Parece que este año, para sus Majestades de Oriente hemos sido super buenas. Porque nos han llenado la mesa del saloncito de regalos bien bonitos todos, a diferencia del año anterior que nos dejaron sólo un CD y para meditar, jajaja. Lo cierto es que, en esta casa, vivimos 3 señoritas (más o menos peludas) trabajando mucho y bien. Y me alegra que los Reyes lo hayan sabido valorar.
Recogidos los juguetes, libros, huesos, pelis, etc, todavía encuentro que se nos ha hecho un regalo más. Y es importante. El más importante. Porque será regalo también mañana, y pasado, y al otro... Ahí queda: la posibilidad de recomenzar, de estrenar año, y Reyes, y reloj, y calendario, y agenda, y zapatitos cada día; de ser un poquito más buenas cada instante. Y no para que el próximo 6 de enero se nos llene la mesa del saloncito de regalos: sino porque queremos ser regalo nosotras, como para nosotras lo es Dios.
Sus Majestades también aprendieron esta lección... y después de ofrecer al Niño sus presentes y sus vidas, volvieron por otro camino... Uno nuevo, recién desempaquetado.
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