He quitado los datos concretos, por no hacer propaganda. Lo quiero sólo para mí, jeje. El caso es que andando por la calle, me he cruzado con un chaval que repartía esto. La última vez era un descuento en productos de Aloe Vera, y la anterior una Atalaya. Lo he cogido por cortesía, a ver de qué se trataba en esta ocasión; pero cuando he leído el texto casi me caigo de culo. ¡Sorpresa! ¡Por fín lo encontré! La solución a todos mis problemas. Ingenua de mí, andaba buscando respuestas en la oración, en la amistad, en mi propio esfuerzo personal... ¡y resulta que en 4 días este tío me promete la felicidad! Querido profesor Fa...: ¡usted sí que es todo un maestro! ¿Quién podrá resistirse a llamarle?
Me pregunto cómo es posible que al mismo Dios no se le ocurra poner chavales en la calle repartiendo papelitos de este tipo. ¿Acaso no ha encontrado ningún buen asesor de imagen que oriente sus campañas publicitarias?. Y más: si cayese uno de éstos en nuestras manos, ¿se iría a la papelera tan rápido como se acaba de ir el del famoso profesor Fa...?
La cuestión es sencilla: ¿De quién narices nos fiamos? ¿En manos de quién ponemos nuestra vida? ¿Dónde hemos guardado el sentido común?
1 comentario:
Hola Esther! ¿Cómo va todo? Siento no haberte escrito en tanto tiempo, me da mucha rabia no haberlo hecho. Me ha encantado tu cartel, creo que le haré caso :) Y voy a mandarte un correo en condiciones, que esto no puede ser.
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