Supongo que no hace falta que os cuente que Papá Noel no viene a mi casa. Ni tengo chimenea, ni le dejo abierta la ventana, ni le atendería al telefonillo si me llamara. Porque la noche que le da por pasearse por la ciudad me suele pillar ocupada con algo más importante: la celebración del cumpleaños de mi Niño Dios. ¿Quién de vosotros abriría al revisor del gas en plena celebración de sus bodas de plata, por ejemplo?: no tiene sentido.
El caso es que el Pequeño de Belén sí suele hacerme algún regalito extra esa noche. Este año me ha traído un libro interesante: "El líder de la manada", de César Millán (el encantador de perros). El mensaje para mí estaba en la página 23. Dice: "Con dinero podrás comprarte un buen perro, pero no comprarás con él el meneo de su rabo". La cita es de un tal Josh Billings.
Me parece una frase realmente iluminadora. Crisis arriba o abajo, hay cosas que no se pueden comprar. Y no porque sean muy caras, sino porque no tienen precio. Lo siento muchísimo por los establecimientos que en estas fechas hacen su agosto; lo siento por los consumistas enfermizos;no hay tiendas para las cosas importantes...
¿Cuánto estaría dispuesta a pagar por una sonrisa sincera?
¿Cuánto por volver a jugar, sin prisas, sin miedo a mancharme, sin la tensión de tener que ganar la partida?
¿Cuánto vale el afecto?
¿Cuánto hubiese estado dispuesta a pagar por Tesa si hubiese sabido lo rebuena que era?
¿Por cuánto compraría un buen amigo?
¿Cuánto valen esos cafés que te curan por dentro, porque lo tomas con el azúcar de la escucha mutua?
¿Cuánto pagaría por una llamada de teléfono reconciliadora?
¿Cuánto por una puesta de sol a orillas del Pacífico?
¿Cuánto por un "te quiero" recíproco, que llene de luz hasta los días más nublados?
¿Cuántos años tendría que ahorrar si le pusieran precio a una conciencia tranquila?
¿Cuánto vale mi mañana? Sí, ¿cuánto pagaría por volverme a levantar mañana?
¿Qué cuesta un kilo de esperanza?
¿Sabéis por qué no se venden estas cosas, por qué se tienen que regalar?: porque son sagradas. Y poner precio a lo sagrado es prostitución. Y no encuentro nada que sea más contrario a la Navidad.
Tesa, bolita de pelo: aquí un regalito para tí, gratis, porque te quiero.
Es un pequeño vídeo de nuestros juegos nocturnos.
Me alegro que te guste... se te nota en la colita...
3 comentarios:
Gran post. Mientras haya gente que cada dia siga regalando esas cosas el mundo merece la pena. Aunque con retraso ¡FELIZ NAVIDAD!
Gracias, Carlos, igualmente.
Estheeer!!! Tengo ganas de verte!!
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