Ese bien que tanto anhelamos. "Busca la paz y corre tras ella" (Sal 34,15).
He estado dando vueltas a cosas que pensaba que me producían paz: como acariciar a mi Tesa, escuchar buena música, poder dormir 7 horas seguidas... Pero en realidad no es paz lo que consigo con esto, sino tranquilidad. Y la tranquilidad es muchísimo más efímera que la paz. Así que he seguido investigando el tema, y me ha saltado en la oración la Palabra con este versículo de Isaías: "Señor, Tú nos darás la paz, porque todas nuestras empresas nos las realizas Tú" (Is 26,12). Y ahí sí, ahí creo haber encontrado la clave...
Pase lo que pase, ocurra lo que ocurra, más allá de nuestros proyectos personales y nuestras expectativas sobre ellos, al final -por caminos más rectos o más torcidos- la Providencia hace de las suyas, y nos ayuda a sacar adelante aquello que más nos conviene. Si creemos de verdad que solos no podemos nada, que toda nuestra fortaleza es prestada, que Dios es especialista en sacar de los males bienes, y que nuestras empresas están en manos de su Santísima Voluntad, ¿no acaba ahí la búsqueda de la paz? ¿no es eso todo lo que necesito saber para estar segura de que todo va bien?.
Por encima de mis buenas intenciones, más o menos acertadas; más allá de los movimientos en el tablero de mi vida de quienes sé que no están interesados en mi bien personal; si sé que la norma de lo que va siendo no es una norma fija, puesto que no hay leyes ni pasados ni experiencias que Dios no pueda cambiar a su antojo como le dé la realísima gana y en cualquier momento... ¿de qué temeré? ¿por qué me impaciento? ¿qué puede quitarme el sueño? ¿qué puede darme más paz?.
Hace dos días agarré la tijera y me hice un desastre en el pelo, motivada por el exceso de calor, de esos que hacen historia. Me miro al espejo y me muero de risa (hace pocos años me habría puesto a llorar, y habría salido corriendo a comprarme un sombrero que cubriera el destrozo catastrófico que me he hecho yo solita, jajaja). Y hoy pienso: quiera yo o no, no hay nada que pueda hacer para evitar que mi pelo vuelva a crecer, incluso mientras duermo, sin prisas pero sin pausa. Dios me va a arreglar los trasquilones en cuestión de días. Y si algo tan intrascendente como unos pelos cuenta con Él detrás, ¿quién (aquí va un taco) va a poder convencerme de que las cosas realmente importantes de la vida no tienen al Señor de su parte para salir adelante?.
Tú nos darás la paz, sí, porque todas nuestras empresas nos las realizas Tú; las que no salen, o no merecían tanto la pena o no eran para bien; las que tienen que salir, lo hacen aunque Tú tengas que meter mano y enderezar lo que nosotros andamos torciendo con nuestra torpeza pese a las buenas intenciones; y lo que ni imaginamos, que es lo mejor de todo por ser Plan Tuyo sin más, no sólo nos dará la paz, sino una alegría que nada podrá superar. Así que amén, amén y amén. Y en paz.
1 comentario:
. P az
y A mor
... Z iempre
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