Me ha gustado mucho el dibujo que os he puesto. Porque, si os fijáis, los dos están en el mismo autobús y en la misma carretera. La única diferencia es... sus puntos de vista. Me hace gracia. En el bus que me lleva al cole todas las mañanas, hay dos paradas frente al puerto. Y yo siempre procuro ponerme al lado de la ventanilla desde donde ver los barcos y el mar. Aunque sea por unos segundos, la tranquilidad del agua azul y de los barcos reposando me hace bien. Voy con mi música en los cascos y no escucho las conversaciones de la gente que me rodea (cuando me los he quitado sólo he oído quejas, desgracias, o comentarios políticos; y yo no veo la tele precisamente para ahorrarme ese tipo de información, no porque no me interese, sino porque me altera mucho y me molesta enormemente que me manipulen o me condicionen). El caso es que nunca he visto a nadie mirando al mar. Y llevo cogiendo ese bus desde el 2003. Curioso, ¿verdad?. Parece que la gente está anestesiada contra el paisaje marítimo que les acompaña a diario...
Tengo más o menos claro lo que me toca hoy desde que me he levantado: trabajo, autoescuela, más trabajo, más autoescuela, la Misa fugaz del cura nuevo que la recita rápidamente y sin ningún fervor, más tests en casa, quizás una lavadora, algo de buena lectura, y caer desplomada de agotamiento. Parece un soberano plomazo. Puede que lo sea. Pero hoy, al menos AHORA, elijo. Elijo, no lo que voy a hacer, sino mi actitud ante lo que tengo que hacer. Elijo la sonrisa. Elijo el sol, que hoy ha vuelto a salir radiante después de haberse tomado un día de vacaciones. Elijo pararme a oler el champú en mis manos mientras me lavo el pelo. Elijo el jersey naranja en vez del negro. Elijo acariciar el pelo suave de mi Tesa mientras repaso las velocidades de los distintos vehículos. Elijo recibir a mis niñas en nuestra mini aula con un beso. Elijo imprimirles dibujos para que los copien simétricos, porque es más divertido aprender la simetría dibujando que memorizando. Elijo salir de una Misa de 12 minutos dicha con menos entusiasmo que si se estuviese leyendo a Kant, y pasar al menos otros 12 por la calle con Tesa caminando y orando al Dios que pese a las circunstancias se ha hecho alimento para mí. Decido seguir mandándole capítulos del Principito a mi amigo, el adulto que ya va aprendiendo a pedir ayuda como quien pide que le pinten un cordero. Elijo el lado derecho del autobús, el mar, la tranquilidad, y desplomarme esta noche pensando que el día no ha sido tan rollazo como parecía en un principio. Y lo elijo por Sheyla, y por Raquel, y por Tusy, y por Manu, y por Jesús, y por Angel, y por Tina, y por Tesa, y sobre todo por Hadasita; y por Dios, a quien le dedico el espectáculo de este 8 de marzo, a ver si le gusta.
2 comentarios:
Paulo Coelho dice que la felicidad es a veces una bendición, pero que de normal es una conquista. Está claro que las circunstancias no siempre dependen de nosotros, pero la actitud que tomemos frente a ellas, es fundamental para abordarlas con éxito.
Sensata decisión la tuya, también generosa para quienes de alguna manera convivimos contigo (aunque sea desde el otro lado de la pantalla, como es mi caso). Seguro que has contribuido para que tu entorno inmediato tuviese un día más agradable. También en el mío, que aunque no ha sido muy rutinario, sí que se me ha hecho tremendamente pesado, ¡estoy agotada!
Buenas noches. Un abrazo y la paz de Jesucristo.
PD: Agradezco que hoy no hayas escrito un discurso sobre el Día de la Mujer; los medios y las redes sociales hoy me han hecho sentir abrumada con tanta exaltación del feminismo y tanta demagogia al respecto, en muchos de los casos.
Te leo y veo claro lo que dices, que es eso, elegir... Pero yo que me muevo en las cochambres y miserias de gentes de moral descuidada lo diré en breve y traduciré tu mensaje en su vertiente moral, que enseguida -seguro- me entenderás... Contra la malicia, milicia... Alistarse y combatir (lenguaje ignaciano) en la bandera del Reino, luchando por la verdadera paz, el shalom que contiene todos los bienes, la paz que no da el mundo sino mi Buen Jesús. Y por eso vamos tiñéndolo todo, no de negro sino de verde esperanza que es el color del mañana sin ocaso...
Nota: Por cierto, una vez dijo tu niña que Dios es hoyito y es colorao... Nos oyó hablar a los mayores de la confesión aquella del amigo Pedro y de que somos neumáticos y con hilo musical... puedes preguntale algo de aquello? A veces los mayores miramos tanto la pared que no vemos los horizontes bonitos y se nos olvida que nuestra barquita está en el ancho mar de Su Misericordia.
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