En dos horas estaré subida a un bus camino de Barcelona, y en 10 metida entre 200 mil personas, dispuesta a disfrutar de los dos conciertos más bestiales de este año en nuestro país. Uno detrás de otro. Bunbury y Vetusta Morla. Anoche Enrique estuvo haciendo pruebas de sonido en el escenario, y nos ha colgado una foto para ir abriendo boca:
Para mí no sólo es un placer en grado máximo: es mucho más. Es un premio de fin de curso bien merecido. Es una recompensa que me concede Dios a un esfuerzo del que sólo Él es plenamente testigo. Es un "todo llega", un "vale la pena", un "sigue adelante" un "tú puedes", un "vamos allá", un "estamos en el buen camino". Os diré que todavía estoy en mi casa y ya empiezo a hiperventilar de la emoción. Si hubiese podido pedirle al Señor un regalazo para este fin de curso, en mis sueños habría sido exactamente éste. Es de mi gusto al 100%. Después de todas las lágrimas que me ha visto derramar tantas noches en silencio, y de las que sólo Él ha sido testigo, hoy me verá llorando a moco tendido de puro gusto, con la música a unos decibelios indecentes, acompañada en persona por aquellos que ponen letra a lo que lleva mi alma y yo no sé expresar. Y me imagino que, de alguna manera, a Dios le va a gustar el espectáculo tanto como a mí... aunque sea por motivos distintos... Me voy con mis cascos puestos, probando sonido. A la vuelta os cuento.
1 comentario:
una vez aprendí que hay tres palabras que conjugan la vida
-expectativa
-esperanza
-desesperación
la primera es humana
la segunda es divina
la tercera es diabólica
porque nos ilusionamos los humanos
porque tiene el horizonte de la fe
porque uno se coloca en el lugar de Dios y "sabe" que no...
yo espero (escribo a toro pasado, con efecto retroactivo)
que paladees la expectativa y te dejes llevar por la 2ª
en la certeza de que siempre vamos a mejor...
aún en medio de las pruebas y trabajos.
Publicar un comentario