He escuchado "te acompaño en el sentimiento"
unas 100 veces estos días.
Agradezco lo que con ello quieren decirme.
Pero me parece una frase desacertada.
Nadie puede acompañarme en el sentimiento,
ni siquiera mis propios hermanos,
puesto que cada uno siente las cosas a su manera.
Sólo Él. Sólo el Señor puede decir algo así con autenticidad.
Sólo Él realmente me acompaña en el sentimiento.
Dice la segunda lectura de la Misa de hoy:
"Como Él ha pasado la prueba del dolor,
puede ahora auxiliar a los que ahora pasan por ella"(Hb 2, 18).
A su auxilio y a su compañía, pues, me acojo.
Y, confiada en sus brazos, digo AMÉN a su Voluntad.
Así, con mayúsculas, y hasta en hebreo por si así me entiende mejor.
Mi Señor Jesús, mi Cristo sufriente,
vencedor de la muerte y Señor de la Vida:
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