Un invierno más. El frío. Y un sol que se da prisa en esconderse a diario, como para robarnos día. Y otro Adviento. Y una esperanza que ya no sé si está en barbecho o símplemente seca. Pongo la corona, enciendo la primera vela... y en breves segundos se apaga. El pábilo se ahoga. Pruebo de nuevo. Parece que ahora sí se coge... a ver por cuánto tiempo...
Yo creo. A veces creo ardientemente. A veces, en cambio, no me acuerdo de creer. No es que no crea: es que no me acuerdo. Otras veces creo, y es como quien no cree, sin apenas diferencias sustanciales. Sin contar las otras veces: las que apenas creo, las que me disgusta tener que creer en lo que creo, las que desearía no creer...
Y mi Señor mirando en silencio, bien atento: "el pábilo vacilante no lo apagaré".
De joven buscaba ser auténtica. Ahora siento heróico llegar a mediocre. De niña rezaba: "hazme santa". Hoy me conformo con un "hazme buena".
Y mi Señor escuchando en silencio, bien atento: "el pábilo vacilante no lo apagaré".
Después del lunes, el lunes. Y otro más. Y otro. Ya no recuerdo qué tenían de especial los domingos. El trabajo es lo de siempre. El descanso es lo de siempre. Me levanto, me acuesto, me siento, me arrodillo... parece que no soy consciente de nada; hago las cosas como sin sentido, pero aun sin sentido necesito hacer las cosas.
Y mi Señor esperando en silencio, bien atento: "el pábilo vacilante no lo apagaré".
Confieso que me da pereza pensar en conversiones, leer el Evangelio buscando vivirlo, perder mi tiempo frente al Sagrario. Lo confieso con la misma sinceridad con la que confieso que amo a Dios: con cansancio, con frío, vacilante, pero le amo. Porque, a día de hoy, sólo Él no me ha fallado nunca. Y su Palabra es clara... (Is 42,3).
2 comentarios:
Oí una vez un villancico que hablaba de un burrito azul que subia cansado el caminito del cielo... un camino azul, entre nubes... nubes azules como el color de su sueño... un sueño que soñó hace tanto tiempo que ya casi se le borraba en un borron como de tinta... y seguia caminando,como cuando iba a Belen... pero ahora con un Niño azulito por el frio de la noche, un Niño tapadito bajop el manto azul de su Mamá... el burrito camina que camina, se dormía y era San jose el que tiraba... aprisita, aprisita, bajo una noche azul con una luna muy clara... el burrito azul entre las nubes de sus sueños, camina que camina iba subiendo hacia la luz azul del cielo...
Hadasita se duerme entre los brazos, al calor de su mamá. Estoy casi seguro que cuando le expliques al vivo lo que es un pabilo vacilante, mirara un momento el fueguito y su latido pero enseguidita mirará extasiada las volutas de humo que suben -hacia arriba y siempre azules- como el burrito sube, a poquito a poquito al cielito donde mora Jesusito...
A ti que eres mayor y sabes que las oraciones son como el incienso quemado te digo: incluso cuando desaparece ese humo, lo que queda es olor rico que persiste y, quiá-como el pabilo- un carbon, bajo la ceniza que late y que resiste...
necesidad de comprobar:)
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