domingo, 10 de agosto de 2008

En la brisa... y en la tempestad

Quisiera encontrar una imagen. Tiene que ser de un faro. Siempre me han encantado los faros. Tengo un par de imán colgados en mi nevera, otro en un paño de cocina, y otros dos pintados en bandejas. Pero el que yo busco es para la pared. Y quiero que sea grande. El que os he colgado aquí es bonito, pero no expresa bien lo que yo quiero.

Muchas veces vuelve a mi memoria El Principito. Es inevitable, porque de tanto leerlo y releerlo forma ya parte de mí. Cuando hablo del faro siempre me acuerdo del planera del Farolero, el único del que el pequeño príncipe podría haberse hecho amigo, porque tenía un oficio que era útil para los demás.

La primera noche que pasé en el Paraíso de Masatepe, en el noviciado de la Madre Teresita, paseando por el jardín encontré en un rincón, al lado de la cocina, colgadas unas campanitas. Tenían pequeños faros intercalados y uno más grande arriba del todo. Me quedé mirándolos atontada, con la luna brillante al fondo, y el aroma de cientos de flores que no os sabría describir. Y volvió a pasarme lo de siempre. Veo un faro y pienso en Dios. Y la oración brota sola. De mañana hice la foto que véis (haciendo clik encima se agranda).

Es cierto, como dice la primera lectura de hoy, que Dios está en la brisa suave, puesto que su Presencia es paz. Pero no es menos cierto que, en la tempestad, es Faro firme, y ahí también su Presencia es paz. Haya tempestad o reine la calma en el mar de nuestra vida, el Faro sigue, inamovible, y su luz ilumina hasta las noches más oscuras. Y su trabajo, como el del Farolero del Principito, nos es tremendamente necesario.

Ahora que vivo unos días de brisa, que no sé si durarán, pido al Buen Dios que me ayude a serle fiel en las duras y en las maduras; que cuando vuelva la tormenta no pueda decirme de nuevo, como otras veces, y como dijo al mismo Pedro: "¡Qué poca fe! ¿por qué has dudado?".

Y acabo cantando con Carlos Goñi:
"Faro que alumbras al mundo por encima de la tempestad:
devuélveme la esperanza y que brille mi estrella, pero no en soledad.
Oye mi voz, mi última oportunidad.
¡¡¡Faro que alumbras al mundo, alumbra mi vida!!!"

7 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Un texto precioso! Siempre me han llamado la atención los faros… los encuentro tan misteriosos y a la vez tan útiles… Son como Dios, un verdadero misterio, y de gran utilidad a la vez, pues es la luz que guía nuestro camino en la oscuridad.

Felicidades por tu blog, me parece muy interesante… Así que cuenta con un nuevo lector, y con mi oración (aunque sea más bien pobre y humilde).

Un abrazo.

Hadasita dijo...

Hola, Alberto: ¡Bienvenido! Te pregunto lo mismo que a todos: ¿cómo has llegado hasta mi blog? (me da tanta curiosidad ver cómo hace Dios para cruzar los caminos de las personas...). Gracias por tu comentario, y sobre todo gracias por tu oración (sabrás, por la parábola del fariseo y el publicano, que la oración pobre y humilde fue escuchada... ¡No menosprecies tú lo que a Dios le mola!). Saludos.

Intrusa dijo...

Hola!!!!
Por lo que he leido, el viaje a Nicaragua ha sido impresionante en muchos aspectos.
No sabes cuanto me alegra, se nota que has vuelto con ganas, y mucha fuerza.
Y lo más importante, es todo el bien que habeis hecho alli, que no es poco.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Pues conocí tu blog a través de un enlace en otro blog: «Te llevaré al desierto».

La verdad es que tienes razón… a Dios le encantan las cosas pobres, cuando más sencilla y humilde sea nuestra oración mucho más le agrada. :)

Álvaro dijo...

Estoy escuchando una de mis canciones favoritas (y, sorprendentemente, no es de Andrés Calamaro); aquella que dice: "no, mujer, no llores; en este gran futuro, no puedes olvidar tu pasado, así que seca tus lágrimas..., pero mientras me voy, quiero decir: todo va a estar bien..." No woman no cry! Y es difícil no llorar por dentro, no vivir cierto desasosiego y una perenne y ligera preocupación, una vez se ha conocido la pobreza material de millones de personas que el único lugar que ocupan en las cumbres contra el hambre de los países ricos, es el del olvido; aquel sillón que se esfuerzan por mantener vacío. Y es más difícil todavía hacer caso a la canción, y reprimir las lágrimas internas después de saber que el Oriental se ha quemado casi por completo. El Oriental es el Mercado Central de Managua, el más grande de Nicaragua, del que vivían miles de familias; y por un incendio cuyas causas se desconocen y que ha arrasado ferozmente unas ocho hectáreas del recinto, se han quedado sin medios de subsistencia centenares de personas. Además, los materiales combustibles que allí se vendían y el tendido eléctrico que se "alquilaba" de los postes de luz (algo muy frecuente en Nicaragua) han agravado las consecuencias de un incendio que tenía desbordados a policía, bomberos y ejército. La primera imagen que me viene a la cabeza es Dña. Chepita, pues todas las semanas -los viernes, si no me equivoco- iba a hacer la compra al Oriental y nos sorprendía con algo nuevo cada día. ¿Qué hará ella ahora? No lo sé. ¿Cómo se sentirá? Me puedo hacer una idea, pero sólo aproximada. Supongo que, debido a su carácter tenaz y emprendedor, buscará otrso sitios para comprar; seguramente San Rafael del Sur. Pero, ¿y esas familias que vivían exclusivamente del Oriental? ¿Qué harán ahora? Sinceramente, no lo sé ni quisiera saberlo en circunstancias "normales", de no ser porque Nicaragua ya me ha asido fuertemente para... ¿siempre? Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Yo creo que si se tiene, no se pierde nunca, por eso, mientras me despido, quiero decir: todo va a estar bien.

Hadasita dijo...

Dios bendito, Álvaro, ¿cómo te has enterado?. Yo estuve en el Oriental cuando uno de los días que fui a buscar mi maleta. Y Pilar fue dos viernes con Doña Chepita. Y la gente del Uval andaba haciendo planes para ir a vender allá sus frijoles. Era su esperanza. Supongo que te vas haciendo una idea de a qué nos vamos a acabar dedicando, ¿verdad?. Porque a quien más se le ha dado, más se le exige: y tú y yo hemos tenido el privilegio de abrir los ojos y ver, en vivo y en directo. Y Dios sabe por qué nos hace estos regalos precisamente a nosotros...

Anónimo dijo...

Estheeeer!!!
Soy Teresa (Carrascosa), del cole!!! Hace tiempo que no sé nada de ti, y Amparo me descubrió tu blog hace poco. ¿Cómo va todo? Ya veo que has hecho un viaje maravilloso, ójala yo pueda hacer algo así algún dia. Últimamente me he acordado un montón de ti, y tengo ganas de que hablemos pronto. ¡¡¡Te echo de menos!!!

Bueno, en cuanto a lo de los faros, para mi siempre han sido algo especial. Desde mi casa se ve el de Valencia, una suerte, la verdad. Y no sé, simplemente es como si me llamaran. Sobre todo en estos días he pensado mucho en ellos; y también en Dios, ya que me encuentro algo desorientada en mi vida, Y sólo espero que su luz ilumine mi camino y me ayude a seguir adelante.

En fin, cuidate muchíííísimo, y disfruta de la vida. Mil besos!!!

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