Se nos acaba. Quedan poquitos minutos.
Estábamos en el sofá, envueltas en una manta naranja, Tesa, mi Hadasita y yo. Y nos hemos puesto a recordar todas las cosas buenas que nos ha traído el 2010. Lo cierto es que no ha estado nada mal...
En el 2010 hemos seguido juntas las tres.
En el 2010 la salud ha ido a mejor, mes a mes.
En el 2010 no nos ha faltado de nada, y además hemos aprendido a ahorrar un montón.
En el 2010 empecé mi segunda carrera, y aprobé mis 4 primeras asignaturas. Tesa aprendió nuevas palabras, como "corre" o "sube", y Hadasita triunfó en el cole.
En el 2010 dejé de fumar. Y descubrí que Tesa huele a perro.
En el 2010 cambié mis clases por otras, mucho más reducidas pero mucho más importantes, y he vuelto a ir al trabajo contenta.
En el 2010 tuve un encuentro con Dios muy fuerte por medio de mi tío Juan Luis, quien empezó a cuidarme por dentro... y desde entonces hay quien dice que estoy más guapa por fuera.
En el 2010 empecé a preparar el corazón para el amor, que llegará... puede que ya, en el 2011...
En el 2010 aprendí muchas cosas, casi todas de mi peque.
En el 2010 me he sentido mucho menos sola...
En el 2010 hemos jugado mucho más, hemos dormido mucho mejor, nos hemos abrazado como locas, sin ton ni son, a cada rato.
No le pongo un 10 por las lágrimas, que también han sido muchas, demasiadas todavía.
Pero le concedo un 9 a este 2010. Un más que digno 9.
Gracias a Dios por tanto bueno.
Gracias por poder ver las cosas y dar gracias.
Gracias, porque la vida sigue, hoy, y mañana, y con ella esta historia de providencias, de proyectos, de sueños, de experiencias que nos hacen ser quien somos.
Sea año viejo o nuevo, gracias por la oportunidad del hoy. Y que no me falte la ilusión ni la fuerza para dar de nuevo estas mismas gracias mañana por la mañana.
viernes, 31 de diciembre de 2010
jueves, 30 de diciembre de 2010
Christmas
Yo no hablo inglés. Pero sé algunas cositas. Como que Navidad se traduce Nativity. Y es una palabra que habla de lo que habla: de un nacimiento, uno suficientemente especial como para dividir la Historia en dos.
Ahora entiendo muchas cosas. Nos ha llegado el tiempo de christmas a nuestras calles, a rellenar el hueco que la Nativity dejó en los corazones de las personas que no creen en Dios pero que necesitan seguir creyendo en lo mejor del hombre. Este concepto no habla de nacimientos, pero sí de fiesta, de reunión familiar, de regalos, de solidaridad, de luces, de dulces, de recordar buenos momentos, de hacer propósitos para el año que comienza, de cantar canciones y llenarnos de nostalgia pensando en el niño que fuimos...
Pues feliz christmas. Sí. Muchas felicidades. Porque si cierras los ojitos y vuelves atrás en el tiempo, a cuando nadie sabía bien quién era Papá Noel pero todos esperábamos casi al borde de la taquicardia a los Reyes Magos; cuando la casa se iluminaba con un árbol y sonaban las panderetas "que esta noche es Noche Buena y mañana Navidad"; cuando el peque de la casa eras tú... recordarás que, en algún rinconcito de la salita, alguien colocaba un Belén, y tú mirabas al Niño, y no entendías que se pudiera temer a Dios... Si cierras los ojitos estas fechas de christmas y recuerdas, seguramente todavía te quede mucha Navidad.
(dale al play)
Ahora entiendo muchas cosas. Nos ha llegado el tiempo de christmas a nuestras calles, a rellenar el hueco que la Nativity dejó en los corazones de las personas que no creen en Dios pero que necesitan seguir creyendo en lo mejor del hombre. Este concepto no habla de nacimientos, pero sí de fiesta, de reunión familiar, de regalos, de solidaridad, de luces, de dulces, de recordar buenos momentos, de hacer propósitos para el año que comienza, de cantar canciones y llenarnos de nostalgia pensando en el niño que fuimos...
Pues feliz christmas. Sí. Muchas felicidades. Porque si cierras los ojitos y vuelves atrás en el tiempo, a cuando nadie sabía bien quién era Papá Noel pero todos esperábamos casi al borde de la taquicardia a los Reyes Magos; cuando la casa se iluminaba con un árbol y sonaban las panderetas "que esta noche es Noche Buena y mañana Navidad"; cuando el peque de la casa eras tú... recordarás que, en algún rinconcito de la salita, alguien colocaba un Belén, y tú mirabas al Niño, y no entendías que se pudiera temer a Dios... Si cierras los ojitos estas fechas de christmas y recuerdas, seguramente todavía te quede mucha Navidad.
(dale al play)
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martes, 28 de diciembre de 2010
Gracias
Se me ha ocurrido pasar por el contador de visitas.
Y se me ha acelerado el pulso cuando he visto:
Y se me ha acelerado el pulso cuando he visto:
¡La de historias que han pasado desde que abrimos este blog!
Por aguantarnos lo que escribimos, y esperarnos cuando no escribimos.
Por animarnos a compartir. Por forzarnos a caer en la cuenta de las cosas.
Por vuestra compañía, gracias... 90.000 gracias.
lunes, 27 de diciembre de 2010
Cuando la nena nos mira
Cuando la nena nos mira, ¿qué es lo que ve?
¿Qué piensa que piensa Tesa? ¿Qué piensa que pienso yo?
¿Cómo se siente con nosotras? ¿Cómo se sentiría sin nosotras?
¿Me ve tan mayor como me veo yo? ¿O quizá más?
¿O me identificará como a una niña, como a alguien parecido a ella?
Tesa, ¿es sólo un peluche que se mueve? ¿una muñeca que regala besos?
¿O es el animal doméstico que Dios pensó en el Génesis, antes de la creación del hombre,
para que alegrase la vida de nuestro hogar?
¿Echará de menos Hadasita un papá, o una mamá, o más hermanitos?¿O más perritos?
¿Se sentirá sola? ¿Qué será la familia para mi peque?
Cuando la nena nos mira, ¿nos ve sólo a nosotras? ¿Cómo hacer que perciba que somos sólo una pequeña representación de toda la gente que la quiere y acompaña?
Alrededor del Portal de Belén, este año, he puesto una cartulina con fotos.
Fotos de los pastores del siglo XXI. De los que descaradamente pertenecen a nuestra familia.
No todos viven en nuestra casa, pero todos son familia. Y hay muchos más que no he puesto, porque no tengo foto.
Y ahí está Tina, y Tocha, y Fuz, y Paula, y Ángel, y CJ, y Jesús, y Sheyla, y Raquel...
Le he pedido a Hadasita que nos haga una foto (aquí os la cuelgo).
A Tesa casi la corta. Pero ha salido bastante bien.
Nosotras también queremos estar en esa cartulina, bien cerquita del portal.
Bien cerquita de Dios y de los hermanos.
A la peque la he puesto en una ella solita, tan contenta por fuera como espero que esté por dentro.
No os la cuelgo porque es menor (le he pedido permiso, pero dice que le da mucha vergüenza, jeje).
Creo que guardaremos la cartulina para el año que viene. Porque cabe mucha más gente.
¿Qué piensa que piensa Tesa? ¿Qué piensa que pienso yo?
¿Cómo se siente con nosotras? ¿Cómo se sentiría sin nosotras?
¿Me ve tan mayor como me veo yo? ¿O quizá más?
¿O me identificará como a una niña, como a alguien parecido a ella?
Tesa, ¿es sólo un peluche que se mueve? ¿una muñeca que regala besos?
¿O es el animal doméstico que Dios pensó en el Génesis, antes de la creación del hombre,
para que alegrase la vida de nuestro hogar?
¿Echará de menos Hadasita un papá, o una mamá, o más hermanitos?¿O más perritos?
¿Se sentirá sola? ¿Qué será la familia para mi peque?
Cuando la nena nos mira, ¿nos ve sólo a nosotras? ¿Cómo hacer que perciba que somos sólo una pequeña representación de toda la gente que la quiere y acompaña?
Alrededor del Portal de Belén, este año, he puesto una cartulina con fotos.
Fotos de los pastores del siglo XXI. De los que descaradamente pertenecen a nuestra familia.
No todos viven en nuestra casa, pero todos son familia. Y hay muchos más que no he puesto, porque no tengo foto.
Y ahí está Tina, y Tocha, y Fuz, y Paula, y Ángel, y CJ, y Jesús, y Sheyla, y Raquel...
Le he pedido a Hadasita que nos haga una foto (aquí os la cuelgo).
A Tesa casi la corta. Pero ha salido bastante bien.
Nosotras también queremos estar en esa cartulina, bien cerquita del portal.
Bien cerquita de Dios y de los hermanos.
A la peque la he puesto en una ella solita, tan contenta por fuera como espero que esté por dentro.
No os la cuelgo porque es menor (le he pedido permiso, pero dice que le da mucha vergüenza, jeje).
Creo que guardaremos la cartulina para el año que viene. Porque cabe mucha más gente.
Y la Navidad no es Navidad sin Comunión.
Porque en Navidad, el Hijo nos hizo hijos de Dios...
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sábado, 25 de diciembre de 2010
¡Felicidades!
Porque Dios está loco.
Está loco a lo grande.
Loco de amor por tí.
Y para enseñar lo importante
ha nacido Chiquitín.
Atención: Dios Poderoso
llora y llora sin cesar.
Nuestro Dios tiene hambre y,
como media humanidad,
para que le den lechita
está teniendo que llorar.
Duerme Diosito cansado.
¡Dios cansado de verdad!
Padres, hijitos y yayos:
descansad, que es Navidad.
La noche mala ha pasado.
Y un Niño nos ha salvado:
el que duerme en un portal.
Cantar, querer, trabajar,
escribir, reir, llorar,
la zambomba y los deberes,
o escribir carta a los Reyes...
Que si Dios durmiendo está
será que todo lo humano
se puede santificar.
Y aunque me vaya la prosa
mucho más que el verso escrito,
como hoy es Navidad
y os quiero felicitar,
os lo pongo en poesía
y os dejo que os divirtáis.
¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!
Está loco a lo grande.
Loco de amor por tí.
Y para enseñar lo importante
ha nacido Chiquitín.
Atención: Dios Poderoso
llora y llora sin cesar.
Nuestro Dios tiene hambre y,
como media humanidad,
para que le den lechita
está teniendo que llorar.
Duerme Diosito cansado.
¡Dios cansado de verdad!
Padres, hijitos y yayos:
descansad, que es Navidad.
La noche mala ha pasado.
Y un Niño nos ha salvado:
el que duerme en un portal.
Cantar, querer, trabajar,
escribir, reir, llorar,
la zambomba y los deberes,
o escribir carta a los Reyes...
Que si Dios durmiendo está
será que todo lo humano
se puede santificar.
Y aunque me vaya la prosa
mucho más que el verso escrito,
como hoy es Navidad
y os quiero felicitar,
os lo pongo en poesía
y os dejo que os divirtáis.
¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!
jueves, 23 de diciembre de 2010
ya, pero todavía no...
- ¿Y cuándo lo veremos?
- No estoy segura. No creo que tengamos que esperar ya mucho.
- ¿Tú lo sientes?
- ¡Cada día más!
- ¿Se mueve mucho?
- ¡Mucho!
- ¿Y no te pesa?
- Algún ratito. Pero estoy tan contenta que en seguida se me pasa y vuelvo a sentirme ligera. Aunque claro: con Él tengo que cuidarme más. No puedo hacer cosas peligrosas.
- ¡Pero si tú nunca has hecho nada peligroso!
- ¡¿Cómo que no?! ¡Me casé contigo!...
Se escuchan risas...
José abraza a María.
Y en el invierno de los siglos estalla una intensa primavera.
- No estoy segura. No creo que tengamos que esperar ya mucho.
- ¿Tú lo sientes?
- ¡Cada día más!
- ¿Se mueve mucho?
- ¡Mucho!
- ¿Y no te pesa?
- Algún ratito. Pero estoy tan contenta que en seguida se me pasa y vuelvo a sentirme ligera. Aunque claro: con Él tengo que cuidarme más. No puedo hacer cosas peligrosas.
- ¡Pero si tú nunca has hecho nada peligroso!
- ¡¿Cómo que no?! ¡Me casé contigo!...
Se escuchan risas...
José abraza a María.
Y en el invierno de los siglos estalla una intensa primavera.
domingo, 12 de diciembre de 2010
Detrás de la montaña
El profeta abre el balcón, se asoma a la calle y grita con todas sus fuerzas: "¡¡¡Preparad el camino al Señor!!!" (Lc 3,4). Y por más altos que pongamos los villancicos, siempre habrá alguien que escuche, como en un sueño, su eco. Alguien que mire hacia arriba, buscando de dónde viene esa voz. Es un ejercicio peligroso: si buscas puedes encontrar cosas. Cuentan por ahí las abuelas que unos Magos, de tanto mirar, dieron con una estrella, y tuvieron que emprender un viaje inesperado que les cambió la vida para siempre.
Yo me asomo a mi ventana y veo... la ventana del edificio de enfrente. Detrás de ese edificio sé que hay otro, y detrás otro, y otro más... lo que no sé es hasta cuántos. Pero sí sé que en algún momento las luces cesan, los ruidos también, la gente desaparece, y los edificios, y queda la montaña. Una austera, alta y poco prometedora montaña que no me deja ver lo que hay detrás. Y que, con el frío y la noche, no me apetece nada subir.
Sé que esa montaña existe. Aunque no tenga nombre propio. Aunque no aparezca en los mapas. Es mía, en exclusividad. Tengo experiencia bien concreta de ella. El eco del profeta muere a sus pies. Miro hacia arriba y no veo más que metros de tierra, mi tierra. Debe haber treinta y tantos, al menos uno por cada año vivido hasta aquí. Y están compuestos por un sinfín de "me acuerdo de", "cómo me duele que", "yo ya no merezco que", "no puedo olvidar que", "siento que a mí no", "y por qué a mí", "es que yo sola no", "a estas alturas ya no", "la realidad es la que es"... y por un "que sea lo que Dios quiera" que suena más a rendición que a abandono confiado.
Mi Dios quiere vivir mi vida conmigo. Y una enorme montaña de sentimientos oscuros almacenados adviento tras adviento se ha levantado en medio, demasiado indiscreta como para ignorarla más. Abro los ojos, y desde algún balcón no muy lejano el profeta grita: "Que se abajen los montes... Y todos verán la salvación de Dios" (Lc 3, 5-6). ¿Cuántas veces detrás de la montaña está la aurora?...
"Si tuvieras fe como un granito de mostaza le dirías a esa montaña: quítate de aquí... Y lo haría" (Mt 17,20). Y sería Navidad.
Yo me asomo a mi ventana y veo... la ventana del edificio de enfrente. Detrás de ese edificio sé que hay otro, y detrás otro, y otro más... lo que no sé es hasta cuántos. Pero sí sé que en algún momento las luces cesan, los ruidos también, la gente desaparece, y los edificios, y queda la montaña. Una austera, alta y poco prometedora montaña que no me deja ver lo que hay detrás. Y que, con el frío y la noche, no me apetece nada subir.
Sé que esa montaña existe. Aunque no tenga nombre propio. Aunque no aparezca en los mapas. Es mía, en exclusividad. Tengo experiencia bien concreta de ella. El eco del profeta muere a sus pies. Miro hacia arriba y no veo más que metros de tierra, mi tierra. Debe haber treinta y tantos, al menos uno por cada año vivido hasta aquí. Y están compuestos por un sinfín de "me acuerdo de", "cómo me duele que", "yo ya no merezco que", "no puedo olvidar que", "siento que a mí no", "y por qué a mí", "es que yo sola no", "a estas alturas ya no", "la realidad es la que es"... y por un "que sea lo que Dios quiera" que suena más a rendición que a abandono confiado.
Mi Dios quiere vivir mi vida conmigo. Y una enorme montaña de sentimientos oscuros almacenados adviento tras adviento se ha levantado en medio, demasiado indiscreta como para ignorarla más. Abro los ojos, y desde algún balcón no muy lejano el profeta grita: "Que se abajen los montes... Y todos verán la salvación de Dios" (Lc 3, 5-6). ¿Cuántas veces detrás de la montaña está la aurora?...
"Si tuvieras fe como un granito de mostaza le dirías a esa montaña: quítate de aquí... Y lo haría" (Mt 17,20). Y sería Navidad.
martes, 7 de diciembre de 2010
La gallinita ciega
Hay un juego de niños que, aunque parezca mentira, no precisa pantalla, ni mando a distancia, ni enchufes: sólo más niños y un pañuelo. Y aun así es divertido. Se llama "la gallinita ciega". Hadasita ha jugado muchas veces y se lo pasa bomba, sobre todo cuando me toca pagar a mí. Los peques se ríen muchísimo viendo lo torpes que somos los mayores haciendo cosas de niños.
El juego consiste en lo siguiente: se elige a uno que hace de gallinita, y para que sea ciega se le pone un pañuelo que le tape los ojos. Los demás niños le dan vueltas hasta marearlo, y luego lo sueltan para ver a quién pilla. Cuando la gallinita pilla a alguien, con el tacto tiene que adivinar quién es, y entonces quedará libre y el pillado pasa a ser la gallinita ciega.
El juego consiste en lo siguiente: se elige a uno que hace de gallinita, y para que sea ciega se le pone un pañuelo que le tape los ojos. Los demás niños le dan vueltas hasta marearlo, y luego lo sueltan para ver a quién pilla. Cuando la gallinita pilla a alguien, con el tacto tiene que adivinar quién es, y entonces quedará libre y el pillado pasa a ser la gallinita ciega.
Un juego sencillo. Divertido para los niños. Desquiciante para los mayores. Que así vamos por la vida: sin ver tres en un burro, girando alrededor de uno mismo hasta marearnos, sin pillar una, y sin reconocer a nadie. Y sin saber cuándo narices acabará esta broma.
Nos hemos equivocado de pañuelo: nos quitamos el de jugar y nos pusimos el del egoísmo; y si el primero empujaba hacia los demás, el segundo nos aisla en una vida bastante mediocre... Estrés, enfados, cansancio, desconfianza, angustia, tristeza, envidias, competencia, desesperanza, rutina, soberbia, falta de fe... A veces todas estas cosas se tienen que disfrazar con papel de regalo y colores rojos y dorados, porque toca navidad.
Yo propongo otro juego. El de quitarnos el pañuelo, mirar a los ojos del que tenemos en frente, respirar hondo, y bajar la guardia un poquito. A ver qué pasa.
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domingo, 5 de diciembre de 2010
Desafiando a la gravedad (II)
Cada día tengo menos dudas. El Evangelio es para niños y para valientes.
Vale, de acuerdo: y para locos, que son una mezcla de los dos.
No conozco a otros lobos capaces de habitar con corderos sin comérselos, ni a otros corderos capaces de habitar con lobos sin miedo (Is 11, 6).
Sólo los niños, los valientes y los locos pueden dejar a un lado una lista más o menos larga de reproches más o menos fundamentados, saltar por encima de ellos, y optar por amar, porque sí, porque amar es lo único que merece la pena. Y punto. Y todavía más: mirarse al ombligo y dejarse amar, que es el más difícil todavía.
¿Que no tiene sentido? ¿Que no se ajusta a nuestra lógica? ¿Que es lo contrario de lo que nos sale? ¿Que no nos lo pide el cuerpo? De acuerdo en todo. No lo puedo discutir. Por eso titulo esta entrada "desafiando a la gravedad" en vez de "dejándose llevar", por ejemplo.
Y no puedo resistirme a copiaros un trocito de un libro que leí cuando era niña, cuando me sentía valiente y estaba más loca que una cabra...
"Bajó el Espíritu, y me sacó la cabeza de su sitio, y me la puso al revés.
(Gritando)
¡Veo todo diferente! ¡Todo diferente!
Las curvas rectas. Las rectas quebradas. Las quebradas curvas.
¡Amar a Dios!
Lo importante es lo que Él me quiere.
(¡Me quiere!).
¡Creer en Dios!
Lo importante es lo que Él cree en mí.
(¡Tiene fe en mí!)
¡Comprometerse!
Lo importante es lo que Dios se ha comprometido conmigo.
(¡Está comprometido conmigo!).
¡Esperar en Dios!
Lo importante es lo que Dios espera de mí.
(¡Tiene esperanza en mí!).
Cerré los ojos para no marearme.
Los demás me decían: Mira lo que tienes delante.
Yo tenía la cabeza al revés y veía todo diferente.
Lo que ellos tenían de frente yo lo tenía detrás.
Me dolía la cabeza desde el cuello.
Un dolor difuso de hueso desencajado.
La cabeza no encajaba bien en su nueva posición.
Me daba vueltas como un tío-vivo,
mientras resonaban dentro antiguas frases
pronunciadas por verdugos, jueces y fiscales.
Hay que comprometerse. Hay que ganar méritos. Te pedirán cuenta estrecha.
Examina bien tu conciencia, todos los pecados uno a uno...
Me dormí.
Al despertar, oí una voz amiga.
Me decía:
No me has elegido tú. Te he elegido Yo a tí. Te he querido primero.
La cabeza encajaba perfectamente. No me dolía nada.
Sentí mi libertad subir desde el estómago como una fuerza de juventud.
Y volví a gritar otra vez:
¡Veo todo diferente! ¡Todo diferente! ¡Todo diferente!".
(Loidi, "Mar Rojo")
Vale, de acuerdo: y para locos, que son una mezcla de los dos.
No conozco a otros lobos capaces de habitar con corderos sin comérselos, ni a otros corderos capaces de habitar con lobos sin miedo (Is 11, 6).
Sólo los niños, los valientes y los locos pueden dejar a un lado una lista más o menos larga de reproches más o menos fundamentados, saltar por encima de ellos, y optar por amar, porque sí, porque amar es lo único que merece la pena. Y punto. Y todavía más: mirarse al ombligo y dejarse amar, que es el más difícil todavía.
¿Que no tiene sentido? ¿Que no se ajusta a nuestra lógica? ¿Que es lo contrario de lo que nos sale? ¿Que no nos lo pide el cuerpo? De acuerdo en todo. No lo puedo discutir. Por eso titulo esta entrada "desafiando a la gravedad" en vez de "dejándose llevar", por ejemplo.
Y no puedo resistirme a copiaros un trocito de un libro que leí cuando era niña, cuando me sentía valiente y estaba más loca que una cabra...
"Bajó el Espíritu, y me sacó la cabeza de su sitio, y me la puso al revés.
(Gritando)
¡Veo todo diferente! ¡Todo diferente!
Las curvas rectas. Las rectas quebradas. Las quebradas curvas.
¡Amar a Dios!
Lo importante es lo que Él me quiere.
(¡Me quiere!).
¡Creer en Dios!
Lo importante es lo que Él cree en mí.
(¡Tiene fe en mí!)
¡Comprometerse!
Lo importante es lo que Dios se ha comprometido conmigo.
(¡Está comprometido conmigo!).
¡Esperar en Dios!
Lo importante es lo que Dios espera de mí.
(¡Tiene esperanza en mí!).
Cerré los ojos para no marearme.
Los demás me decían: Mira lo que tienes delante.
Yo tenía la cabeza al revés y veía todo diferente.
Lo que ellos tenían de frente yo lo tenía detrás.
Me dolía la cabeza desde el cuello.
Un dolor difuso de hueso desencajado.
La cabeza no encajaba bien en su nueva posición.
Me daba vueltas como un tío-vivo,
mientras resonaban dentro antiguas frases
pronunciadas por verdugos, jueces y fiscales.
Hay que comprometerse. Hay que ganar méritos. Te pedirán cuenta estrecha.
Examina bien tu conciencia, todos los pecados uno a uno...
Me dormí.
Al despertar, oí una voz amiga.
Me decía:
No me has elegido tú. Te he elegido Yo a tí. Te he querido primero.
La cabeza encajaba perfectamente. No me dolía nada.
Sentí mi libertad subir desde el estómago como una fuerza de juventud.
Y volví a gritar otra vez:
¡Veo todo diferente! ¡Todo diferente! ¡Todo diferente!".
(Loidi, "Mar Rojo")
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sábado, 4 de diciembre de 2010
Desafiando a la gravedad
Cada día estoy más convencida: el Evangelio es para niños y para valientes. Punto.
Los niños confían. Los valientes lo intentan.
El Evangelio nos da la vuelta. Parece que todo está al revés. No sigue nuestra lógica.
Nosotros no abandonaríamos 99 ovejas para buscar a una.
Nosotros no amamos a nuestros enemigos. No ponemos la otra mejilla si nos abofetean.
Nosotros no llamamos bienaventurados a los pobres, y no comemos con leprosos, ni con ciegos, ni con endemoniados.
Nada de esto sigue nuestra lógica.
El padre no debe no reñir a su hijo pródigo: no es pedagógico.
A estas alturas de la crisis, no hay sembrador que siembre fuera de la tierra buena.
"No juzgues; que tu hablar sea `sí, sí, no, no´; carga con tu cruz y sígueme, y aprende de Mí que soy manso y humilde...." ¡Anda ya!. Nosotros que rajamos sin medida; que hablamos de todo como si de todo supiéramos sin estudiar apenas nada; que huímos del dolor ante todo y sobre todo; que buscamos siempre aparentar más, ser fuertes, dominar las situaciones, tener autoridad, ser respetados... Nosotros hoy escuchamos el Evangelio, y no entendemos nada.
Nos parece que está todo del revés.
Si así es, ¿no se nos está regalando con el Adviento un buen momento para pensar en desafiar a la gravedad?
Los niños confían. Los valientes lo intentan.
El Evangelio nos da la vuelta. Parece que todo está al revés. No sigue nuestra lógica.
Nosotros no abandonaríamos 99 ovejas para buscar a una.
Nosotros no amamos a nuestros enemigos. No ponemos la otra mejilla si nos abofetean.
Nosotros no llamamos bienaventurados a los pobres, y no comemos con leprosos, ni con ciegos, ni con endemoniados.
Nada de esto sigue nuestra lógica.
El padre no debe no reñir a su hijo pródigo: no es pedagógico.
A estas alturas de la crisis, no hay sembrador que siembre fuera de la tierra buena.
"No juzgues; que tu hablar sea `sí, sí, no, no´; carga con tu cruz y sígueme, y aprende de Mí que soy manso y humilde...." ¡Anda ya!. Nosotros que rajamos sin medida; que hablamos de todo como si de todo supiéramos sin estudiar apenas nada; que huímos del dolor ante todo y sobre todo; que buscamos siempre aparentar más, ser fuertes, dominar las situaciones, tener autoridad, ser respetados... Nosotros hoy escuchamos el Evangelio, y no entendemos nada.
Nos parece que está todo del revés.
Si así es, ¿no se nos está regalando con el Adviento un buen momento para pensar en desafiar a la gravedad?
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miércoles, 1 de diciembre de 2010
El pábilo vacilante
Un invierno más. El frío. Y un sol que se da prisa en esconderse a diario, como para robarnos día. Y otro Adviento. Y una esperanza que ya no sé si está en barbecho o símplemente seca. Pongo la corona, enciendo la primera vela... y en breves segundos se apaga. El pábilo se ahoga. Pruebo de nuevo. Parece que ahora sí se coge... a ver por cuánto tiempo...
Yo creo. A veces creo ardientemente. A veces, en cambio, no me acuerdo de creer. No es que no crea: es que no me acuerdo. Otras veces creo, y es como quien no cree, sin apenas diferencias sustanciales. Sin contar las otras veces: las que apenas creo, las que me disgusta tener que creer en lo que creo, las que desearía no creer...
Y mi Señor mirando en silencio, bien atento: "el pábilo vacilante no lo apagaré".
De joven buscaba ser auténtica. Ahora siento heróico llegar a mediocre. De niña rezaba: "hazme santa". Hoy me conformo con un "hazme buena".
Y mi Señor escuchando en silencio, bien atento: "el pábilo vacilante no lo apagaré".
Después del lunes, el lunes. Y otro más. Y otro. Ya no recuerdo qué tenían de especial los domingos. El trabajo es lo de siempre. El descanso es lo de siempre. Me levanto, me acuesto, me siento, me arrodillo... parece que no soy consciente de nada; hago las cosas como sin sentido, pero aun sin sentido necesito hacer las cosas.
Y mi Señor esperando en silencio, bien atento: "el pábilo vacilante no lo apagaré".
Confieso que me da pereza pensar en conversiones, leer el Evangelio buscando vivirlo, perder mi tiempo frente al Sagrario. Lo confieso con la misma sinceridad con la que confieso que amo a Dios: con cansancio, con frío, vacilante, pero le amo. Porque, a día de hoy, sólo Él no me ha fallado nunca. Y su Palabra es clara... (Is 42,3).
Yo creo. A veces creo ardientemente. A veces, en cambio, no me acuerdo de creer. No es que no crea: es que no me acuerdo. Otras veces creo, y es como quien no cree, sin apenas diferencias sustanciales. Sin contar las otras veces: las que apenas creo, las que me disgusta tener que creer en lo que creo, las que desearía no creer...
Y mi Señor mirando en silencio, bien atento: "el pábilo vacilante no lo apagaré".
De joven buscaba ser auténtica. Ahora siento heróico llegar a mediocre. De niña rezaba: "hazme santa". Hoy me conformo con un "hazme buena".
Y mi Señor escuchando en silencio, bien atento: "el pábilo vacilante no lo apagaré".
Después del lunes, el lunes. Y otro más. Y otro. Ya no recuerdo qué tenían de especial los domingos. El trabajo es lo de siempre. El descanso es lo de siempre. Me levanto, me acuesto, me siento, me arrodillo... parece que no soy consciente de nada; hago las cosas como sin sentido, pero aun sin sentido necesito hacer las cosas.
Y mi Señor esperando en silencio, bien atento: "el pábilo vacilante no lo apagaré".
Confieso que me da pereza pensar en conversiones, leer el Evangelio buscando vivirlo, perder mi tiempo frente al Sagrario. Lo confieso con la misma sinceridad con la que confieso que amo a Dios: con cansancio, con frío, vacilante, pero le amo. Porque, a día de hoy, sólo Él no me ha fallado nunca. Y su Palabra es clara... (Is 42,3).
lunes, 29 de noviembre de 2010
Presentir
Se me acerca mi niña, se acurruca a mi lado en el sofá con la mantita encima (hoy hace un frío que pela), y se hace el silencio. Ese silencio que precede a algo importante, y que ya conozco tan bien...
- "Yo no siento a Dios", dice al fin.
Y me quedo más helada de lo que ya estaba.
No sé qué contestar. Finalmente, opto por la verdad:
- "Yo tampoco".
Y de nuevo el silencio.
Hadasita suspira profundamente, y pone sus manitas entre las mías buscando un poco de calor, y acomoda su cabeza en mi hombro...
- Yo no tengo ni idea de a qué sabe Dios: presiento que andará más cerca del chocolate que de las acelgas, porque así me lo pide mi sentido del gusto, aunque jamás lo haya probado. No sé cómo huele Dios: presiento que debe ser algo parecido al jazmín, porque me encanta el jazmín, igual que a tí; pero jamás he sentido su olor.
- ¡No!¡A madalenas recién hechas!.
- Es verdad, Hadasita, el olor de Dios se debe parecer a las madalenas recién hechas.
Y mientras me quedo recordando la delicia de ese olor, sigo pensando... Yo nunca he tocado a Dios: salvo en la Eucaristía, un casi nada que se deshace en un ya. Pero presiento el roce de Dios en el calor del cariño humano que me rodea. Leo cada día la Palabra de Dios, pero no sé cómo suena su voz. Presiento que no tiene voz propia, o que ha hecho propias las voces de sus miles de profetas a lo largo de la historia... puede que a veces suene incluso a mí. Yo nunca he visto a Dios. Presiento que no debe existir hermosura mayor que la suya. He intuído sus ojos en los ojos negros de sus pobres; he presentido sus manos en las manos de los sacerdotes que me absuelven los pecados; estoy casi segura que su sonrisa se parece en algo a la de mis amigos. Pero añoro sentir su abrazo, en vivo y en directo.
Espero un día poder sentir lo que presiento. Y espero quedarme corta. Muy corta.
Espero que mi Hadasita entienda que la fe es justamente eso: presentir. Y que cada vez que huela a madalenas recién hechas presienta que Dios le anda cerca.
- "Yo no siento a Dios", dice al fin.
Y me quedo más helada de lo que ya estaba.
No sé qué contestar. Finalmente, opto por la verdad:
- "Yo tampoco".
Y de nuevo el silencio.
Hadasita suspira profundamente, y pone sus manitas entre las mías buscando un poco de calor, y acomoda su cabeza en mi hombro...
- Yo no tengo ni idea de a qué sabe Dios: presiento que andará más cerca del chocolate que de las acelgas, porque así me lo pide mi sentido del gusto, aunque jamás lo haya probado. No sé cómo huele Dios: presiento que debe ser algo parecido al jazmín, porque me encanta el jazmín, igual que a tí; pero jamás he sentido su olor.
- ¡No!¡A madalenas recién hechas!.
- Es verdad, Hadasita, el olor de Dios se debe parecer a las madalenas recién hechas.
Y mientras me quedo recordando la delicia de ese olor, sigo pensando... Yo nunca he tocado a Dios: salvo en la Eucaristía, un casi nada que se deshace en un ya. Pero presiento el roce de Dios en el calor del cariño humano que me rodea. Leo cada día la Palabra de Dios, pero no sé cómo suena su voz. Presiento que no tiene voz propia, o que ha hecho propias las voces de sus miles de profetas a lo largo de la historia... puede que a veces suene incluso a mí. Yo nunca he visto a Dios. Presiento que no debe existir hermosura mayor que la suya. He intuído sus ojos en los ojos negros de sus pobres; he presentido sus manos en las manos de los sacerdotes que me absuelven los pecados; estoy casi segura que su sonrisa se parece en algo a la de mis amigos. Pero añoro sentir su abrazo, en vivo y en directo.
Espero un día poder sentir lo que presiento. Y espero quedarme corta. Muy corta.
Espero que mi Hadasita entienda que la fe es justamente eso: presentir. Y que cada vez que huela a madalenas recién hechas presienta que Dios le anda cerca.
domingo, 28 de noviembre de 2010
Feliz Adviento
No quería poner nada del Adviento, porque había decidido no celebrar la Navidad este año. Cada vez me enferman más las lucecitas, las musiquitas, la marabunta consumista, los cumpli-y-miento de las cenas sociales, las loterías y todo lo que inevitablemente acompaña a la secularización de estas fiestas. Que sí, que nos las han robado, y que no hay muchos visos de que nos las quieran devolver. Y yo me niego a celebrar esa navidad. Y para mí, un Adviento sin Navidad no tiene sentido (ni una Navidad sin Adviento, es de cajón).
Sin embargo, Hadasita ha andado trasteando por la casa desde el lunes. Y eso tampoco lo he podido evitar. Ha desordenado todos los armarios hasta dar con la caja en la que tengo guardada la corona y el calendario. Ha escrito su carta a los Reyes Magos, y la de Tesa también. Ahí están, preparadas, esperando a que yo me anime a entregárselas a algún paje real; y tendré que hacerlo, porque en esto de vivir el Evangelio, los valientes y los niños son los que mandan. Y no nos dejan opción. El Adviento ha entrado en mi casa por la fuerza, lo reconozco. Y esta niña que vive conmigo le ha hecho el hueco que merecía.
Sin embargo, Hadasita ha andado trasteando por la casa desde el lunes. Y eso tampoco lo he podido evitar. Ha desordenado todos los armarios hasta dar con la caja en la que tengo guardada la corona y el calendario. Ha escrito su carta a los Reyes Magos, y la de Tesa también. Ahí están, preparadas, esperando a que yo me anime a entregárselas a algún paje real; y tendré que hacerlo, porque en esto de vivir el Evangelio, los valientes y los niños son los que mandan. Y no nos dejan opción. El Adviento ha entrado en mi casa por la fuerza, lo reconozco. Y esta niña que vive conmigo le ha hecho el hueco que merecía.
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martes, 23 de noviembre de 2010
Buenos días!!!
Es bueno empezar el día con un desayuno rico.
Y es más que conveniente empezarlo con una sobredosis de buen humor.
¡Que lo disfrutéis!
Y es más que conveniente empezarlo con una sobredosis de buen humor.
¡Que lo disfrutéis!
viernes, 12 de noviembre de 2010
La Virgen Niña de mis niñas
Tengo en el cole dos niñas muy especiales. Las dos son especialmente bonicas, especialmente lindas, especialmente trabajadoras, especialmente agradecidas, especialmente divertidas, especialmente buenas. Yo me las comería a besos. No puedo poner fotos suyas (aunque tengo montones en mi móvil, porque las quiero una barbaridad) por ser menores de edad. Tienen 10 años, o quizás 9, 8, 7... no lo sé muy bien, tampoco importa. Lo que sí os cuelgo aquí es la Virgen Niña que me han coloreado para nuestra aula, tan bonita y llena de vida como ellas. Ya podéis moriros de envidia.
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sábado, 6 de noviembre de 2010
domingo, 15 de agosto de 2010
jueves, 29 de julio de 2010
Arroyo
Arroyo de Valdivielso es el pueblo de mi padre. Está en las Merindades de Burgos. La panorámica del valle es la que os dejo en la foto. Pero si el paisaje exterior es una pasada, el interior de lo vivido allá estos días ha sido infinítamente más bonito. Parece que Dios sigue gustando de pasear al atardecer con los hijos de los hombres...
jueves, 15 de julio de 2010
Verano
Si yo digo "verano", ¿qué le viene a la cabeza?.
Un, dos, tres, responda otra vez.
- ¡Vacaciones!.
- Sol, calor, bochorno, sudor.
- Playa, bikinis, cuerpos morenos, arena.
- Viajar, salir, cambiar de escenario.
- Mosquitos.
- Exámenes de septiembre.
- Canción del verano.
- Amores de verano.
- Helados, polos, horchata.
- Abanicos y ventiladores.
- Mucho tiempo libre.
- Aburrimiento...
¿Algo más?
Parece que las cosas típicas del verano son efímeras, que están condenadas por naturaleza a no durar hasta octubre. Nadie canta la canción del verano en navidad, ni va por la calle comiéndose un polo en otoño, ni saca el abanico en san Valentín.
Pero a mí me pasa algo raro (y me consta que no soy la única persona que padece estos síntomas); para mí "verano" es "Nicaragua". Y pasa un año, pasan dos, pasan tres desde la primera vez que pisé aquellas verdes tierras, y no me curo de este amor de verano, por más inviernos que lo intenten.
Desde Valencia, un abrazo enorme a mis amigos nicas, de todo corazón. Si me leen, sepan que si Diosito lo permite, espero regresarme pronto allá con ustedes, y que no les olvido ni un solo día. No me dejen en sus oraciones. Fátima: ahí les dices a Payo, a Chepita, a la Zaida, a las hermanas, a mi siempre amadísimo Uval... ¿sí?. ¡Va pues!.
Un, dos, tres, responda otra vez.
- ¡Vacaciones!.
- Sol, calor, bochorno, sudor.
- Playa, bikinis, cuerpos morenos, arena.
- Viajar, salir, cambiar de escenario.
- Mosquitos.
- Exámenes de septiembre.
- Canción del verano.
- Amores de verano.
- Helados, polos, horchata.
- Abanicos y ventiladores.
- Mucho tiempo libre.
- Aburrimiento...
¿Algo más?
Parece que las cosas típicas del verano son efímeras, que están condenadas por naturaleza a no durar hasta octubre. Nadie canta la canción del verano en navidad, ni va por la calle comiéndose un polo en otoño, ni saca el abanico en san Valentín.
Pero a mí me pasa algo raro (y me consta que no soy la única persona que padece estos síntomas); para mí "verano" es "Nicaragua". Y pasa un año, pasan dos, pasan tres desde la primera vez que pisé aquellas verdes tierras, y no me curo de este amor de verano, por más inviernos que lo intenten.
Desde Valencia, un abrazo enorme a mis amigos nicas, de todo corazón. Si me leen, sepan que si Diosito lo permite, espero regresarme pronto allá con ustedes, y que no les olvido ni un solo día. No me dejen en sus oraciones. Fátima: ahí les dices a Payo, a Chepita, a la Zaida, a las hermanas, a mi siempre amadísimo Uval... ¿sí?. ¡Va pues!.
viernes, 9 de julio de 2010
Lo que creen los que no creen
Disculpad que me ría. Estaba esta mañana en el gimnasio sudando la gota gorda, con un grupo de chicos enfrente haciendo pesas como unos machotes. En ese momento han puesto en la tele lo que aquí os cuelgo... y todo el mundo se ha paralizado: las pesas en el suelo, las bicis más estáticas que en la vida, un silencio sepulcral. Yo los he mirado perpleja y me he atrevido a preguntarles en voz alta: "¿estáis todos atentos a cómo un pulpo se come una almeja?". Sonrisitas que me contestaban afirmativamente con cierta vergüenza. Y vuelta al machaque físico, ya tranquilos, porque el pulpo Paul ha pronosticado que España ganará el mundial, y todo el mundo sabe que ese pulpo no se equivoca. Disculpad que me vuelva a reir.
viernes, 2 de julio de 2010
Encontrar mi sitio
Hace unos cuantos años, cuando cumplí los 30, me regalé un directo de Amaral en la plaza de toros de Valencia. Allá me fui, solita, en medio de un montón de gente. Y la verdad es que me lo pasé bomba. Hoy que cumplo algunos más no ha habido concierto, ni fiesta, ni siquiera vela. Ni lo he echado de menos. Será la madurez, quizás. Hay demasiada cosa superflua e insustancial en casi todo lo que hacemos. Yo estaré contenta si durante los próximos 365 días el Buen Dios permite que al fin encuentre mi sitio, sea lo que sea: un lugar, una vocación, un país, un trabajo, una persona... MI SITIO. Y si no, el año que viene se volverá a intentar. Las canciones, como los sueños, no tienen fecha de caducidad.
lunes, 28 de junio de 2010
Tiempo de...
de empezar el día al menos una horita más tarde.
De desayunar en pijama y sin duchar.
De sacar los libros que llevo amontonando los últimos meses, e incarles el diente.
De pasear.
De hacer deporte.
De estudiar despacio, sin agobios, aprendiendo las cosas bien.
De quedar, salir, entrar, ir, venir, en bici, en patines, en bus, o tirados en un sofá.
De aprovechar la noche con su fresquito: la cama puede esperar.
Tiempo para jugar, para respirar, para parar, para orar, para recomenzar.
NUNC COEPI!
¡Viva el verano!
martes, 15 de junio de 2010
Emocionante
sábado, 22 de mayo de 2010
Pase lo que pase
Porque en la vida pasan cosas.
Porque muchas de esas cosas nos hacen daño.
Porque hay dolores prolongados de los que no se sabe bien cómo salir.
Porque en la vida pasan cosas... que podemos compartir.
Porque muchas de esas cosas nos hacen daño, y hay quien lo comprende.
Porque los dolores prolongados pesan menos con alguien al lado que te quiera,
pase lo que pase,
dure lo que dure,
hagas lo que hagas,
llores, moquees, chilles, protestes, calles, revientes...
Porque un beso quizás no pueda curar una patada, pero no hay patada que borre un beso.
Porque sabiéndote a mi lado sé que puedo.
Porque en la balanza, el amor tiene su peso.
Porque estás ahí, siempre, siempre, siempre...,
ahora que está pasando lo que está pasando, te dedico esta canción.
Porque muchas de esas cosas nos hacen daño.
Porque hay dolores prolongados de los que no se sabe bien cómo salir.
Porque en la vida pasan cosas... que podemos compartir.
Porque muchas de esas cosas nos hacen daño, y hay quien lo comprende.
Porque los dolores prolongados pesan menos con alguien al lado que te quiera,
pase lo que pase,
dure lo que dure,
hagas lo que hagas,
llores, moquees, chilles, protestes, calles, revientes...
Porque un beso quizás no pueda curar una patada, pero no hay patada que borre un beso.
Porque sabiéndote a mi lado sé que puedo.
Porque en la balanza, el amor tiene su peso.
Porque estás ahí, siempre, siempre, siempre...,
ahora que está pasando lo que está pasando, te dedico esta canción.
sábado, 15 de mayo de 2010
Dios con nosotros
Hoy, la porción del Pueblo de Dios que formamos la familia del Buen Consejo, nos hemos puesto en camino hacia Utiel, a visitar a nuestra Madre, la Virgen del Remedio. Bueno el vino, excelente la compañía, y la petición común: remedio, claro, cada cual para lo suyo y los suyos. Aquí dejo mi pequeño homenaje gráfico a estos cristianos valientes, que todavía tienen fe de sobra para hacer estas cosas y pasárselo pipa. Como dice un anuncio: compartida, la vida es más. Amén.
viernes, 30 de abril de 2010
¿Quién me ha robado el mes de abril?
En 1988 se hacía esta misma pregunta el maestro Sabina.
Tras él, muchos, incontables.
En el 94 añadió unos versos iniciales a esta canción, que ya se había convertido en todo un himno:
"¿Quién envenena las palabras?
¿Quién truca el dado del parchís?
¿Quién me asesina por la espalda?
¿Quién llora si me ve reir?
¿Quién va desnudo a la oficina?
¿Quién contamina mi jardín?
¿Quién ha inventado la rutina?
¿Quién coño me ha robado el mes de abril?"
Metáforas para un sentimiento común, del que pocos se libran.
Creo que a día de hoy, nadie ha dado todavía con el ladrón.
Pero existe. Ya lo creo que existe.
Y tarde o temprano se sentará en el banquillo de los acusados,
y la vida le condenará a muerte,
y volverá la primavera a lucir con todo el esplendor con el que el Buen Dios la creó.
¿Quién dejó en rojos mi cuenta bancaria?
¿Quién amordazó a mi yo infantíl?
¿Quién se casó con el hombre que me amaba?
¿Quién me arrancó mi salud, mi bien vivir?
¿Quién me quitó las clases que yo daba?
¿Quién se burla de la cordura loca que hay en mí?
¿Quién afirma que lo que yo hago no vale nada?
Quien se atreva a intentar darme la última estacada
que lo haga cara a cara;
no me roba nada:
el Cielo que me espera es un eterno mes de abril...
Tras él, muchos, incontables.
En el 94 añadió unos versos iniciales a esta canción, que ya se había convertido en todo un himno:
"¿Quién envenena las palabras?
¿Quién truca el dado del parchís?
¿Quién me asesina por la espalda?
¿Quién llora si me ve reir?
¿Quién va desnudo a la oficina?
¿Quién contamina mi jardín?
¿Quién ha inventado la rutina?
¿Quién coño me ha robado el mes de abril?"
Metáforas para un sentimiento común, del que pocos se libran.
Creo que a día de hoy, nadie ha dado todavía con el ladrón.
Pero existe. Ya lo creo que existe.
Y tarde o temprano se sentará en el banquillo de los acusados,
y la vida le condenará a muerte,
y volverá la primavera a lucir con todo el esplendor con el que el Buen Dios la creó.
¿Quién dejó en rojos mi cuenta bancaria?
¿Quién amordazó a mi yo infantíl?
¿Quién se casó con el hombre que me amaba?
¿Quién me arrancó mi salud, mi bien vivir?
¿Quién me quitó las clases que yo daba?
¿Quién se burla de la cordura loca que hay en mí?
¿Quién afirma que lo que yo hago no vale nada?
Quien se atreva a intentar darme la última estacada
que lo haga cara a cara;
no me roba nada:
el Cielo que me espera es un eterno mes de abril...
domingo, 25 de abril de 2010
Loc@s
Cuanto más leo y cuanto más vivo, más me enferman los cuerdos. No sé si quiero acercarme demasiado a ellos, no sea que se me pegue algo de su insuslsa existencia.
Las reglas, las leyes, la educación, lo adecuado, lo cuadriculado, y el miedo al fracaso, al ridículo. Demasiados absurdos correctos. Demasiada falta de normalidad entre los normales, de humanidad, de libertad, de gestos cariño. Demasiada soledad vestida de etiqueta.
A lo mejor por eso me gusta tanto "El Canto del Loco".
Sí señor: ¡que canten los locos su cuerda locura!.
Yo estoy cada vez más encantada de estar como una cabra. Y espero seguir desencajando indefinidamente. El precio por venderse es demasiado alto para esta época de crisis. Prefiero invertir en otros valores.
Disculpad que os deje por el momento: me voy a Misa, no quiero llegar tarde. Ya sabéis: ¡estoy loca de remate!
Las reglas, las leyes, la educación, lo adecuado, lo cuadriculado, y el miedo al fracaso, al ridículo. Demasiados absurdos correctos. Demasiada falta de normalidad entre los normales, de humanidad, de libertad, de gestos cariño. Demasiada soledad vestida de etiqueta.
A lo mejor por eso me gusta tanto "El Canto del Loco".
Sí señor: ¡que canten los locos su cuerda locura!.
Yo estoy cada vez más encantada de estar como una cabra. Y espero seguir desencajando indefinidamente. El precio por venderse es demasiado alto para esta época de crisis. Prefiero invertir en otros valores.
Disculpad que os deje por el momento: me voy a Misa, no quiero llegar tarde. Ya sabéis: ¡estoy loca de remate!
martes, 20 de abril de 2010
20 de abril
Hoy he puesto un examen de lengua en 1º de la E.S.O. El 20 de abril del 90 yo tenía la misma edad que los chavales que estaban ahí sentados conjugando verbos. Ninguno de ellos había escuchado hablar de los Celtas Cortos. Del 20 de abril del 90 han pasado 20 años. El tiempo vuela...
20 de abril de 2010.
Hola, ¿qué tal estás? ¿Te sorprende que te escriba? ¡Tanto tiempo...es normal!.
Pues es que estaba aquí sola, con mi Tesa, y me había puesto a recordar. Me entró la melancolía y te tenía que hablar...
¿Recuerdas aquellas noches en el mirador de Viver? ¡Las risas que nos hacíamos antes, todos juntos!. Hoy no queda casi nadie de los de antes; y los que hay han cambiado... ¡cuánto hemos cambiado! ¿Quién pensaba entonces en hipotecas, en trabajos, en hijos, en crisis, en psicólogos?
Yo, la verdad, no me quejo; sigo en lo mismo, es fácil encontrarme, no me he movido de ambiente. Me cansa todo bastante más, pero gracias a Dios no me encuentro vacía; todavía no, ¿y tú?.
Queridos chavales que hoy, 20 de abril del 2010, tenéis la misma edad que yo en el 90; haced todo lo posible por que el 20 de abril del 2030 podáis escribir una carta un poquito más sustanciosa que la mía. Alguna que pueda incluir un "jo, tío, ni soñando despierta desde el mirador de Viver hubiese imaginado que la vida iba a ser tan intensa, tan rica, y nuestra amistad tan auténtica, tan incondicional, tan atemporal... ¡qué pasada!". Queridos profes compis de esta cotidiana vida: enseñémosles a conjugar los verbos adecuados. Empecemos por ejemplo por uno de la primera conjugación: amar...
Os dejo el vídeo a los nostálgicos de mi quinta. ¡Ánimo con los siguientes 20 años!
20 de abril de 2010.
Hola, ¿qué tal estás? ¿Te sorprende que te escriba? ¡Tanto tiempo...es normal!.
Pues es que estaba aquí sola, con mi Tesa, y me había puesto a recordar. Me entró la melancolía y te tenía que hablar...
¿Recuerdas aquellas noches en el mirador de Viver? ¡Las risas que nos hacíamos antes, todos juntos!. Hoy no queda casi nadie de los de antes; y los que hay han cambiado... ¡cuánto hemos cambiado! ¿Quién pensaba entonces en hipotecas, en trabajos, en hijos, en crisis, en psicólogos?
Yo, la verdad, no me quejo; sigo en lo mismo, es fácil encontrarme, no me he movido de ambiente. Me cansa todo bastante más, pero gracias a Dios no me encuentro vacía; todavía no, ¿y tú?.
Queridos chavales que hoy, 20 de abril del 2010, tenéis la misma edad que yo en el 90; haced todo lo posible por que el 20 de abril del 2030 podáis escribir una carta un poquito más sustanciosa que la mía. Alguna que pueda incluir un "jo, tío, ni soñando despierta desde el mirador de Viver hubiese imaginado que la vida iba a ser tan intensa, tan rica, y nuestra amistad tan auténtica, tan incondicional, tan atemporal... ¡qué pasada!". Queridos profes compis de esta cotidiana vida: enseñémosles a conjugar los verbos adecuados. Empecemos por ejemplo por uno de la primera conjugación: amar...
Os dejo el vídeo a los nostálgicos de mi quinta. ¡Ánimo con los siguientes 20 años!
miércoles, 7 de abril de 2010
viernes, 2 de abril de 2010
jueves, 1 de abril de 2010
En una noche sin luna
Música de mis queridos amigos de Sal y Luz.
Para vuestra Hora Santa. Que lo disfrutéis.
jueves, 18 de febrero de 2010
miércoles, 17 de febrero de 2010
Cuaresma
Comienza un camino.
Hoy es tiempo propicio.
Para salir y encontrarse;
con los otros, con el Otro.
Para pasar del hombre viejo y estancado
y dar paso a una Vida mucho más plena.
¡Feliz Cuarema a todos!
Hoy es tiempo propicio.
Para salir y encontrarse;
con los otros, con el Otro.
Para pasar del hombre viejo y estancado
y dar paso a una Vida mucho más plena.
¡Feliz Cuarema a todos!
domingo, 14 de febrero de 2010
En el día de los enamorados
lunes, 25 de enero de 2010
Otra semana densa
Soy de la UNED.
Y por tanto, esta semana tampoco se me puede hablar.
Ocurre con todos los alumnos de la UNED de toda España y parte del extranjero estos mismos días.
La semana pasada no había quien me hiciera levantar la cabeza del libro.
Ésta es todavía peor, porque estoy de exámenes.
Está claro que lo importante es aprender, y estos meses he aprendido cantidad.
Pero a veces no basta conformarse con participar: ¡hay que ganar!. Y yo quiero aprobar, además de saber.
Hadasita y Tesa, que son más buenas que el pan, se pasan los días con sus juguetes, en el sofá, manteniendo un ambiente de silencio más que respetable por mí. No acaban de entender mis nervios, mi encerramiento, mi seriedad. Traté de explicarles:
- Es que quiero ser psicóloga, ¿sabéis?, para tratar de ayudar a la gente a ser un poco más felíz.
Las dos callan, mirándome con esos ojitos que lo dicen todo:
- ¿Y para eso hacen falta tantos libros? ¿Por qué no los dejas y te vienes a jugar con nosotras?
Una se acerca y me da un besito tierno. La otra que nos mira ponernos cariñosas, se lanza a toda velocidad, y nos llena de lametazos.
- Necesito estudiar; porque algún día quiero poder hacer entender a otras personas que estas pequeñas cosas pueden ayudarles a ser más felices.
Y vuelven al sofá, en silencio, con sus juguetes, mientras yo me tomo una tila para enfrentarme al tocho de Psicobiología del que me examino hoy.
Y por tanto, esta semana tampoco se me puede hablar.
Ocurre con todos los alumnos de la UNED de toda España y parte del extranjero estos mismos días.
La semana pasada no había quien me hiciera levantar la cabeza del libro.
Ésta es todavía peor, porque estoy de exámenes.
Está claro que lo importante es aprender, y estos meses he aprendido cantidad.
Pero a veces no basta conformarse con participar: ¡hay que ganar!. Y yo quiero aprobar, además de saber.
Hadasita y Tesa, que son más buenas que el pan, se pasan los días con sus juguetes, en el sofá, manteniendo un ambiente de silencio más que respetable por mí. No acaban de entender mis nervios, mi encerramiento, mi seriedad. Traté de explicarles:
- Es que quiero ser psicóloga, ¿sabéis?, para tratar de ayudar a la gente a ser un poco más felíz.
Las dos callan, mirándome con esos ojitos que lo dicen todo:
- ¿Y para eso hacen falta tantos libros? ¿Por qué no los dejas y te vienes a jugar con nosotras?
Una se acerca y me da un besito tierno. La otra que nos mira ponernos cariñosas, se lanza a toda velocidad, y nos llena de lametazos.
- Necesito estudiar; porque algún día quiero poder hacer entender a otras personas que estas pequeñas cosas pueden ayudarles a ser más felices.
Y vuelven al sofá, en silencio, con sus juguetes, mientras yo me tomo una tila para enfrentarme al tocho de Psicobiología del que me examino hoy.
lunes, 4 de enero de 2010
Psicología (I)
Creo que todavía no he comentado que me fascina mi nueva carrera. Cuando encuentras algo que te gusta y te llena, el estudio es... puro placer. Se llama "motivación intrínseca".
Me he dado cuenta que, cuanto más sé, más entiendo por qué la gente hace lo que hace . Lo que no significa que esté de acuerdo, ni que comparta las actitudes de todo el mundo.
Ahora comprendo perfectamente por qué la gente se autojustifica para poder convivir con sus propias disonancias cognitivas. Entiendo que las personas se quemen en el trabajo, por la carencia de incentivos. Que es mentira que los polos opuestos se atraen, y que las parejas que tienen más probabilidades de prosperar son las que tienen más cosas en común. Entiendo que es casi imposible encontrar verdaderos amigos en el curro, porque al trabajo se va a trabajar, no a hacer vida social.
La gente se siente mal porque se autoengaña en vez de ser coherente; porque trabajan en cosas que detestan la mayor parte del día por ganar cuanto apenas lo justo para pagar el techo donde duermen, sin sentirse ni valorados ni útiles ni recompensados por este esfuerzo; lógicamente las rupturas amorosas llevan a un estado de melancolía que roza el duelo, y más si se ha gastado energía a borbotones en pretender que llegue a puerto un barco fantasma; y es realmente frustrante esperar, influídos quizás por las series de TV, que los compañeros de trabajo se comporten como amigos en momentos clave. Entiendo todos esos sufrimientos de andar por casa, y además he descubierto la buena noticia de que todos tienen tratamiento.
Todas las cosas tienen un motivo. Los creyentes lo llamamos Providencia. Yo puedo decir que estos dos meses largos de baja por enfermedad han sido providenciales para mí; porque he tenido tiempo para enamorarme de una carrera que, en más o menos años, espero acabar; y que me puede servir para hacerme capaz de ayudar a los que se acerquen a mí a sentirse un poquito mejor, a ser un pelín más felices.
Os dejo con una foto de algunos de mis compis de la facu, futuros psicólogos, agentes en potencia del bienestar de muchos otros. Majos, ¿verdad?
Me he dado cuenta que, cuanto más sé, más entiendo por qué la gente hace lo que hace . Lo que no significa que esté de acuerdo, ni que comparta las actitudes de todo el mundo.
Ahora comprendo perfectamente por qué la gente se autojustifica para poder convivir con sus propias disonancias cognitivas. Entiendo que las personas se quemen en el trabajo, por la carencia de incentivos. Que es mentira que los polos opuestos se atraen, y que las parejas que tienen más probabilidades de prosperar son las que tienen más cosas en común. Entiendo que es casi imposible encontrar verdaderos amigos en el curro, porque al trabajo se va a trabajar, no a hacer vida social.
La gente se siente mal porque se autoengaña en vez de ser coherente; porque trabajan en cosas que detestan la mayor parte del día por ganar cuanto apenas lo justo para pagar el techo donde duermen, sin sentirse ni valorados ni útiles ni recompensados por este esfuerzo; lógicamente las rupturas amorosas llevan a un estado de melancolía que roza el duelo, y más si se ha gastado energía a borbotones en pretender que llegue a puerto un barco fantasma; y es realmente frustrante esperar, influídos quizás por las series de TV, que los compañeros de trabajo se comporten como amigos en momentos clave. Entiendo todos esos sufrimientos de andar por casa, y además he descubierto la buena noticia de que todos tienen tratamiento.
Todas las cosas tienen un motivo. Los creyentes lo llamamos Providencia. Yo puedo decir que estos dos meses largos de baja por enfermedad han sido providenciales para mí; porque he tenido tiempo para enamorarme de una carrera que, en más o menos años, espero acabar; y que me puede servir para hacerme capaz de ayudar a los que se acerquen a mí a sentirse un poquito mejor, a ser un pelín más felices.
Os dejo con una foto de algunos de mis compis de la facu, futuros psicólogos, agentes en potencia del bienestar de muchos otros. Majos, ¿verdad?
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