Estos años de silencio han impedido que se comentara aquí una serie que, con alguna puntualización, considero que merece la pena ver: Juego de Tronos.
Atención, spoiler.
Traigo hoy a la memoria a Arya Stark y a su profesor de baile, Syrio Forel.
Muchas cosas aprende la pequeña de este hábil maestro de la espada, pero una será la que le servirá para convertirse en la heroína indiscutible de la Gran Guerra: "Sólo hay una cosa que decirle a la muerte: HOY NO".
Me gusta. Porque me sirve.
Sólo hay una cosa que decirle al miedo: hoy no.
Sólo hay una cosa que decirle a la pereza: hoy no.
Sólo hay una cosa que decirle a la tentación: hoy no.
Sólo hay una cosa que decirle a la rendición: hoy no.
Hoy no. No es un buen momento para dar un paso atrás.
No es un buen momento para el desánimo, para bajar la guardia, para dejar las cosas importantes para más tarde. No es un buen momento para descansar, para aparcar la espada, para dejarse llevar.
Es el tiempo perfecto para trabajar con esfuerzo constante.
Los opositores sabemos muy bien lo que es vivir corriendo una carrera de fondo.
¿Cuántas veces al mes, a la semana, al día, me ha tocado sobreponerme a las ganas de tirar la toalla con un tajante, firme "HOY NO"?
Es el momento de hacerse fuerza y no dejarse llevar por la corriente.
Párate y mira a dónde llevan las aguas del ruido, de las prisas, del consumismo, del aparentar...
A vivir estresados, asfixiados, preocupados, amargados; a comer hasta explotar, a reunirse por puro compromiso, a empujarse en las tiendas gastando hasta lo que no se tiene, a blasfemar llamando a todo eso Navidad.
No. Hoy no. Y espero que mañana tampoco.
Eso nos convertiría en una especie de zoombie,
en alguien más muerto que vivo,
en un caminante blanco.
El Adviento nos pone en alerta, nos agudiza los sentidos,
nos enseña lo verdaderamente importante.
Es un kairós, un tiempo de gracia.
No es un a espera estática, sino activa. Un "Ven" que, a la vez, sale al encuentro.
Es un duro ir contracorriente; una batalla en serio por lo auténtico,
luchando en el ejército de un Niño-Rey que nada tiene que ver con ese gélido Señor de la Noche a quien sabemos que se le pueden parar los pies, como hizo Arya Stark, con un:
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