Si hay un tesoro escondido; si existe una "X" que marca el lugar; si la Palabra es cierta y la promesa se cumple... yo quiero ser ¡pirata!.
Si existen la Paz, el Consuelo, el Descanso, el Amor, la Felicidad, así, con mayúsculas; y si además son bienes al alcance de mi bolsillo, ¿no los comprarė?. ¿O lo que tengo ahora vale más?: un trabajo que detesto, pero que me da para comer; el cariño de cuatro o cinco personas que llevan nosecuantísimos días sin preguntarme cómo estoy; una casa que no es mia; una libertad que oculta la soledad que prefiere quien sabe lo que es estar mal acompañado; un perrita que me come a besos ocurra lo que ocurra; un montón de desengaños, de decepciones, junto a algún bonito recuerdo al que agarrarse para no llorar; círculos viciosos, pescadillas que se muerden la cola, defectos dominantes; un futuro incierto del que ya sólo deseo que traiga estabilidad y que ya no vaya a peor...
¿Es esto lo que tengo? ¿Y todavīa soy tan estúpida como para agarrarme a ello cual Gollum con su anillo, cuando el verdadero tesoro está justo ahí, a un "déjalo todo y sígueme"?.
La perla de gran valor está en el fondo de mi piscina; es tan grande que la veo desde aquí fuera. Y yo que quisiera ser pirata no me atrevo ni a meter los pies... ¿Mi morralla a cambio de un tesoro? ¿Me atreveré a pujar y que sea literalmente lo que Dios quiera?. "Desafiando el oleaje, sin timón ni timonel, por mis sueños va, ligero de equipaje, sobre un cascarón de nuez, mi corazón de viaje..."*.
Sabina, "Peces de ciudad".