de la orilla del camino,
y ayúdame a pedir humildemente "Señor, que vea".
Ven, Espíritu que moviste a Pedro al arrepentimiento,
y hazme confesar: "Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo".
Ven, Espíritu de desprendimiento de la pobre viuda,
y ayúdame a ofrecer a Dios las pequeñas dos monedas
que enriquecen mi simple personalidad.
Ven, Espíritu que sacaste a Nicodemo en plena noche,
y hazme nacer de nuevo a una vida según tu Voluntad.
Ven, Espíritu que abriste los oídos
de los discípulos de Emaús al entendimiento,
y enciende mi interior hasta que arda a la voz de la Palabra.
Ven, Espíritu que provocaste el hambre del niño pródigo,
y llévame de regreso para siempre
al Hogar de los brazos del Padre.
Ven, Espíritu que moviste a María a darte su "sí",
y enséñame a decirte cada mañana un "serviam*" sincero.
Ven, Luz, Sol, Noche, Calma, Inquietud, Silencio,
Calor, Frío, Templanza, Descanso, Actividad, Motor, Pausa,
Fortaleza, Esperanza, Fe, Dirección, Sentido, Metanoia*.
Ven, Espíritu de Dios. Llena los corazones de tus fieles.
Y enciéndenos con el fuego de tu Amor.
*Serviam: te serviré.
*Metanoia: cambio de dirección, enfoque, conversión.